Jueves Santo: cena indigesta, por Armando Martini Pietri
Jueves Santo: cena indigesta, por Armando Martini Pietri

Es una festividad cristiana, anual y tradicional, que se celebra el jueves anterior al Domingo de Resurrección, dentro de la Semana Santa, y que abre el Triduo Pascual. En este día la iglesia católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Ultima Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús.

La última cena de Jesús y sus discípulos fue más bien triste, era de adiós y despedida, aunque once de los doce apóstoles aún no lo sabían y el traidor que nunca falta no estaba para comidas. Fue grande, Jesús instituyó ese espléndido y generoso milagro que es la comunión entre Dios y el ser humano, la fusión entre Dios y el hombre con el pan y el vino.

Fue una reunión de amigos, compañeros y aliados, percibían que algo grave sucedería, pero aún no se daban cuenta de que lo grandioso no estaría en la aterradora muerte de Jesús, sino en la misión de trascendencia que les dejaría con su resurrección que marcó el camino al cielo, el destino definitivo.

No advirtieron en su justa medida el simbolismo del pan y el vino que Jesús compartió entre todos, no entendieron en ese momento solemne que no era aquella cena sólo un encuentro sino el comienzo de toda una misión de vida que trascendería la historia de la humanidad con ellos como maestros y abanderados.

No lograron comprenderlo en ese instante, tuvieron que angustiarse aún varios días hasta que Jesús voló a la eternidad, dejó en sus manos y compromisos la historia del mundo a partir de la ascensión que jamás olvidarían. Lo vislumbró mucho antes el traidor, el miserable de las treinta monedas de plata que por tal dinero ruinmente habido compró su infierno.

El egoísmo, las pretensiones propias, engañan a los hombres y mujeres que descuidan la verdad y hasta la desprecian, sobrevaloran las recompensas en oro y plata dejando en los albañales de la vida sus almas y conciencias. Nunca entienden que las riquezas duran unos años -más o menos dependiendo de cuándo y cómo sean sancionados por perjuros a la honorabilidad- mientras que la bondad y la satisfacción de tenerla y ejercerla, de llevar sus vidas bajo la guía de los diez mandamientos, son eternas, tesoros invalorables de la existencia.

En esta Venezuela nuestra tan tiranizada por fanáticos, corruptos y militares como estaba aquella Judea por las legiones y la férrea dictadura romana, marcial, legalista, corrompida e inmunda, pero implacable, el huerto de los olivos está sembrado de una mescolanza de ingratos, traidores y bandidos, pero también de ciudadanos con principios éticos, valores y buenas costumbres que mantienen su dignidad y esperanza entre anaqueles vacíos, bolsas de basura y los peores servicios públicos que podamos recordar.

El calvario es nuestra verdad hacia un Gólgota con la cruz de la crisis y la hiperinflación a cuestas, aun sabiendo que, con la muerte, la injusticia y la tiranía llegarán también el rayo y sismo justicieros terribles que desgarrarán el velo del templo y pondrán de rodillas, aterrorizados, a quienes nos sojuzgan y mantienen bajo el dominio de las lanzas y espadas que cortan cabezas y perforan carnes mientras la falsa maravilla de la revolución retorcida trata de sobrevivir.

Hoy es jueves de pesar y temor, pero con la certeza de que todo va a cambiar, de que vendrá, nacido de la patraña atea del 20 de mayo, el esperado milagro de la resurrección y la vida.

Venezuela merece mejor y tendrá mejor, invoquemos a Dios, estos días santos para que nos dé la oportunidad de trabajar, crear y realizar un país, del cual sentirnos orgullosos, vivirlo, disfrutarlo, criar y educar a nuestros hijos, motivar a los nietos, morir con la tranquilidad y certeza de que futuras generaciones lo corregirán y perfeccionarán de acuerdo a principios éticos, valores morales y buenas costumbres ciudadanas.

@ArmandoMartini