¿Cómo se come la resolución de la OEA?, por Julio Castillo Sagarzazu
¿Cómo se come la resolución de la OEA?, por Julio Castillo Sagarzazu

¿Cómo se come la Resolucion de la OEA sobre Venezuela? Pues se debería comer como se deben comer las hallacas y ¿Cómo se deben comer las hallacas? Pues completicas, sin espulgarlas, sin sacarles las aceitunas, las alcaparras, la cebolla de adorno y todo aquello que no nos gusta. La hallaca es el culmen de la gastronomía criolla. Su verdadera virtud es la de ser un resumen sincrético de costumbres alimenticias de todas las razas que nos han poblado. En ese sentido, la hallaca es el mentís más rotundo a la estúpida tesis de acuerdo con la cual, los venezolanos somos solo descendientes de nuestros antepasados aborígenes y que los españoles eran unos villanos que vinieron a asesinarnos y someternos. Por nuestra sangre corre seguramente en partes iguales, genes de indios, negros y españoles. Aquí el que no tira flecha, toca tambor o baila alguna danza peninsular. De manera que destrozar una hallaca, es destrozar el melting pot de nuestra nacionalidad.

Dicho por que hay que respetar la hallaca comiéndosela completica, pasemos a decir por que la Resolución de la OEA también hay que comérsele y metabolizarla completica. Tomar de ella lo que nos gusta y dejar en el plato lo que no nos gusta, es hacer una trampa y cometer un despropósito no gastronómico, pero si político.

Veamos. La resolución de marras es, sin duda, un hecho singular y de la mayor trascendencia. Allí, ni más ni menos, se declara que el sainete electoral montado por Maduro y sus chicas del CNE, fue ilegal y por tanto DESCONOCIDO por el organismo multilateral y la mayoría amplísima de sus gobiernos. Este desconocimiento estaba anunciando, avisado y advertido. Quienes participaron en esa charada sabían lo que venía. Este desconocimiento traerá aparejado consecuencias políticas y diplomáticas de envergadura. La rueda se ha puesto en movimiento.

De nuevo la OEA declara también que Venezuela es un país donde se ha extraviado la democracia y que su gobierno viola los derechos humanos. Esta vez la declaración no es un poema ni una de esas reláficas rimbombantes que se dice en los discursos de fiestas patrias. En esta ocasión, la OEA se apoya en un informe de expertos convocados por el organismo y cuyo objeto es el de sustanciar una denuncia formal ante la Corte Internacional Penal de La Haya. Allí, con claridad meridiana, se dice que Maduro y más de una decena de altos funcionarios han cometido crímenes de lesa humanidad. No es pecata minuta el asunto.

La resolución se sigue paseando por una cantidad de asuntos y da cuenta de la inmensa cantidad de tomas de posición de diversos gobiernos y organismos multilaterales que se unen para pedir el retorno de la democracia en el país.

Pero ahora viene otro asunto importante. ¿Qué pide la OEA para Venezuela? ¿Qué piden los 19 países que votaron la resolución? Pues si entendí bien el castellano en el que está redactada, creo que lo que demandan para Venezuela es que se realicen elecciones justas, transparentes, creíbles, legales, con observación internacional y con respeto a los estándares universalmente admitidos para comicios en los países democráticos.

En ninguna parte leí que la OEA y los países signatarios de la resolución, entre ellos, el del catire Trump, pidan que se derroque a Maduro, o que lo cuelguen de un poste, o que renuncie, o que lo saquen en pijamas como a Zelaya.

Lo que se pide entonces es rescatar la democracia, rescatando el derecho al voto. En venezolano, para que eso ocurra y para que hayan las elecciones que pide la OEA, hay que cambiar al CNE y elegir uno, como dice la Constitución. Hay que garantizar que los registros sean depurados y auditados; que se prohíba el grosero ventajismo institucional; que se restaure la legalidad de los partidos; que se devuelvan las tarjetas; que se habiliten los inhabilitados; que se liberen los lideres presos. Si eso no pasa en Venezuela ningún acto “electoral” podrá ser considerado justo o creíble.

Dicho eso, regresemos a la integralidad del acuerdo. Y reiteremos que el fin ultimo del acuerdo y lo que la Comunidad Internacional quiere y la inmensa mayoría de los venezolanos es que se restaure el derecho al sufragio que actualmente está suspendido en Venezuela.

No se vale que agarremos unos argumentos de la resolución que nos gustan y que dejemos las alcaparras y las aceitunas en el plato. Se trata de una declaración bien estructurada y un inmenso favor que nuestros amigos del continente le hacen a este país martirizado.

Luchar por esas condiciones es el deber de todo demócrata. Mientas tanto no podemos convalidar las verbenas que el régimen y Tibisay convoquen, da igual que lo sugiera el presidente de Ecuador o Kim Jong-un.

@juliocasagar