Tardía reunión de condominio, por Eduardo Semtei
Tardía reunión de condominio, por Eduardo Semtei

 

En mi residencia en el edificio Altos de Apure de la urbanización San Luis, en El Cafetal de Caracas, donde vivo hace unos 18 años, se celebró recientemente una reunión de condominio. Los problemas eran abrumadores. La última fue en el año 2015. Desde esa época, más de 80% de los muchachos menores de 25 años que vivían en Altos se han ido al exterior. Por cierto, mis 7 hijos se encuentran entre los que escogieron abrirse camino en la vida, claro, donde haya una vida que permita abrirse camino (en 125 de los 193 países que integran la ONU) y valga la redundancia. Mis párvulos están en 2 países distintos. 4 en uno y 3 en otro.

Es un edificio típico de la zona. 12 pisos. 6 apartamentos por piso. Un puesto de estacionamiento. Sala de fiesta y gran jardín posterior. Abundo en datos: lo compré en un equivalente a 80.000 dólares de la época, en los años ochenta, con un crédito de la Apucv igual que otros centenares de profesores de escalafón en todo el país. Los mejores apartamentos y las mejores condiciones siempre las tuvo la Apula, en donde la mayoría del personal docente también tenía un apartamento vacacional, y en segundo lugar, APUZ.

Hace algunos días un intrépido y atrevido “realtor” me ofreció 30.000 dólares por mi larcito, a sabiendas de que estaba pensando mudarme a Margarita. Lo estoy pensando seriamente. El último recibo de condominio fue por 2 millones de bolívares. Aclaro: 2.000 millones de los bolívares viejos lo que es igual a 2 millones de los bolívares fuertes lo que es igual a 2.000 bolívares soberanos lo que en unos meses será igual a 2 futuros bolívares bolivarianos. En dólares del “black market” según el promedio de la página @MonitorDolarVe (que se las recomiendo) para el 17 de julio de 2018 tasado en 3.400.000 bolívares fuertes, la factura de condominio equivale a un poco más de 0,60 de los verdes. Una papaya, diría alguien comparando con el costo del mismo servicio en Miami, que tiene un mínimo de 100 billeticos yankees.

De los 72 apartamentos del conjunto residencial 3 están deshabitados y en venta. Y otros 11 están ocupados por familiares de los propietarios que se fueron huyendo de Venezuela como quien se escapa de una epidemia de ébola o de una invasión del cólera o de la peste negra. Entre los años 2000 y 2013 varios chavistas o maduristas habían comprado apartamentos en Altos. Un familiar de Darío Vivas. Otro relacionado con Desirée Santos Amaral. Un sobrino de Aristóbulo. Pues, señores, todos “esos” ya compraron en otros sitios más chic, en la onda avant-garde. Se mudaron. Ya El Cafetal no les parece. Algunos están en la Alta Florida, donde viven Tibisay Lucena y Jorge Rodríguez, y otros en El Placer de El Hatillo, donde viven Pedro Carreño y Tania Díaz.

Quedan los vecinos de siempre. La señora Pérez del 4A. El coronel Antolinez del 9C. Semtei del 7D. La señora Luisa del PB1. El Dr. Heller del 5B. Pablo Antillano del 7A. Luis Moleiro, primo de Alonso en el PH1. Quienes, por cierto, siempre han asistido a las reuniones. Antes, en la IV república que en respeto de la verdad es la I y única república democrática, esos encuentros eran fogosos, acusaciones y contraacusaciones. Denuncias, propuestas, debates encarnizados, ideas, peleas, reconciliaciones. Era una fauna divertida. Ahora veo caras largas, pieles arrugadas, miradas lánguidas, voces apagadas, ánimos vencidos, iniciativas muertas. Somos, y lamento saber tal situación y lamento aún más reconocerlo y lamento pero muchísimo más decirlo, digo que somos, pues, el reflejo claro del país.

Se verifica el quórum; hay poco quórum. Se espera 1 hora según lo publicado; poco quórum. Se espera otra hora y se instala con los asistentes. De 72 vecinos solo hay 34 presentes. 52,7% de abstención. La misma vaina que les decía, igualito al país. Comienza por informe de la presidente: el hidroneumático está dañado, y solo habrá agua de 7:00 am a 7:30 am y de 7:00 pm a 8:00 pm (parece obra de Hidrocapital); hay que cambiar el cableado del ascensor (igual a Corpoelec y todo el sistema de eléctrico nacional); se robaron los reflectores de los exteriores (la propia administración pública); el interior y la fachada hay que pintarlas, pues luce desvencijada y marginal (como cualquier oficina ministerial), y, finalmente, les informo que la conserje se fue para Ecuador (caramba, no faltaba más).

Tomó la palabra el coronel Antolinez y dijo, como soltando una rabia interior, ojos chispeantes, rictus dramático, voz atiplada: Yo asumo la responsabilidad de reparar el hidroneumático. Lo haré con mis propias manos y con unos obreros que conozco, lo dejaré como nuevo. El Dr. Heller siguió con el mismo tono retador y sentenció: Vendré con mis dos sobrinos ingenieros eléctricos y mecánicos y cambiaremos los cables del ascensor a un costo despreciable; saltó en ese momento Luis Moleiro y propuso que cada vecino asumiera la pintura de su piso y crear un fondo especial de reserva para pintar la fachada principal, fue aprobado con entusiasmo. La señora Pérez pidió la palabra y esto fue lo que dijo: Esta sí ha sido una reunión prolífica del condominio, un encuentro memorable, demostramos que no hay retos imposibles ni metas inalcanzables. Imaginen ustedes si en lugar de 48% de los vecinos que asistieron, concurriera el 100% con buena disposición, gran ánimo y confianza en las potencialidades de luchar unidos. Sería otro condominio. Sería otro Cafetal. Sería otra Caracas. Sería otra Venezuela.

Corolario: esta historia medio fabulada fue escrita especialmente para los niños menores de 10 años y para los abstencionistas mayores de 30. Estoy absolutamente convencido de que la moraleja de esta narración será entendida por los menores de 10. Los otros, ay Dios, ustedes saben… dirán que no hay condiciones… o que se requiere de la intervención internacional… seguiremos informando.

 

@eduardo_semtei