Aislados, por Alejandro Armas
Alejandro Armas Mar 31, 2017 | Actualizado hace 2 semanas
Aislados

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Contra toda advertencia de la mayoría de los expertos sobre la pérdida de ventajas económicas, nos sacaron de la Comunidad Andina de Naciones en 2006. Chávez debió mandar adonde mandó a los yanquis cualquier idea de una balanza comercial positiva para abrazarse a la verdadera “patria grande” con los camaradas del Mercosur. Aunque el resultado fue devastador para la producción nacional de alimentos, no les importó. Sin embargo, hasta para mantenernos dentro de un club sin beneficios para nosotros, metieron la pata. El año pasado nos suspendieron de forma tan deshonrosa, que lo único más vergonzoso fue la simulación de que presidíamos el organismo y los intentos de la canciller por colarse donde no la invitaron. Fuera de la CAN, y fuera del Mercosur. ¿Qué sigue en la agenda? Posiblemente, la Organización de Estados Americanos.

Para cualquier venezolano que no se limite a repetir como autómata los mensajes de propaganda de VTV, la última sesión del Consejo Permanente de esta asociación continental no pudo ser más embarazosa. Vista la imposibilidad de mejorar la posición del Gobierno en el foro, su representante, Samuel Moncada, estalló en ofensas y acusaciones contra los países que osaron comprometerse a buscar una solución a problemas como la falta de elecciones, la crisis humanitaria, los presos políticos y el desconocimiento de la Asamblea Nacional. Acaso todo fue justamente para evitar que las deliberaciones siguieran, como en efecto fue así. Los diplomáticos extranjeros tuvieron solo una muestra de la criminalización de la crítica a la que los venezolanos hemos estado sometidos por casi 20 años.

Pero, ¿está o no está activada la Carta Democrática que tanto hace rabiar (y estremecerse) al chavismo? Hay varias interpretaciones porque el Artículo 20 de la propia carta no habla de una “activación” y cómo iniciarla. Plantea, sí, que con el voto de dos tercios de los miembros en Asamblea General se procede a suspender a uno en el que haya habido una alteración del orden constitucional democrático, cosa que no ocurrió el martes. Antes de recurrir a esto, las demás naciones tienen la obligación de intentar solventar el problema con una suerte de mediación entre las partes enfrentadas. Según algunos especialistas, es lo que está pasando ahora. Otros plantean que el reconocimiento de que se trasgredió el orden democrático tiene que ser respaldado por la mitad de los miembros. Eso tampoco ha ocurrido.

Así que todavía estamos en la OEA. Pero, ¿por cuánto tiempo más? Parece que la situación para el Gobierno dentro de la organización, por alejada que esté de las expectativas de muchos opositores que exigen mayor firmeza ante los atropellos del chavismo, ya se le ha vuelto insoportable y no prevé otra cosa que un progresivo empeoramiento, lento quizás, pero seguro. De otra forma no se explica que Maduro quiera jugar posición adelantada con un supuesto estudio para evaluar cuán conveniente es seguir en la OEA.

Pero si la suspensión es la última consecuencia de la Carta Democrática, puede resultar difícil de entender por qué Maduro considera la posibilidad de buscar iguales o muy similares consecuencias mediante su propia mano. En primer lugar, porque simbólicamente no es lo mismo un retiro que una expulsión. El Gobierno siempre podrá sacar alguna ventaja sobre la duda de lo que pudo haber pasado si no se salía por cuenta propia.

De acuerdo, ¿y el aislamiento consiguiente no es el mismo? Tal vez, pero es probable que el chavismo se esté preparando justamente para sobrevivir como régimen no democrático aislado, una especie de Estado ermitaño, de esos capaces de enfrentar hasta la ruptura a los demás que busquen presionarlo para que cambie, y se sienten satisfechos con unos pocos aliados de peso geopolítico y económico.

Cuba, el principal referente de la “revolución bolivariana”, sabe bastante de eso. Como parte de las acciones hemisféricas cuyo objetivo fue echar del poder a Castro, en 1962 y tres años luego del triunfo guerrillero, los miembros de la OEA suspendieron a la isla. El voto fue unánime, con la obvia excepción del de los sancionados. Tal resultado contundente fue producto del contexto de la Guerra Fría, de la influencia de Estados Unidos, gran potencia liberal capitalista y anticomunista, en la región, pero también de la Doctrina Betancourt, férrea oponente de autoritarismos de izquierda y de derecha. En ese entonces no existía la Carta Democrática Interamericana, pero se argumentó que el marxismo-leninismo era incompatible con los requisitos democráticos para ser miembro.

