Venezuela′s communist club, por José Domingo Blanco
Venezuela′s communist club, por José Domingo Blanco

@mingo_1

Instagram: mingoblancotv

EN MAYO DE ESTE AÑO, antes de las elecciones que el régimen organizó para legitimar a Nicolás como Presidente de Venezuela, escribí un artículo que titulé La Patria del Carnet. En él alertaba que, más temprano que tarde, el Carnet de la Patria sería el único documento válido en Venezuela. Abría ese escrito diciendo: “¿Cuánto falta para que el Carnet de la Patria sea el documento obligatorio en Venezuela? Obligatorio para salir del país. Obligatorio para gestionar el pasaporte. Obligatorio a la hora de ir a los Registros o Notarías. Obligatorio y único documento requerido para cobrar las pensiones en los bancos. Exigido como identificación por los policías y guardias que se apostan en las alcabalas.  Solicitado junto con la tarjeta de débito a la hora de pagar nuestras compras. ¿Cuánto falta para que reemplace a nuestra cédula de identidad?”.

Cuando escucho a alguien decir “en el Banavih me pidieron el Carnet de la Patria para darme la solvencia que necesito para liberar la hipoteca que tengo con el banco” y observo la cara de asombro de quien lo comenta; cuando Nicolás insiste que, de la gasolina subsidiada sólo se beneficiarán quienes tengan el Carnet de la Patria, y veo a más de uno sacando las cuentas de cuántos millones se les irán llenando el tanque del carro si no tienen ese documento; cuando a los viejitos les condicionan el pago de la pensión y el bono, al registro de sus datos en el Sistema de la Patria; cuando oigo otras amenazas más en las que el documento revolucionario será obligatorio; entonces, con mucha tristeza compruebo que, en un plazo muy corto, el régimen avanzó hacia el fortalecimiento de su sistema comunista. Este modelo inédito que les comienza a dar resultados. Y, por supuesto, el Carnet de la Patria es, obligatoriamente, un paso importante que les permite consolidar sus objetivos y, a nosotros, ponernos a pensar si formaremos parte, o no, de la membresía del novedoso Venezuela′s Communist Club.

¡La venganza del comunismo! El régimen no ha dado puntada sin hilo. Venezuela ha sido el tubo de ensayo donde los comunistas del mundo mezclan lo mejor de su doctrina para volver a la vida un sistema de dominación prescrito y repulsivo. Como insistía la semana pasada, encontraron el ingrediente que le faltaba a la fórmula para que, esta vez, no fallara. Y Venezuela es su prueba piloto. Es la revancha de los comunistas derrocados en otros tiempos. Tiempos en los que no existían las criptomonedas, ni se hacía tanto dinero gracias al narcolavado. Por eso, celebran cada cuerpo que languidece ante la falta de comida o medicinas. Porque la pobreza incrementa su poder. Dominar es mucho más fácil cuando las dos únicas opciones que ofrece el opresor son obedecer o morir. “El comunismo te quiebra las rodillas para que tengas que darle las gracias por las muletas”, una frase contundente con la que cerraba mi programa de radio.

El pueblo venezolano huye. Los venezolanos huyen. Quieren librarse de la pobreza y de su amargura. Huyen de la maldad, del dolor y los gritos. Huyen de los golpes de la vida en dictadura. Huyen de la calle, del sufrimiento, de su tristeza. Huyen de un país rudo, desconocido, injusto…huyen.

Huyen, aunque Nicolás diga lo contrario e intente desmontar la realidad con su plan “Vuelta a la Patria”, una vulgar propaganda salida de los laboratorios del neo Goebbels criollo. La malicia, me susurra al oído: “¿cuánto les habrán pagado a esos venezolanos que recogieron en Perú para traerlos de regreso a Venezuela? Seguro les dieron su apartamento de Misión Vivienda, una caja Clap, algunos bonos y hasta un lingotico de oro. ¿Cuánto crees tú, Mingo? Porque a mí, malicia al fin, me huele a teatro”. Inevitable no pensar de esa manera, porque la realidad desborda el cerco propagandístico del régimen.

El cataclismo que generó la batería de anuncios que soltó Nicolás durante agosto, es planificado, premeditado, es una cucharada rebosante de comunismo que nos empujaron a todos los venezolanos. El régimen asesta nuevos golpes a las rodillas para doblegar la moral de quienes nos negamos a aceptar sus muletas. Porque Nicolás y sus secuaces saben que los responsables de la hiperinflación no son ni los comerciantes ni los empresarios. Sin embargo, gracias a sus medidas, arreciará la toma de fábricas y el cierre de empresas. Se abona el terreno para arremeter contra la propiedad privada. Es destruir lo que queda del aparato productivo. Y eso, por supuesto, afianza a Maduro en el poder. Mientras todo este proyecto avanza, la Vice “P” Delcy Rodríguez nos pide a los venezolanos que no pensemos más en el dólar. Que solo hablemos del Petro. Y, sin embargo, en la Asamblea Nacional Constituyente afirman que el nuevo salario se adaptará a los cambios del dólar paralelo.

Venezuela sufre una neodictadura. Necesario es comprenderlo. Somos víctimas de un experimento cultural / social sin precedentes en la historia contemporánea de la humanidad; incluso, fuera de cualquier fanatismo ideológico. Hoy tenemos una cita con nuestra historia para deslastrarnos de esta pesadilla, “arrancada de la vida misma”, que saltó de las psiquis de un grupo de comunistas psicópatas con mucho deseo de venganza.