A Winston Vallenilla, por Brian Fincheltub
A Winston Vallenilla, por Brian Fincheltub

NeomarLander

Foto: Isaac Paniza / @ipaniza

Hay quienes se vuelven completos extraños aunque hayas tenido la impresión de alguna vez conocerlos. Quizás siempre fingieron y lo que veíamos de ellos era solo una caratula, quizás su verdadera esencia es lo que muestran hoy. Yo me voy por el segundo planteamiento, nadie se transforma de un día para otro en un ser sin escrúpulos, inhumano y despreciable ni por todo el dinero del mundo, al menos eso es lo que yo creo. Tiene que haber pasado algo antes que hizo de esta persona un ser despreciable, de débiles valores y convicciones canjeables.

Durante años vimos en pantalla a Winston Vallenilla, un animador que ocupó un lugar importante para muchos hogares  venezolanos, sobre todo porque mientras se mantuvo en RCTV no tuvo otro mensaje que la unión y el encuentro entre todos los venezolanos. Su función no era otra que la de entretener sin distinción de raza, credo o condición social. Entre esos muchos hogares que se entretuvieron escuchando el famoso grito «¡Familia!» posiblemente también estuvo el de Neomar Lander, joven de apenas diecisiete años que perdió la vida durante protestas en Caracas. Ese mismo al que Winston pretendió ensuciar con el pantano en el que nada.

La pregunta que me hago es ¿qué tiene que pasar por la mente de alguien para tratar de disminuir la condición humana de una víctima solo por su posición política? Tú que eres padre deberías saber lo que duele un hijo, tú que hablabas tanto de familia, deberías al menos entender el sufrimiento y la rabia que significa para la familia de Neomar, tener que enterrar apenas un niño que empezaba a vivir y de paso vivir la indignación que significa el asesino moral del cual tú fuiste participe.

Pero Neomar incluso después de muerte sigue dándole lecciones a gente como tú, que es capaz de adoptar una posición solo por conveniencia, que se vende al mejor postor, gente que siempre es posible encontrarle un precio. Como todos los que salimos a las calles, Neomar sabía que su vida estaba en riesgo al protestar, pero su deseo de vivir en un país donde quepamos todos, donde nos ofrezcan más que una urna o un pasaje sin regreso, donde haya principios, donde seamos reconocidos por igual y no nos traten como ciudadanos de segunda pudo más que su miedo a morir.

La memoria de un mártir no la ensucia alguien cuya alma suficientemente manchada es su mayor condena. El nombre de Neomar Lander quedará registrado es las nuevas páginas de la historia de la Venezuela por nacer, el tuyo en el basurero de la miseria. ¡Honor y gloria a nuestros héroes!

 

@Brianfincheltub

Fincheltubbrian@gmail.com