Pues, 55 años después, ese mismo régimen sigue vivito y coleando. Recientemente ha establecido mínimas medidas de liberalización económica, pero el monopolio del poder por el Partido Comunista y la exclusión de cualquier oposición siguen siendo los mismos. La expulsión no logró su cometido, como tampoco lo hizo el embargo de Estados Unidos a la isla y otras represalias económicas. Para quienes creen que sanciones de este tipo como resultado del aislamiento necesariamente tumban cualquier gobierno, consideren que la economía cubana estaba hasta la revolución gobernada por su relación con el vecino del norte, y de pronto ese piso de apoyo desapareció.  Venezuela hoy también mantiene al “imperio” como principal socio de comercio exterior, pero en medida mucho menor a la de la Cuba de entonces.

Lo cierto es que el gobierno comunista se las arregló para mantenerse a pesar del aislamiento en su propio vecindario, y del mundo occidental en general. Lo primero que hizo fue refugiarse en los brazos de la Unión Soviética para evitar un colapso económico. Así estuvo por unos treinta años hasta la caída del bloque marxista-leninista en Europa Oriental. Desaparecida la URSS, Cuba se las vio color de hormiga por un tiempo, durante el “Período Especial” de los años 90, caracterizado por una escasez mucho mayor de lo normal, hambre y fuertes fallas constantes en los servicios básicos. Al mismo tiempo EE.UU. apretó la tuerca del embargo con la Ley Helms-Burton. Sin embargo, antes de que terminara la década la economía cubaba ya se había estabilizado considerablemente. Después apareció Chávez y no creo necesario ahondar en qué pasó a partir de entonces.

Hoy difícilmente se podría decir que Cuba está aislada. Es más, en 2009 la Asamblea General de la OEA aprobó mediante voto el regreso de la isla. Estados Unidos se opuso, pero no sirvió. Los Castro decidieron que su país no volvería al organismo a pesar del gesto. De seguro, esa decisión es lamentada por el chavismo en este momento.

Lo expuesto en el párrafo anterior no ha evitado que ahora el Gobierno venezolano copie la retórica habanera que identifica a la OEA como el “ministerio de colonias” de Estados Unidos para dominar América Latina. También gritan con histeria que la Carta Democrática tendría como consecuencia inevitable una invasión militar de Venezuela. Yo no recuerdo cuál ejército invadió Honduras en 2009, luego de que al país centroamericano se le aplicara la carta, con el voto de Venezuela además, por el golpe que destituyó a Manuel Zelaya.

Moscú, como pasó con Cuba, además de Pekín, podrían ser los amigos influyentes mediante los cuales el Gobierno mantenga sus vínculos con el mundo exterior ante un creciente repudio en América. Ellos y otros panitas no democráticos como Irán, Siria y Bielorrusia. También pudieran profundizarse los lazos con los regímenes africano y asiáticos que engrosan las filas de esa reliquia de la Guerra Fría que es el Movimiento de Países No Alineados, que nuestro Ejecutivo tanto de jacta de prsidir. Y con razón: su interés por la promoción internacional de los Derechos Humanos, dada la situación interna en la mayoría de sus miembros, es prácticamente nulo.

Pero lo más probable es que los socios clave sean Rusia y China. Son ellas las que tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y que pueden efectivamente defender al chavismo en ese espacio. Noten, a propósito, que el argumento inicial del TSJ para terminar de disolver la Asamblea Nacional fue el interés del Gobierno por crear empresas petroleras de capital mixto sin el aval constitucionalmente obligado del Parlamento, imposible con la oposición en mayoría. Varias de esas empresas ya fueron creadas pasando por encima de la cámara, ni más ni menos que con capital ruso.

Los más recientes eventos de esta acontecida semana me obligan a mencionar la cadena de manifiestos de rechazo o, al menos, preocupación de países de la región ante el “Fujimorazo a la venezolana”, y que incluyen el retiro de un embajador en Caracas. Ello es una señal del aislamiento al que Miraflores y la Casa Amarilla están dispuestos a sumirnos con tal de mantener el poder. Los hechos se precipitan, para bien o para mal.

@AAAD25