Realidad y calle, por Roberto Patiño
Roberto Patiño Nov 15, 2016 | Actualizado hace 7 años
Realidad y calle, por Roberto Patiño

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La urgencia de nuestra realidad es implacable. El proceso de diálogo entablado con el régimen madurista se produce con unos tiempos que los venezolanos no tenemos y con emergencias como la alimentaria y médica en curso, agudizadas, cobrándose a diario las vidas de las personas.

La visión regional de la mediación del Vaticano, aunque objetiva y no vinculada al gobierno, plantea lograr la contención del conflicto venezolano, buscando neutralizar las posibles consecuencias que este pueda tener en la región, y corre en paralelo con las necesidades impostergables, a lo interno, de lograr medidas inmediatas para enfrentar la emergencia nacional y cambiar el gobierno de Nicolás Maduro y sus nocivas políticas. Condiciones necesarias para conjurar la crisis y construir un proyecto de país sostenible e inclusivo.

La fecha de mañana viernes 11 se ha planteado, para la dirigencia opositora,  como primer punto de inflexión para evaluar un proceso de diálogo que ha sido recibido con iguales partes de desconfianza y expectativa por todos los venezolanos y se da en medio de una situación de crisis y urgencia, luego de que el gobierno de Nicolás Maduro rompiese el hilo constitucional al bloquear la celebración del RR este año.

Los temores principales en torno a esta nueva situación son que el diálogo pueda convertirse en una fuente de oxígeno para el régimen madurista, ayudándolo  a mantenerse en el poder, y que los acuerdos que se deriven de la negociación sean insuficientes para solventar la enorme crisis política, social y económica que atraviesa el país. También, las pocas garantías por parte del gobierno, de respetar o mantener, con posterioridad, los pactos que puedan alcanzarse en la negociación.

Las exigencias de casi un 80 por ciento de la población, de cambiar el gobierno a través de los canales democráticos y electorales, previstos en nuestra constitución, han sido bloqueadas por el gobierno madurista, con la prohibición del RR, colocándonos en una situación dictatorial, con una fuerte represión y persecución política, donde ya se contabilizan cientos de detenidos en condiciones ilegales. Detenidos que son utilizados de manera cruel y despótica por el gobierno como moneda de cambio, a pesar de que oficialmente difunde un discurso que desconoce su existencia. El régimen madurista ha terminado por mostrar su imposibilidad de construir relaciones convivenciales y solidarias, y de lograr interacciones incluyentes y participativas y revelado su verdadera naturaleza autocrática.

La calle se ha convertido en el escenario donde los diversos sectores del país deberán confluir para plantear sus exigencias y ejercer presión para lograr los cambios políticos necesarios. Un nuevo escenario tanto para las personas como para el liderazgo político, donde es imperativa la apertura y el desarrollo de una organización y de una estrategia con objetivos alcanzables, y sostenible en el tiempo.

Un ejemplo de lo que hablamos lo vivimos el pasado jueves 3 de septiembre al acompañar a miembros del Movimiento Estudiantil en la manifestación que realizaron para llevar un documento donde exigían la liberación de estudiantes detenidos, solución a la escasez de alimentos y medicinas y convocatoria a elecciones generales, a la Nunciatura Apostólica. En esta manifestación coincidieron líderes comunitarios y dirigentes políticos que, como nosotros, formaron parte de los movimientos estudiantiles desde el 2007. Se apoyó a los estudiantes en una acción concertada por éstos, que se planificó para lograr la activación en la calle de cientos de personas. Escogiendo con inteligencia rutas y puntos de concentración, evitando la violencia para entregar un documento que involucraba a sectores de la Iglesia para su difusión y mediación.

Situaciones como esta son el signo de la realidad actual, donde se pondrá a prueba nuestra capacidad para encontrarnos en la calle, organizarnos, exigir y producir cambios, que permitan recuperar los vínculos de convivencia y democracia para salir de la crisis. La presión de calle será la fuerza no sólo para lograr los cambios políticos impostergables que buscamos,  sino también para defenderlos y continuarlos.

@RobertoPatino