De nuevo el titiriteo por Gonzalo Himiob Santomé
De nuevo el titiriteo por Gonzalo Himiob Santomé

Justicia1

 

No la tienen fácil las víctimas de los abusos contra los DDHH hoy en nuestro país. Este es un gobierno que sistemáticamente y desde hace ya casi 16 años se niega a acatar cualquier pronunciamiento que responsabilice al Estado en los casos de violaciones graves a los DDHH. Lo curioso es que no solo cabe hablar, en este aspecto, de las decisiones recientes de, por ejemplo, el Grupo de Trabajo sobre las Detenciones Arbitrarias de la ONU sobre los casos de María Lourdes Afiuni y Leopoldo López; o de las sentencias que dictó, para hechos ocurridos también hace poco tiempo, la Corte Interamericana de DDHH como, entre otras, la dictada a favor del Gral. Francisco Usón. No. La obcecada postura de franco desconocimiento a la vigencia y competencia de la jurisdicción internacional de tutela a los DDHH (de la nacional, ni hablemos: para el poder es solo un parapeto) ha llegado a los extremos de irrespetar decisiones que determinaron la responsabilidad del Estado en casos tan emblemáticos para el oficialismo como el del “Caracazo”, y otras importantísimas que también se han producido a favor de la población reclusa en nuestra nación.

Así de acérrimo y de encarnizado es el rechazo a todo lo que huela a respeto a los DDHH que ha caracterizado a la “revolución bonita” desde sus inicios. No se podía esperar menos de un movimiento para el cual la verdad no ha sido jamás importante y que, desde el día primero, lo único que tenía en mente era consolidarse y mantenerse el poder, nada más, amenazando con “freír las cabezas” de sus oponentes, o con “demoler” o “pulverizar” a sus adversarios, si así les parecía conveniente.

De esa “sopa”, por cierto, ya están empezando a recibir sus cucharadas hasta los propios oficialistas, pero es que en política no hay ingenuidad que valga. Hay que saber distinguir los sofismas, y en ellos, la cara oscura y maniquea que ocultan frases tan poco felices y tan poco humanistas y democráticas como aquella de que “esta revolución es pacífica, pero armada”.

En fin, debes entender, si estás en situación de ser víctima de violaciones a los DDHH, y si no existe en nuestro país posibilidad alguna de que se haga justicia en tu caso, es que este gobierno hará todo lo que esté en su poder para evitar que la verdad sobre lo que te ha ocurrido aflore. Y en esto, hay que advertirlo, no hay distinciones. Las instituciones, los funcionarios y hasta las chequeras oficiales solo se van a mover hasta donde al poder le convenga que se muevan. De hecho, a los oficialistas del “cogollo” la verdad, que es y será siempre una sola, no les interesa, lo único que les afana y preocupa es construir y consolidar, sobre cualquier acontecimiento de relevancia nacional, su “mentira oficial”, solo pasa seguir donde están.

En 2002, 2003, 2004, 2007, 2013 y 2014, solo por mencionar algunos años de especial conflictividad, el gobierno lo primero que hizo, incluso sin haber siquiera comenzado a investigar cualquier abuso que se hubiera denunciado, fue tratar de imponer una narrativa, una “versión oficial de los hechos” que, lejos de mostrar la verdad, lejos de servir a la solución justa y sin sesgos de los conflictos, lejos de lograr la justicia, lo que hacía era ocultarla e impedirla, en perjuicio de todos ¿Ejemplos? Muchos. Durante el 2002-03 no hubo en Venezuela, según el gobierno, un Paro Cívico Nacional, sino un “Paro Petrolero” una situación de “excesiva normalidad” que, por supuesto, según el entender de los oficialistas, no escondía ningún descontento general, sino velaba una insurrección “minoritaria” y un “golpe de estado” a cargo de “oscuros intereses”. Las protestas contra los abusos del CNE durante el “Firmazo” y el “Reafirmazo” tampoco expresaron el descontento del pueblo opositor, sino que eran actos “terroristas” de la “derecha fascista”. Lo mismo pasó con las manifestaciones generalizadas contra el cierre de RCTV y contra la propuesta de reforma constitucional de 2007. Todas siempre son parte, en la paranoia de los mentirosos compulsivos en el poder, de una “insurrección continuada”, y se vendieron desde el gobierno como un “plan desestabilizador”, como una “traición criminal de los apátridas”.

Lo mismo sucede ahora. La muestra más vehemente y a la vez lamentable de ello es la constitución, nada novedosa por cierto, de un “Comité de Víctimas de la Guarimba y del Golpe Continuado”, que por supuesto, solo agrupa a simpatizantes del gobierno y que no tiene otro objetivo, así ellas mismas no se den cuenta de ello (el tiempo se encargará, como ya ha ocurrido en otros casos similares, de demostrárselo) que el de convertirlas en simples servidoras, sumisas y prescindibles, de la “mentira oficial”. Veo ahora a este comité recién instalado, y recuerdo la misma iniciativa oficialista de la asociación de las supuestas víctimas de los sucesos de abril de 2002 ¿Qué se logró antes? Nada de provecho, al menos nada para las víctimas reales de los sucesos. Por solo mencionar un caso, vemos que cuando se produjo por fin la injusta condena a los comisarios y a los PM por los sucesos del 11A, el gobierno abandonó a “sus” víctimas, y les dejó como “premio de consolación” esa írrita condena en la que no solo no afloraron la justicia o la verdad, sino que además dejó por fuera, aun cuando se la tuviese por “válida”, que no lo es, a 17 de los 19 asesinados de esos días, y a centenares de heridos.

Ojalá su ceguera les dejara recibir ayuda y consejo. Al final, la verdad y la justicia, caiga quien tenga que caer, nos interesan, o nos deberían interesar, a todos. Quisiera poder explicarles que las violaciones de los DDHH, técnicamente hablando, no son actos de particulares contra particulares, sino del Estado o de sus agentes, contra los ciudadanos, que decir lo contrario no es más que una burrada, y que repetirlo solo para tergiversar las cosas para proteger a quien no se debe es rebuznar por partida doble. Quisiera explicarles que la atención y las “glorias” que ahora les dispensan se van a desvanecer apenas el poder se canse de usarlos. Quisiera contarles cómo muchas de las víctimas “oficialistas” de los sucesos de abril de 2002, al cabo de unos años de uso y abandono, han tornado su mirada hacia nosotros o hacia otras ONG para recibir el apoyo que, cuando ya no son útiles, el poder les niega.

Se los advierto desde ahora: van a convertirse en un “si te he visto, no me acuerdo”, más rápidamente de lo que creen; la “alfombra roja” que les tienden hoy todos los poderes públicos, escríbanlo, va a transformarse en una puerta cerrada, en un teléfono que ya no te atiende, en silencio, apenas pase la vorágine y el poder sienta que ya ha calado, acá y afuera, su “mentira oficial”. Después, solo serán olvido. Quedarán “titiriteados” y dolidos, exprimidos y abusados en sus penas y en su dolor solo porque no pudieron ver, a tiempo, que a este gobierno solo le interesa cuidarse a sí mismo, nada más.

 

@HimiobSantome