La esperanza de la Navidad, por Armando Armas
La esperanza de la Navidad, por Armando Armas

Nacimiento-

 

La verdad es que no soy las persona más religiosa del mundo, pero si algo me queda claro es que la historia se divide antes y después de Cristo por el hecho de su prédica y acción desde el amor, su sacrificio personal por mantener la coherencia con sus ideales, y la organización que hubo luego para consolidar dicha visión/enseñanza/ejemplo a través de la iglesia (o las iglesias).

Hace 2017 años, José y María, una pareja pobre de Judea, llegaba a Belen huyendo de los designios de Herodes, el rey que había ordenado el asesinato de todos los niños por la amenaza del nacimiento del rey de los judíos. Maria ya estaba por dar a luz, cansados de tanto trajinar, con hambre y fatiga, después de haber sido rechazados por los posaderos de la zona al final lograron asentarse en un pesebre.

Entre la noche de ese 24 de diciembre y la madrugada del 25, la joven mujer traería al mundo a quien se convertiría en la esperanza de la humanidad … Al menos eso es lo que nos dicen a quienes crecimos bajo la tradición religiosa del cristianismo.

Con la llegada del

vino la promesa de un mundo mejor. Y esa idea, la idea de la esperanza de un mundo mejor, más allá de las diferencias y/o discrepancias históricas y religiosas que sobre la fiesta de Navidad puedan haber, es la idea que estamos llamados a abrazar el día de hoy.

La prédica de amor y bondad de Cristo hizo de su nacimiento un evento que dividió en dos el tiempo de nuestra era. He allí la esencia de la celebración a quienes pertenecemos a la tradición judeo-cristiana. La celebración del nacimiento de una esperanza que radica en la prédica y el accionar desde el amor.

Un amor tan grande que llego hasta el sacrificio de su propia vida para abrir la posibilidad de redención a todo aquel que se arrepintiera (requisito personalísimo) de sus errores (pecados) y de esta manera liberarlos.

El amor por nuestra familia. El amor por nuestros seres queridos. El amor por nuestros amigos. El amor por nuestra tierra. El amor por nuestras tradiciones, nuestra música, nuestros olores y nuestros sabores.

Algunos de esos amores que hoy en día parecen solo recuerdos que añorar, pero deben ser en realidad los motivos para seguir luchando.

Y es que cada manifestación de amor lleva consigo una semilla de esperanza; y la esperanza es el combustible del alma.

Es imperativo que logremos rescatarla y para ello primero debemos reconocerla hasta en los más pequeños gestos de amor. En los más cotidianos. Que nos alegremos, por ejemplo, con el júbilo de las familias que hoy se reencuentran, bien sea por el retorno de sus seres queridos a sus casas o la visita a otras latitudes a las que han tenido que marcharse buscando oportunidades de vida.

En este sentido no puedo dejar de mencionar a las familias venezolanas de aquellos que fueron injustamente detenidos por luchar por su país.

Soy de los que tiene reservas con el llamado “proceso de negociación” que se está llevando a cabo actualmente entre el régimen de Maduro y la representación de la oposición, pero es un echo irrefutable que hoy por ejemplo, decenas de familias gozarán de una alegría enorme de poder pasar navidad con sus seres queridos, y esto, en buena medida, se debe a este proceso.

Estoy seguro que el día de hoy, a esas familias las embarga un sentimiento de satisfacción y algarabía y tienen, sin duda, la esperanza renovada y a flor de piel. Una esperanza que esperemos sea contagiosa y se propague a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad para que en el 2018 se produzca el tan añorado cambio para Venezuela.

Ese es mi ruego y esa es mi esperanza de esta navidad.

@ArmandoArmas