La República traicionada, por Alfredo Jimeno
Feb 04, 2017 | Actualizado hace 7 años
La República traicionada, por Alfredo Jimeno

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Hace 25 años nuestro país vivía una crisis profunda que lejos de solucionarse hoy se ha agravado a niveles jamás imaginados. Aquella crisis, decían y advertían hasta el hastío algunas voces expertas no suficientemente escuchadas, se debía al agotamiento del modelo petro-rentista que envenenó a nuestra democracia con la sobredimensión del Estado, acostumbrando por muchos años a los venezolanos a una ilusión que no tenía referencia en la realidad: la de que podíamos ser un país desarrollado, del primer mundo, sin esforzarnos demasiado ni esperar tanto tiempo.

El derrumbe de esa ilusión en la década de los 80 del siglo pasado fue un hecho traumático que dejó heridas que aun no terminan de sanar, y que quedaron para siempre en el ideario colectivo como un recordatorio ya mitológico. ¿Quién no recuerda «el caracazo»?

En medio de esa crisis, Carlos Andrés Pérez, figura polémica en nuestra historia, ejerciendo por segunda vez el cargo de presidente, trató de enmendar los errores pasados (en buena medida cometidos durante su primera administración) que nos habían llevado a donde estábamos. Sin embargo chocó con un sólido muro de intereses e influencias que el petro-Estado venezolano había creado gracias a la bonanza petrolera. Eso, combinado con una sobrestimación de su líderazgo que el presidente tenía, fueron el coctel fatal que dieron al traste con el encomiable esfuerzo por reformar nuestro Estado democrático para hacerlo más sólido, al tiempo que multiplicó la indignación y la rabia de una población que frustrada atacaba a diestra y siniestra a todos los líderes y partidos políticos tradicionales.

Fue justo allí, en ese momento, cuando un grupo de oficiales del ejército, traicionando su juramento y pisoteando la confianza que la República le había dado al dotarlos de sus armas de fuego para defender las libertades públicas y la soberanía nacional, irrumpieron violentamente en el escenario político dejando un rastro indeleble de sangre, fuego y destrucción. Y tiempo después, esos «ángeles vengadores», gracias a los errores de los líderes políticos de entonces y al alineamiento de muchos influyentes que ingenuamente creyeron que podían ser sus titiriteros, se hicieron gobierno y legándonos la dictadura corrupta y criminal que hoy sufrimos los venezolanos.

La historia nunca debe ser olvidada, porque ella nos recuerda quiénes somos, de dónde venimos y cómo fue que llegamos aquí, preguntas fundamentales para plantearnos lo verdaderamente importante: qué queremos para nuestro futúro, cómo lo vamos a lograr y cómo lo vamos a cuidar una vez llegados a la meta.

@AlfredoJimenoR