Esto va a pasar, por María Elena Arcia
Jun 04, 2017 | Actualizado hace 7 años
Esto va a pasar, por María Elena Arcia

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El título de esta nota corresponde a una canción que, el poeta, compositor y novelista Chico Buarque, curiosamente escribió en los últimos años de la dictadura que vivió Brasil durante 20 años, estando convencido, como yo lo estoy hoy, que aquello iba a pasar. Dando ésto por sentado, sin que signifique dejar de hacer lo que sea necesario para ello afuera en la calle y adentro en los salones, habrá entonces que empezar a preocuparse por el mañana para proponer ideas y acciones que nos permitan transitar hacia un país sin conflictividad que pueda llevarnos a desarrollar una sociedad donde prevalezca la civilidad y el progreso y sea posible la gobernanza.

Obviamente será fundamental contar con un plan de gobierno, que presumo existe y ha sido elaborado con los aportes de los mejores técnicos, políticos y miembros de la sociedad civil comprometidos con el cambio y tomando en cuenta lo que tocará encarar. Sin embargo esta nota la dedicaré a que tomemos un rato para reflexionar sobre unos aspectos que en mi opinión podrían ser determinantes

Tendremos que revisar con mucho detenimiento la espiral de la intolerancia que se ha instalado en el discurso y conducta de la mayoría de la ciudadanía y aquí incluyo a ciudadanos comunes y líderes de las ambas tendencias. Esta tarea va a requerir de liderazgos políticos, sociales, empresariales con mucha sensatez, equilibrio y humildad para reconocer los errores del pasado y convocar a la sociedad a diseñar una nueva fórmula de convivencia ciudadana.

Será fundamental contar con talentos que estén dispuestos a dedicar su tiempo y esfuerzo a la gestión de la cosa pública que no es otra cosa que «dedicarse al asunto de los demás» para evitar, como ha ocurrido en el pasado, que la mayoría de quienes estén dispuestos a hacerlo lo sea porque no sirven para otra cosa, están ansiosos de poder o tienen un dictadorzuelo por dentro. Por ello habrá que tener cuidado con la máquina de triturar honores y prestigios, que en el pasado remoto y reciente ha sido utilizada por sectores de la sociedad con variados fines, sin dejar de observar muy de cerca el comportamiento y honestidad de quienes decidan participar en este desafío. Estamos todos obligados a reivindicar la actuación en la gestión pública para atraer a los mejores.

Tendremos que cuidarnos de políticos presos de histerias moralizantes, jueces haciendo de justicieros, investigadores desatados y medios de comunicación publicando cualquier estupidez filtrada por los anteriores. Habrá que actuar con mucha sensatez y serenidad, teniendo claro que el objetivo primordial deberá ser la reconstrucción del país y con ello de la sociedad.

Queremos que Venezuela sea hoy (mañana) mejor que ayer y esa pregunta nos la tendremos que hacer a diario para poder corregir el camino en caso de desviación cuidándonos de no «replicar» la barbarie.

Será indispensable buscar formas civilizadas de estar en desacuerdo, cosa que pareciera ser uno de los desafíos no sólo de Venezuela sino del mundo moderno por lo que habrá que contar con personas con mucha solidez y templanza para resistir los ataques que recibirán.

Vale la pena en este punto recordar la definición de Immanuel Kant al derecho como el «conjunto de condiciones que permiten a la libertad de cada uno acomodarse a la libertad de todos».

Habrá que tener mucho cuidado con el imaginario mítico y simbólico que impida avanzar en la reconstrucción y la reconciliación

Ojalá todo lo vivido en los últimos 18 años nos permita un aprendizaje individual y social que se trasmita a las próximas generaciones y nos evite caer en experimentos similares al de la Revolución del Siglo XXI. Como decía Jung, no hay crecimiento sin sufrimiento y creo que lamentablemente para los venezolanos, los 40 años de democracia y estabilidad nos generaron mucho confort físico, mental y «ciudadano» que nos impidió pensar que nada es gratis ni eterno sino se lucha para ganarlo y luego mantenerlo.

@malarcia