De morisqueta en morisqueta, por Antonio José Monagas
De morisqueta en morisqueta, por Antonio José Monagas

 

La venezolanidad a la cual se apega el discurso político del actual populismo autoritario, se vale de múltiples analogías con la vida que tiene lugar en las facetas más acendradas del folklore. Sin embargo, entre frases mal pronunciadas y promesas baldías, se escapan algunos enunciados o expresiones que intenta argumentar mediante arrogancias o “gracias” pero que resultan tan obscenas o vulgares, como extemporáneas. Particularmente, por causa del desconocimiento que tiene el gobernante de razones que la historia ha fundamentado. Aunque alejadas de circunstancias que hacen de cada hecho un capítulo del proceder nacional.

A decir por lo que el léxico popular ha intentado asentir, el proceder gubernamental venezolano, en lo que va de siglo XXI, no ha podido escapar de consecuencias que desdicen no sólo de lo que ha pretendido estructurar. Aun cuando desde la óptica de “caer bien”. Y cada “gracia” de ese estilo, intentada como evento o propuesta de corte ideológico, se ha convertido en recurso comunicacional para encubrir el carácter ambiguo, decrépito e incoherente de todo lo que configura el proyecto de gobierno que sigue el actual régimen socialista desde que se estableció en Venezuela, hace casi veinte largos años.

En medio de lo que ha sido esa peligrosa y forzada mezcla de materialismo histórico con santería, ha pretendido fraguarse una realidad adoquinada con las más ridículas e inconsistentes manifestaciones de un injustificado constructo político para el cual exaltaron personajes abominables. Pero que políticos de oficio, usurpando la auténtica historiografía, enfundaron con trajes de precursores y libertadores, y de abnegados patriotas, para esculpir causas históricas a imagen de ideas revolucionarias formuladas por el oficialismo para su beneficio político.

El sentido que le dieron a la prédica política a partir de la cual estos gobernantes, literalmente, incendiaron al país, permitió que muchas de sus gracias acomodadas a manera de serviciales consideraciones, terminaran transformándose en abruptas morisquetas. En consecuencia, el régimen venezolano se afincó en crudos y vagos convencionalismos, como patriotismo, bolivarianismo, constitucionalismo y venezolanismo. De tal modo, que el uso de dichos silogismos, afianzó el ejercicio de un gobierno que se dio a la tarea de tramar promesas vacías con el apoyo de un discurso montado sobre palabras tan incomprendidas por laxas, como “pueblo”, “soberanía”, “patria”, “democracia”, “paz”, “independencia” entre otras.

De todo ello resultó un gobierno que basó su gestión en una relación dirigida a humillar, ofender, blasfemar, odiar, violentar, azotar y silenciar a quienes de alguna forma muestran rechazo a sus conjuros de recuperación, inclusión, desarrollo y participación, principalmente. Podría decirse que el afán de enquistarse en el poder se tradujo en una deformación de aquellos valores superiores sobre los que se soporta el ordenamiento jurídico venezolano. Y que, a instancia de la Constitución de la República sancionada en 1999, exhorta actitudes de justicia, pluralismo y solidaridad. Sin embargo la tendencia que marca el devenir nacional, descubrió desenfrenos y tramas que conspiraron contra la institucionalidad democrática.

Esto hizo que la corrupción luciera casi intangible, por escaso tiempo, por efecto del encofrado que se ha levantado entre los cientos de preceptos tratados por las múltiples leyes ordinarias, decretos y resoluciones aprobados al voleo por distintas cuerpos y corporaciones con forzado rango legislativo. Además, usurpado bajo el clima de “justicia revolucionaria” que dichas instancias se arrogan.

La inercia de tantos escollos que el régimen socialista, en aras de pautar su mal llamado “socialismo del siglo XXI”, ha avivado y generado, son fatuas “gracias” que se convirtieron en meras burlas. O sea, cumplió con el aforismo que reza: “quiso hacer una “gracia” y le salió una morisqueta”. Por eso, y por más ensayos que el alto gobierno pueda concebir buscando enroscarse al poder, mediante propuestas que poco contienen, todo resulta una vulgar patraña. Más, porque anda urdiendo sus mentiras. Pero de morisqueta en morisqueta.

@ajmonagas