La oposición vive, la lucha sigue, por Armando Martini Pietri
La oposición vive, la lucha sigue, por Armando Martini Pietri

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FOTO: Javier Ross

Lo que se anunció. Se advirtió, habría que precisar. En todo el país. En Caracas, para más detalle, se unieron Este y Oeste, Norte y Sur. Sin exageraciones lo decimos. Con entusiasmo y clarísima voluntad, incluso con fervor y gallardía, los venezolanos salieron a las calles a manifestar, reclamar y exigir democracia. 

Mientras el Gobierno requería, no sin dificultades, la presencia, quisiesen o no, de sus rojos, rojitos. Empleados públicos desganados y obligados a caminar, los milicianos a entrenarse en el oficio ordenado, de sabuesos guardianes. No son dóbermans ni pastores alemanes ni rottweilers, son cruzados criollos de colmillos similares. Mueven la cola, ladran, y con entrenamiento pueden convertirse en mordedores.

Quizás la verdadera madre de todas las marchas fue aquella del 11 de abril 2002, pero la de este 19 de abril le llego muy cerca, pero la supera en voluntad y coraje. En 2002 el régimen mostró por primera vez, su auténtica calaña. En 2017, muestra alarma, pánico, con irregulares uniformados ocultos por cascos y gases lacrimógenos, amenaza con armar y sacar a comprometer sus conciencias en la calle, engañados con poco entrenamiento, mentes groseramente manipuladas que podrían terminar siendo desarmados a la fuerza.

Se tiene que haber sentido el frío gélido en el espinazo rojo, la grabada y difundida de que, si toda la protesta es obra de la derecha burguesa e imperialista, entonces todas las ciudades grandes, medianas y hasta las pequeñas del país son de derecha burguesa e imperialista.

Muy sordo, ciego por completo y con la mente bloqueada tendría que estar el oficialismo para no ver ni escuchar este gigantesco, abrumador, espeluznante grito de “¡no más tiranía!”, “¡libertad y democracia!” que se levantó estruendoso desde todos los sectores, tsunami arrasador de los abusos, que ha inundado mentes, corazones y temores con fuerza imposible de atajar.

Inevitable preguntarse: ¿Qué pensaron? ¿Qué percibieron? ¿Qué interpretaron? ¿Qué comentaron entre sí? ¿Qué contaron después a sus camaradas, amigos y familiares los policías y militares enviados a reprimir con habitual ensañamiento? Puede que acumulen odio, pero también miedo a lo colosal y poderoso, desasosiego por su propio destino incierto, el picante escozor de lo que han oído sobre sus responsabilidades como pecados personales que no podrán ser borrados por la orden de ningún superior. Ante los tribunales y justicia internacionales -y dentro de no mucho también los nacionales-, las órdenes no valen ni valdrán nada, cada funcionario de policía civil o militar, será juzgable por sus abusos y violaciones a los derechos humanos, cada bomba vencida o no, cada perdigón, cada golpe es un delito mayor a ser juzgado y sentenciado.

Deben estar furiosos y atemorizados los guapos de alcantarilla y valientes en grupo pero cobardes en soledad, los llamados “colectivos irregulares” aunque no son más que pandillas y pandilleros.

En zonas densamente urbanas, esbirros ejercieron su valentía lanzando bombas lacrimógenas contra edificios residenciales, ayudando así a la oposición a aumentar seguidores; es decir, ahora hay más anti-oficialistas en el oeste de Caracas y uniformados gubernamentales acumulando delitos en sus cuentas personales de la infamia.

Desde comienzos la protesta entregó el primer muerto, un joven que se dirigía a jugar fútbol y al cual asesinaron de un tiro en San Bernardino, que ya es plena Caracas, Municipio Libertador, donde había multitudes opositoras desde temprano, el deportista fue la víctima fatal. El único éxito de la represión fue que los manifestantes siguieran avanzando con una bandera ennoblecida con la sangre del muchacho ultimado por algún bárbaro.

Como referencia, en este artículo inevitablemente desordenado, porque se escribe sobre la marcha, la información sobre medio millón de dólares que deben estar doliéndole no en el alma sino en la torpeza, que Citgo donó a la campaña de Donald Trump, ¿cómo acusar de golpista contra ti, a quien recibió el dinero venezolano manejado a sus anchas por el patético que se ha constituido en la más tosca, cruel y absurda herencia?

Preguntas surgen ante unas declaraciones en CNN en cuanto a que la oposición “no aceptará un diálogo con ‘los mismos’ mediadores”. ¿Siguen creyendo que es posible y venturoso dialogar con esta clase de interlocutores? Y otra duda necesaria: ¿qué piensa hoy el Papa Francisco, sigue sordo a las advertencias de los obispos venezolanos, o sólo escucha a Numa Molina?

No deja de ser indicativo que volviera a aparecer la Fiscal General con un comunicado que, dentro del lenguaje habitual, ratificó que “es un derecho constitucional convocar manifestaciones pacíficas”  y recuerda que el Ministerio Público “está a la orden de la ciudadanía (…) para recibir denuncias, bien sea por el uso excesivo de la fuerza en la que presuntamente incurran funcionarios a cargo del orden público, así como para establecer responsabilidades penales de cualquier particular que cometa delitos durante las manifestaciones”. Por ejemplo, ciudadanos cruzando el Guaire, o irregulares colectivos esgrimiendo armas de fuego y atacando a manifestantes.

Hay que resaltar la invencible, imponente, voluntad ciudadana de tomar las calles para expresarse. Las fotos contrastadas son el mejor testimonio. Del lado opositor, una multitud caminando en y desde lugares diferentes, del lado oficialista grupos rojos que suman, pero ni de lejos se acercan siquiera a la categórica mayoría que le adversa.

En el oficialismo hay gotas de fanatismo y litros de fastidio y miedo. En algunas partes del país los ciudadanos habían sobrepasado la ofensiva química y ferocidad, llegando a las sedes de la Defensoría del Pueblo. En Caracas toda la ciudad, desde los puntos cardinales, estaba más que conmocionada, regada de pueblo rechazando al gobierno y sus compinches.

Este 19 de abril de 2017, como en el de 1810, los ciudadanos se adueñaron de sus ciudades y caminos. El pueblo está en la calle y no hay milicianos, militares, policías ni colectivos irregulares suficientes para someterlos y obligarlos a desistir en su empeño de continuar. Y hoy 20 de abril, lo seguiremos dando, en Caracas y toda Venezuela, que ayer y hoy seguirán siendo un ejemplo vivo, palpitante, definitivo.

@ArmandoMartini