Miranda en Estados Unidos - Runrun
Redacción Runrun.es May 10, 2011 | Actualizado hace 13 años

La noche del 10 de junio de 1783, Francisco de Miranda desembarcó en Newbern, Carolina del Norte. El 1º de junio se había embarcado en la balandra Prudent en el puerto de La Habana. Lo hizo con astucia y buena fortuna porque contra él pesaba una orden de detención por parte de las autoridades militares españolas que lo acusaban de distintos cargos, la indisciplina y el contrabando, acusaciones sin fundamento, nacidas de la intriga y de las rivalidades. Contó, no obstante, con la ayuda del general Juan Manuel Cagigal, gobernador de Cuba, amigo a prueba que luego lo defendió hasta el final ante el rey Carlos III.

El capitán de 33 años pasó una larga y provechosa temporada en Estados Unidos, desde ese junio hasta el 15 de diciembre de 1784, cuando tomó un barco en Boston, el Neptune, rumbo a Londres. Miranda ocultó mientras le fue posible su condición de perseguido. Durante esta primera visita a Estados Unidos mostró una de las características de su personalidad: la búsqueda del diálogo, pero sobre todo su ambición de tratar y conocer a los personajes más relevantes. Su presencia en Filadelfia coincidió con la llegada a la ciudad del general George Washington, de regreso de la guerra, triunfante y decidido a renunciar a su cargo de comandante general del Ejército que había derrotado a los ingleses.

Miranda frecuentó a Washington durante los días que el general estuvo en la ciudad. Llevaba cartas de presentación de Cajigal que le abrieron el camino. En su Diario de 63 volúmenes, una de sus grandes proezas como memorialista, registró sus experiencias en el país recién liberado, llenando todo un volumen.

En Nueva York conoció y cultivo la amistad de Alexander Hamilton, del general Knox, y a lo largo de sus viajes trató a personajes como Tomas Paine, el famoso autor de Common Sense, el marqués de Lafayette, profesores universitarios, antiguos combatientes, etc. Y, sin duda, muchas, muchas damas de la sociedad anglosajona que se prendaron del capitán.

El tiempo de Miranda en Estados Unidos marcó la pauta de lo que serían sus viajes, sus dotes de poliglota, de escritor persistente, el hombre curioso que quería saberlo todo y aprender a cada paso. Puso gran interés de conocer la experiencia bélica de los norteamericanos, visitó fortalezas e instalaciones militares, y también universidades y centros de cultura. Entre sus amigos se contó el historiador David Ramsey, primer biógrafo de Washington.

Fue en Nueva York donde, por primera vez, el venezolano pensó en la liberación de Venezuela y de las colonias españolas de la América. Lo comentó con Hamilton, pero fue con el general Knox con quien entró a fondo en el asunto, hasta el punto de definir un proyecto. De modo que, entre los textos sobre la independencia de Francisco de Miranda, no se pueden excluir las páginas que registraron sus conversaciones con Henry Knox.

(Lecturas aconsejables: el Diario de Miranda, las biografías de Robert Spence Robertson, Mariano Picón-Salas, Inés Quintero,  Tomás Polanco Alcántara, Caracciolo Parra Pérez).

SIMÓN ALBERTO CONSALVI