Nunca me llevaron a un restaurant por Carlos Dorado - Runrun
Nunca me llevaron a un restaurant por Carlos Dorado

Restaurante

Los vi entrar en el restaurant, y apenas se sentaron, el niño de unos seis años, miró a la mamá como diciéndole: ¿Qué estás esperando? Ésta como una autómata, buscó en su bolso un IPad, se lo puso delante, y el niño mecánicamente lo prendió, y se quedó hipnotizado jugando alguno de los miles de juegos que existen actualmente para el entretenimiento. No molestó a nadie, estaba  concentrado en su mundo, mientras los padres y una pareja de amigos estaban en el de ellos. ¡Ambos mundos coexistían perfectamente en la misma mesa!

Llegó la hora de pedir la comida, y la mamá le dio algunas recomendaciones que el niño rechazó con la cabeza. La mamá hizo un segundo intento, mientras el padre le murmuraba con el gesto de dejarlo, ya que estaba entretenido y así no molestaba. Se veía justo el acuerdo, el niño no molesta a los padres, con la condición de que los padres no molesten al niño. ¡Qué grande es la tecnología, están juntos pero distantes!

Vivimos en la época de la mayor transformación del hombre, moldeado básicamente por la tecnología, donde cada día busca satisfacernos acortándonos el tiempo y las distancias. Estamos dejando atrás conceptos como paciencia, observación o reflexión, para sustituirlos por inmediatez, acción y conexión. Antes hacíamos poco en mucho tiempo, y ahora hacemos mucho en poco tiempo. Antes los pintores pintaban lo que veían, hoy pintan lo que sienten.

A partir del 1.900 también pasamos de ir en caballo a conducir un vehículo,  de tener días cortos por el hecho de que los candiles alumbraban poco, a ser dueños de la noche y del día gracias a la electricidad. De escribir cartas a mano que llegaban a destino marcadas por el tiempo, a hablar viéndonos en forma inmediata.

Hoy, esa carrera por acortar el tiempo y las distancias lejos de disminuir,  sigue su carrera desenfrenada; y ya no estamos contentos con que una foto o un vídeo tarde décimas de segundos en ser recibidos por nuestros contactos, o en estar en comunicación con la gente de manera global y rápida, o con el hecho de que un niño no moleste durante una agradable comida con los amigos… ¡Siempre queremos más!

¡Todo está a nuestro alcance! Sólo necesitamos una conexión a Internet y podemos obtener información de personas, datos, contenidos, recuerdos, oportunidades. Todo es posible, si tenemos la capacidad de conseguirlos, y lo más importante a la hora de interpretar esto, es porque así poseemos al mejor de los aliados, para vivir mucho mejor.

Sin embargo; en el mundo actual, el verdadero cambio no está en la tecnología, sino en nuestra capacidad de adaptarnos a estos cambios, usando la tecnología sin permitir que ésta nos use a nosotros, y sin perder los principios y valores que nos enseñaron nuestros padres.

Pero quizás estemos muy ocupados navegando en la red mientras jugamos, y no tengamos ese tiempo para que nos enseñen o enseñemos esos valores. La tecnología deja de ser útil cuando en vez de usarla nos usa, y en lugar de brindarnos más tiempo libre, nos lo arrebata, quitándonos más de lo que nos da.

Será por el hecho de que mis padres, nunca me llevaron a un restaurant, o por el hecho que en esa época no había IPads, pero en cada comida casera, si algo sobraba era el tiempo para transmitir esos valores y principios.

A lo mejor con un poco de suerte, ese juego que jugaba el niño del restaurant también lograba transmitirle valores; aunque vi de reojo la pantalla, y había mucha violencia y sangre en esa pantalla.

cdoradof@hotmail.com