¿Es la opción militar una intervención militar?, por Milos Alcalay
¿Es la opción militar una intervención militar?, por Milos Alcalay

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Ante el desastre económico, financiero, social, ético e institucional que sacude a Venezuela, los países de la región han mostrado su angustia por la obstinada posición del régimen de agravar el cuadro de la convivencia nacional, al consolidar contra viento y marea una fraudulenta Constituyente que no solo es ilegitima en su origen, sino también en su desempeño al convertirse en un órgano inquisidor supra constitucional que aplasta a los otros Poderes: Fiscalía, Asamblea Nacional; Diputados electos; Alcaldes en ejercicio. Con ello, desestima las advertencias internacionales y convierte a nuestro país en un factor de riesgo para la seguridad de la región.

Trump pronunció recientemente una frase que impactó a la opinión pública al afirmar que en Venezuela “la opción militar no debe descartarse” cuyos alcances fueron manipulados como si se tratara del anuncio de una invasión militar norteamericana para derrocar a Maduro.

En su recorrido por América Latina, el Vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence, precisó dos aspectos: 1.- que el tema Venezuela no está ausente de la preocupación común con los países visitados (como tampoco está ausente en la OEA, o Mercosur, o Unión Europea, o en las Cancillerías del mundo) y 2.- que las declaraciones de Trump estaban enmarcadas en un análisis multilateral apegado al Derecho Internacional, compartiendo los alcances de la Declaración de Lima aprobada por los países latinoamericanos más destacados.

En el ámbito hemisférico, es evidente que la agenda militar multilateral se evidencia en las reuniones periódicas que realizan los Ministros de Defensa del Hemisferio (por cierto que hoy se trata de Ministros Civiles en la mayoría de los casos). El aporte que los militares pueden dar en coadyuvar en el diseño cívico-militar en el hemisferio es evidente.

En la medida en que se ha venido consolidando la democratización en nuestra región, los militares no pueden dejar de lado la opción de acompañar a sus Gobiernos en aquellos mandatos que derivan de Acuerdos suscritos por los Estados, tales como la Carta Democrática Interamericana o la Convención Interamericana de Derechos Humanos, a lo que se suman las graves amenazas como el terrorismo, el narcotráfico, la migración desenfrenada y la corrupción a grandes escalas promovida por actores destacados de Gobiernos corruptos.

Lamentablemente el caos de Venezuela ha hecho que miles de compatriotas se vieran obligados a cruzar las fronteras generando graves problemas sociales para los países vecinos, a lo que se suma la preocupación por grupos ilegales e inescrupulosos puedan crear focos influenciados por fuerzas terroristas, de narcotráfico, de delincuencia común. Por ello, los militares latinoamericanos no pueden estar excluidos del análisis de la situación; como tampoco lo están los Diplomáticos, los Ministerios del Interior; de Salud; de Vivienda; de Trabajo; de Seguridad, etc.

A nivel mundial, la opción militar está contemplada en la Carta de la ONU al asignarle a las Fuerzas Armadas un papel protagónico en las operaciones de Paz bajo la egida de la ONU, y su cooperación con instituciones regionales. Podríamos ahondar con otros ejemplos que demuestran que la opción militar, no necesariamente es una intervención militar norteamericana; sino un mecanismo adicional que debe sumarse a la arquitectura democrática y civil del Hemisferio.