Ahora o nunca ¿Guerra o negociación?, por Eduardo Semtei
Ahora o nunca ¿Guerra o negociación?, por Eduardo Semtei

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Quienes pronuncian esa frase como si fuera un conjuro mágico que anuncia la caída irremediable del gobierno ante la exitosa marcha de las masas incurre en engaño, quizás en autoengaño. Nuestros arrojados combatientes para el enfrentamiento final son adolescentes armados de piedras, escudos de madera y zinc y un par de cohetones. No suman 300 en todo el país.   Del otro lado unos 100.000 hombres fuertemente armados.  Pasan los nuestros entre los marchantes, con su vestimenta características, algunos con máscaras antigás  y son aplaudidos por los manifestantes que ven en ellos la salida. Ven  pero no miran. Atavismo ultrista.   En el fondo muchos piensan que mientras más asesinatos ocurran, mientras más muchachos mueran, más cerca está la victoria. Es ahora o nunca repiten torpemente sin meditar seriamente lo que dicen.   Mientras son vitoreados y admirados por su arrojo, ni uno solo de los marchistas los acompañan. Los ven pasar, los saludan pero no los siguen en sus temeridades. No obedecen a ningún partido. No siguen las instrucciones de la MUD. Tienen total autonomía. Libertad para cerrar calles y avenidas. Y para participar en procesos de incautación, que son  muy parecidos a los saqueos.  Los pequeños comerciantes han sufrido en carne propia el despojo de sus negocios. Estos hechos deforman la imagen de protesta pacífica que todos queremos mostrar a nivel nacional e internacional.  La distancia entre los millones de venezolanos protestando en la calle y los jóvenes de casco, capucha y guantes es notoria. Es evidente.  Algunos comerciantes de Altamira y Chacao han advertido la existencia de grupos de encapuchados que le ofrecen protección para no ser víctimas de saqueos. A veces en las avenidas los conductores son invitados a colaborar, o conminados.  Es una desviación perversa.  Pareciera flotar en el ambiente el deseo de un golpe de estado animado por el sacrificio de los jóvenes. Anhelan una “insurrección militar de las buenas” ya que la chavista fue una “insurrección militar de la malas” Sueñan que el ejército se va a dividir y la parte buena defenderá la constitución a sangre y fuego y derrotará a la parte mala. Están bajo la pesadilla de un régimen militarista y sueñan con otro que lo sustituya. Mayor paradoja imposible.  Esa teoría no es muy convincente, incluso se le puede anteponer el dicho según el cual es mejor un malo conocido que un bueno por conocer.  Pero allá en el fondo, la mayoría sueña con un despertar bonito según el cual el ahora o nunca se transformaría  como por encanto en un ahora. Los más desesperanzados meditan seriamente sobre la necesidad de una guerra, de un enfrentamiento civil, de una conflagración entre hermanos.  Del otro lado,  el miedo oprime corazones y nubla razones. Se  ve en los ojos de sus principales hombres y mujeres  el pánico ante el futuro.  Tienen terror ante la ley. Pavor ante la venganza que la suponen incontrolable. Su visión del futuro es cárcel, persecución y muerte.  Acarician la idea de una batalla masiva donde haya ganadores y perdedores.  Esos dos grupos: Los desesperados y los acobardados se convierten paulatinamente en fieles creyentes de la hipótesis del enfrentamiento, se necesitan mutuamente y aumentan en cantidad en virtud  que la gran mayoría de los políticos y partidos tienen miedo de completar la frase Ahora o Nunca con un corto pero poderoso  estribillo…ahora es el mejor tiempo para negociar una salida democrática, constitucional y pacífica.  Las condiciones objetivas internas y externas nunca fueron tan positivas y alentadoras. Hay millones protestando y hay docenas de países apoyando. Siempre la paz será superior a la guerra. Siempre se puede evitar una guerra.  A los demócratas nos interesa un cronograma electoral que fije las elecciones regionales, municipales y presidenciales. A ellos les importa su salud, su familia y su existencia material. Nadie quiere morir, aunque esa opción va avanzando en las conciencias. Estamos a tiempo de evitar una autopista de sangre donde todos seremos perdedores y ninguno de los dos bandos será capaz de eliminar al otro por los siglos de los siglos.  Ejemplos sobran: Nicaragua, Argentina, Chile, Francia, España, Alemania. Jugar con fuego  no es precisamente un acto de bondad para con nuestros semejantes. Hay entre los dirigentes de  la oposición la tentación de sobresalir como el líder más aguerrido, valiente y temerario.  Hay en el gobierno la tendencia entre sus dirigentes de brillar como el más tramposo, hábil e inescrupuloso.  Otra rivalidad que conduce al incendio, a las atrocidades de la guerra. Los valientes contras los inescrupulosos. Por allí tampoco hay salida democrática, constitucional y pacífica. Y eso hay que meditarlo. Observarlo sin mayores apasionamientos.  Con el mejor esfuerzo de la razón y el análisis objetivo. Si el Rey está desnudo que no sea un niño inocente que lo advierta.  Estamos adicionalmente acorralados en un tercer submundo.  Unos gobernantes que se sienten dueños de todo el poder y quieren seguir detentándolo y otros que se sienten fuera del poder y quieren tenerlo todo sin que sus contrapartes puedan reservarse o merecer algún área de poder.   Del grupete de lo tengo todo y tu nada, por un lado, y por el otro la cofradía del no tengo nada pero lo quiero todo no puede salir nada pacífico, nada democrático, nada constitucional. Guerra y muerte. Nuestros dirigentes en la oposición tienen miedo a un rechazo de los radicales a las ideas de negociación.  Diálogo, paz y negociación han sido convertidas en ideas y palabras malditas tales que, quien las pronuncie quedará condenado a los infiernos del desprecio y a la cueva de la cobardía.  No hay ningún conflicto en la historia de la humanidad que no haya dado paso a conversaciones y negociaciones.  El más notorio: VietNam. Lamentablemente, el diálogo en Venezuela se inició con tres grandes taras: La oposición sin una agenda clara, sin propósitos definidos y sin negociadores entrenados. Los facilitadores sin experiencia, excesivamente remunerados  y sintiéndose actores de una gran película internacional con sus burdas exhibiciones. Recuerden a Zapatero cada dos o tres semanas reunido con Maduro en ropa deportiva. Y por la parte oficial, del gobierno, unos delegados con una inmensa caja llena de trampas y sorpresas. Un “Triálogo” muerto al nacer. Vamos todos a recordar y aprender del proceso de Contadora. Vamos a repetir lo bueno de esa iniciativa y ponerla en práctica.  México, Colombia, Panamá y Venezuela se reunieron en Isla Contadora, Panamá,  el 07-01-1983, para buscar salida al conflicto armado en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Se llamó el Grupo Contadora. Más tarde en 1985 se sumaron Perú, Argentina, Brasil y Uruguay para constituir el Grupo de los 8 que felizmente influyó en forma determinante  para darle fin al conflicto y adelantar los procesos electorales, democráticos y constitucionales. Aquí se podría ensayar una salida semejante. Eso sería una buena recomendación de la OEA en lugar de los radicalismos e intercambios de peñonazos verbales entre Maduro y Almagro. La OEA salió del bobo chileno  al karateka uruguayo. ¡Que par de dos! Quizás si la ONU envía un Comisionado Especial se abran más pronto los caminos hacia un buen final.  Todo está por verse.

 

@eduardo_semtei

El Nacional