Editorial de La Nación de Argentina: La dictadura de Maduro
Editorial de La Nación de Argentina: La dictadura de Maduro

Maduro Cilia Gladys Año judicial TSJ

Luego de no convocar al revocatorio constitucional, suspender las elecciones en todas las gobernaciones que estaban previstas en la Constitución para diciembre pasado y anular todas las decisiones de la Asamblea Legislativa de mayoría opositora, haciéndola inoperante en lo fáctico, el régimen venezolano ha dado un paso más para consagrar la dictadura que ejerce sin inmutarse y sin máscara alguna.

El Consejo Nacional Electoral, controlado por el chavismo a instancias del Tribunal Supremo de Justicia, también engranaje clave de Nicolás Maduro , ha declarado públicamente los nuevos requisitos necesarios para que los partidos políticos se reinscriban.

Esas exigencias burocráticas son imposibles de cumplir y apuntan a que el gobierno pueda quitarles la personería jurídica a las fuerzas opositoras, en especial a las que más confrontan con la dictadura de Maduro. Voluntad Popular, liderada por el preso político Leopoldo López, y Vente Venezuela, por María Corina Machado, quien tiene prohibida la salida del país, parecen tener la suerte echada en lo que hace a la proscripción.

El mecanismo ideado es tan engorroso y discrecional que hace inviable su concreción, lo que habilita al gobierno a definir a su arbitrio qué fuerza opositora puede existir y cuál no.

Elegir a la oposición es la nueva estrategia de la grotesca farsa de Maduro, emulando a Daniel Ortega en Nicaragua, quien suprimió a la oposición real y ya va por su cuarto mandato.

El cardenal Baltazar Porras, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, declaró hace unos días que «esto está calcado del modelo cubano», definiendo sin eufemismos la consolidación de una dictadura en el país caribeño.

Si a lo antedicho le sumamos la designación por parte de Maduro del vicepresidente Tareck El Aissami, un radicalizado chavista sospechado de estar vinculado al narcotráfico y a grupos terroristas de Medio Oriente, la situación es sombría para el pueblo venezolano. Por eso, un grupo de 34 legisladores estadounidenses ha hecho pública una carta al presidente norteamericano para que ejerza presión por los derechos humanos violados en Venezuela. En sintonía, el secretario de la OEA, Almagro, planteó el tema de la Carta Democrática en la OEA.

Frente a todo ello, llaman la atención las declaraciones de la canciller argentina Susana Malcorra al diario El País, de Madrid, cuando afirmó que el de Venezuela «es un problema que tienen que resolver los venezolanos, la región no puede exportar milagros».

Fallida declaración y lamentable posición la de desentenderse ante el drama que vive Venezuela, ya que nadie le exige «milagros» a nuestra canciller, pero sí una clara y firme posición de repudio del gobierno argentino, tal como lo hizo ayer Mauricio Macri durante una charla que mantuvo con el premio nobel de la paz Mario Vargas Llosa, en la Casa de América en Madrid, reunidos por la Fundación Libertad.

El silencio frente a lo que pasa hace a los países cómplices de la brutal dictadura que día tras día se consolida en Venezuela al costo del sufrimiento de su pueblo.