Rotundo fracaso, por José Domingo Blanco
D. Blanco Mar 23, 2017 | Actualizado hace 7 años
Rotundo fracaso, por José Domingo Blanco

VíctorÁlvarez_

 

Comparto el fanatismo por los Tiburones de La Guaira con Víctor Álvarez, el exministro de Chávez, el responsable de crear, en el 2004, el nuevo Ministerio de Industrias Básicas y Minería. Tan fanáticos somos del equipo que, durante la recién culminada temporada de béisbol, fuimos juntos a ver un juego en el Estadio. Yo tenía años sin ir al Universitario y ese día en particular -como he venido haciendo a lo largo de los 30 años que tienen mis Tiburones sin ganar un campeonato- sentí como una señal de buen augurio el hecho de que pudiera ir, junto con mi hija menor, Víctor y su familia, a ver el juego. Pensé incluso que “este sí sería el año: ¡Tiburones pa´encima!”. Fue un buen día; a pesar de que, como todos saben, mi equipo quedó fuera de la final. Sin embargo, disfruté otras cosas: el ambiente del estadium, bajar al dugout, saludar a Guillén y a los jugadores; lucir con orgullo mi camisa y mi gorra; y dejarme contagiar por el entusiasmo de La Samba. Pero, sobre todo, disfruté mucho la conversación –cargada de reflexión, revisión y autocrítica- que sostuve con Víctor … Y para quienes pensaron que mi intención con estas líneas, era debatir la razón por la cual mis Tiburones no han logrado ganar el campeonato durante tres décadas y a pesar de ello, sigo siendo fanático del equipo, se equivocan… Hace pocos días, Víctor me contactó. Y me envió un correo, que me permito compartir con ustedes:

“Estimado amigo Mingo: Cuando estuve en tu programa te comenté aquella carta que una vez escribió Cabrujas en la que -atormentado por tanto dolor en cada temporada en la que siempre vapuleaban a los Tiburones de La Guaira y le mataban la ilusión de estar en una final-, Cabrujas finalmente decidió romper con esa larga afición y se despidió de los TLG.

Te comenté que, inspirado en esa carta y cansado de tanto intento desfigurado y fallido, estaba escribiendo una reflexión en la que me despedía de la izquierda y el socialismo como opciones para construir un mundo mejor.

Recuerdo que en esa entrevista me preguntaste también por qué yo había participado en el gobierno de Chávez, y me diste una idea para incluir en la carta la respuesta a esa pregunta que tantas veces me han hecho. Finalmente terminé la carta y el padre Alfredo Infante decidió publicarla en la Revista SIC (Ser o no ser: ¿de izquierda, socialista o humanista? – http://bit.ly/2m0AZJ1). Su contenido ha sido bien recibido y está generando un debate necesario sobre si la identificación como gente de izquierda para significar el compromiso con los más débiles y vulnerables hoy sigue teniendo sentido, o más bien luce desgastada, deshonrada y anacrónica y por ello estamos emplazados a buscar otros significantes. 

Cómo sin querer queriendo estuviste en su génesis, te dejo el texto de la carta y comparto contigo algunas de las impresiones que he recibido”.

Y por supuesto, luego de recibir este mensaje; me leí la carta: y déjenme comentarles que me pareció un testimonio bien detallado y preciso, escrito por alguien que, como él mismo afirma, “conoce el monstruo porque vivió en sus entrañas”. Víctor Álvarez, el exministro de Chávez, el que estudió Economía en La Habana porque desde el liceo se sintió atraído por la izquierda. El que llegó a su Ministerio con planes bien concebidos por un equipo de profesionales que fueron removidos de sus cargos porque Chávez no soportó que hubieran firmado contra él en el Referedum Revocatorio -y descubiertos por aparecer en la Lista Tascón- a pesar de que eran los más capacitados para llevar el proyecto adelante. El que encontró cientos de trabas porque, con sus ideas, pondría fin a las roscas y la mafia. El que terminó saliendo del ministerio a causa del autoritarismo y la burocracia. Y aunque Víctor no es el primero de los exfuncionarios de este régimen en denudar su tránsito por el desgobierno; quizá sí uno de los más analíticos a la hora de explicar las razones por las cuales, al igual que Cabrujas cuando renunció a los Tiburones de La Guaira, se ve en la obligación de exponer los atropellos que ha cometido este régimen en nombre del utópico ideal del Socialismo del Siglo XXI y renunciar a él como modelo para la construcción de una Venezuela pujante.

“Mi deslinde, entonces, es con el socialismo autoritario y el dogmatismo de izquierda. Me desmarco de quienes, a nombre de la utopía socialista, en vez de impulsar una sociedad de productores libres, interdependientes y solidarios, lo que hicieron fue burocratizar, funcionarizar y someter a la fuerza de trabajo y a la sociedad. Dejo claro que mi crítica es a un modelo de socialismo arbitrario y despótico y, por lo tanto, no puede tergiversarse como una claudicación ante el capitalismo explotador, opresor y depredador. Mi rechazo a la izquierda dogmática y al pseudo-socialismo que encarna no es una rendición ni mucho menos un arrepentimiento por todo lo que he dicho, he escrito y he hecho a favor de la utopía socialista, sino un sincero intento por lavarle la cara a ese ideal, tantas veces enlodado por farsantes y charlatanes que hacen gárgaras con pueblo, patria y revolución para medrar a nombre del socialismo y manchar la reputación y el honor de esa opción”. 

La carta de Víctor Álvarez es un excelente testimonio. Los invito a leerla y a hacerla llegar a esos comunistas trasnochados que siguen creyendo que Fidel y Cuba son el ejemplo a seguir, a pesar de que la historia se ha encargado de demostrar su rotundo fracaso.

 

@mingo_1