El término colaboracionista es utilizado con ligereza para descalificar a alguien con cuya opinión no coincidimos. El colaboracionista más famoso de los últimos tiempos fue el mariscal Petain, quien optó por rendir a Francia ante el poderío alemán. Quizá de buena fe consideró que era la mejor opción para que parte de Francia no fuese invadida. Millones de franceses lo apoyaron. El admirado general De Gaulle era casi un solitario refugiado en Inglaterra estimulando la resistencia. Gradualmente Petain se dejó dominar por el pro nazi Laval y resultó corresponsable de la deportación de judíos franceses y de la entrega de miembros de la resistencia.
Este ejemplo debe servir de alerta. Se comienza por ceder y se termina colaborando con el totalitarismo. El principal delito del héroe de Verdún no fue haberse rendido, sino haber cedido ante la presión de los genocidas nazis. En nuestro caso estoy convencido de que ni Ramos Allup, ni Borges, ni Capriles, ni la gran mayoría de nuestros dirigentes son colaboracionistas. Sin embargo, el mismo Capriles reconoció que en la MUD hay quienes son corruptos y pasan información al régimen. Debe dar nombres para no ocultar a delincuentes.
¿Será que algunos de nuestros dirigentes son ineptos? Hace algunos años, los partidos Acción Democrática y Copei se preocupaban por formar a sus cuadros. En ellos había un gran número de militantes con excelente formación y conocedores a fondo de la doctrina de su respectiva tolda. Muchos sufrieron años de cárcel y de exilio, los cuales aprovecharon para mejorar sus conocimientos. Hoy la situación ha cambiado y tenemos a varios dirigentes «express» que no tienen formación y cada vez que declaran la meten «hasta donde dice Colimodio», como expresaba un narrador deportivo cuando un bateador mandaba la pelota a lo más profundo del viejo campo de San Agustín. Es decir que sí hay ineptos, pero también otros con una excelente formación.
La principal crítica que muchos independientes hemos hecho a nuestra dirigencia es que han sido apaciguadores y han aplicado aquello de «dejar hacer, dejar pasar». Los defensores a ultranza de la MUD alegan que es lo único que se podía hacer, pero ello no es cierto. Por ejemplo, desde un inicio Antonio Ledezma afirmó que estábamos ante una dictadura y denunció la existencia de presos políticos y de exiliados, mientras otros dirigentes pasaban agachados. Posteriormente, la valiente Maria Corína se resteó en contra del régimen y se sumó Leopoldo López. El resto llegó con retardo, actúa erráticamente y critica a los citados.
Desde luego que nuestros diputados se juegan la vida todos los días por defender la democracia y muchos de ellos han sido cobardemente agredidos. Los respetamos y apreciamos. En la MUD hay gente valiosa y honesta. Quizá algunas de sus actuaciones que consideramos errores obedezcan a que son pragmáticos y tienen los pies sobre la tierra. Sin embargo, en otros casos, como el del manejo del diálogo, gente muy ecuánime opina que ha cometido errores de novatos. No podemos callar ante lo que consideramos una conducta inapropiada de Juan Carlos Caldera, Ramón José Medina y Timoteo Zambrano. Capriles debe dar otros nombres y Rosales debería aclarar si es o no cierto que está alojado en un apartamento de Heliodoro Quintero, el exdiputado dirigente de UNT que negociaba adhesiones con Ruperti, el contratista de Pdvsa que pagó los honorarios de los defensores de los narcosobrinos.
Nos sumamos a quienes proponen que, previa depuración, la MUD permanezca como organismo coordinador para lo electoral y crear una nueva instancia con participación de la sociedad civil para enfrentar al régimen en el aspecto político.
Como (había) en botica: Vergüenza le debería dar al general Padrino declarar que «Venezuela puede enseñarle al mundo como se defiende un país». Debería renunciar y pedirle la renuncia al general Antonio Benavides por los atroces asesinatos cometidos por guardias nacionales en Barlovento. Lamentamos el fallecimiento de Fernando Octavio Márquez, quien fue un destacado profesional petrolero y buen ciudadano ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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