¿Ha muerto la mud? ¡Viva la Unidad!, por Armando Martini Pietri
¿Ha muerto la mud? ¡Viva la Unidad!, por Armando Martini Pietri

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Llevan poco más de dos meses amenazando con una reestructuración, que no termina de llegar. Y la que anunciaron, no llena las exceptivas ciudadanas, muchos la consideran una tomadera de pelo, el constante estira y encoge entre dirigentes, desagrada, molesta y parece burla.

Golpeada por el peso de sus equivocaciones y fracasos, la oposición enfrenta la inevitable e imperiosa necesidad de reformarse en profundidad, para diseñar y desarrollar una estrategia eficaz, coherente, popularmente comprensible y creíble, que permita combatir al régimen con resultados por méritos y no por desastres oficialistas. En busca de recuperar la confianza de una gran masa de ciudadanos que crece al decepcionarse, día tras día, por un liderazgo que igual que el Gobierno habla mucho y cumple poco o nada, que escandaliza como perico y defeca como paloma, aplica una manera tosca y obtusa de proceder, como marineros remando en direcciones contrarias, poniendo al bote a girar desordenado en su avance hacia la catarata.

Se ha demostrado que están perdiendo la calle, cada día menos le hacen caso, tienen dirigentes que se pelean, otros que aplican estrategias histéricas de hablar todos los días sólo por aparecer en los medios, algunos se van fundiendo a fuego lento en las cárceles del olvido, los menos dejan de lado éticas, conciencias y negocian por su cuenta para que los dejen salir a la calle, libres de prisión pero atados de manos. Se divorciaron de la realidad.

Pero no se van, seguirán ahí porque también dirigir la oposición es poder, siempre algo se consigue y mucho se planea para mejores porvenires. En política, más que en la vida, la esperanza es lo último que se pierde aunque sea siempre también lo primero que dilapida formas y límites.

En política la esperanza deja de ser constancia para convertirse en terquedad y la ideología en hacer lo que se ordena desde arriba.

Pero el tiempo en la faz de la Tierra, los llanos, montañas y ciudades, nada tiene de relativo ni mucho menos de ordenado, suele ser anti memoria, espacio para olvidar, cubrir de hierba mala los errores, mirar hacia nuevos rincones confundiéndolos con horizontes, borrarse de la conciencia la curva y fracaso final de la Coordinadora Democrática, quitarse de enfrente la realidad que los pueblos y países cambian aunque el bosquecillo diario no permita verlo. 

En esas desmemorias, campean a su gusto atracadores de conciencias, ambiciosos desmedidos, ladrones de poderes, mientras quienes deberían conducir la rebelión de los decentes, se sientan alrededor de sus fogatas de madera seca y bosta inflamable a discutir una y otra vez sus necedades egoístas y propósitos sin enmiendas, sin luz suficiente para percibir que ya no pueden darse el lujo de repetir los errores que cometieron, porque la consecuencia será terrible, la permanencia por años del desastre socialista bolivariano fracasado.

Los ciudadanos, se dan cuenta, dejan de interesarse en manifestaciones y asistencias masivas, se cansaron de ser instrumentos ocasionales. Igual les pasa a los presos y exiliados políticos.

Inició la oposición anotándose una victoria electoral que le otorgó control -casi total- de la Asamblea Nacional, de inmediato empezó a fracasar en el aprovechamiento de su aventajada posición para desmontar o siquiera debilitar el control que el régimen ejerce sobre el resto de los poderes. Y lo que para muchos es peor, fracasó en desarrollar una coherente estrategia para cumplir sus promesas. En esas lamentables condiciones, el diálogo no es oportunidad sino arena movediza en el cual mientras más se mueve más se hunde.

La palabrería sin acciones condujo a que el TSJ terminara despojándola de sus facultades constitucionales, reduciendo el cuerpo legislativo a un simple e intrascendente foro de debates públicos plenos de insultos, sandeces y vulgaridades. Es decir, a quedarse sin posibilidad de grandeza para seguir refocilándose en sus intrascendencias partidistas habituales.

Mantenerse dentro del sistema cuestionado, contaminado y podrido, le quito creencia y perdió la mayoría del capital político. El doble discurso, la doble moral, la demagogia, contradicciones e incoherencias, majaderos intereses personales y partidistas, egos, prepotencia y zancadillas, prendieron mas mechas para dinamitar la credibilidad. Lo mismo que sucedió con la tristemente célebre Coordinadora Democrática. No aprendieron nada, incluso repitieron el sepulturero. 

La contundente mayoría, quiere un cambio de gobierno, y ahora también de la dirección opositora. El desencanto esta allí, se palpa y quedo evidenciado el 23 de enero, cuando muy pocos atendieron el llamado de salir a protestar.

El dialogo se pudrió en la discordia dentro de la misma oposición, culpas y disculpas, se hizo estupidez, un grave error trajo como consecuencia, un movimiento de presión legítima de la población se diluyera en una oferta que nunca se cumpliría, una trampa caza bobos que no debió haber sorprendido a una oposición que en los últimos años ha sido testigo de cómo el chavismo ha usado siempre los procesos de conversaciones para restarle fuerza a sus adversarios a través de promesas falsas. Está claro que en los mandos oficiales maduristas no son capaces de honrar compromisos. Su único objetivo es permanecer en el poder, a cualquier costo. Es cuestión de supervivencia, eso lo entiende cualquiera por lerdo que sea.

Muchos analistas piensan que la MUD debe dirimir sus diferencias y comenzar con un liderazgo renovado, no un simple reciclado de dirigentes que tanto critican. Aparece la necesidad de disolverla, para que con nuevo ímpetu la oposición renueve su oferta política, son muchos los que aseguran que la MUD dejó de ser escenario de unidad, cumplió su objetivo electoral con la elección de la Asamblea Nacional y es hora de acciones propias de los partidos y sus dirigentes.

Un proceso que se divisa caótico, genera serias y fundadas dudas sobre la capacidad de la oposición de mantenerse unida, pues al igual que la Coordinadora Democrática, la Mesa de Unidad Democrática ha fallecido, se acabó. ¡Entierren al muerto, impulsen lo nuevo!

Llegó la hora, hay que depurarla y transformarla en una fuerza capaz de oponerse y enfrentar, no solamente al oficialismo mefítico, sino lo que Venezuela tiene por delante, que no será fácil ni rápido.

@ArmandoMartini