¿La muerte de la política?, por Brian Fincheltub
¿La muerte de la política?, por Brian Fincheltub

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No son hechos aislados los últimos resultados electorales que han sorprendido al mundo, en todos hay elementos comunes: Descontento social, desgaste del sistema político  y agotamiento de los partidos tradicionales. Vivimos tiempos convulsionados, tiempos donde la política es desplazada por aquello que pareciera lucir traje nuevo pero que en realidad se viste del viejo ropaje del odio, del miedo a las diferencias y del proteccionismo.

Ningún país escapa a esta ola de frustración que ya ha despertado en varios lugares y amenaza con hacerlo con fuerza en varios otros. Es el triunfo de los extremos sobre los consensos, de la imposición sobre la negociación, del conflicto sobre la convivencia. Lo que pareciera ser un sentimiento de cambio no es más que la melancolía por un pasado que no es posible hoy ni puede volver a serlo.

Dentro de todo este contexto, los nuevos actores irrumpen para encarnar ese sentimiento colectivo y en su camino no pierden tiempo cuando de alimentar las contradicciones se trata. No son políticos ni les interesa convertirse en ello, la gente los elige precisamente por eso. Su capital electoral se sostiene en su rol de mercaderes de la opinión pública, a la cual saben muy bien manipular y hacerla mucho más efervescente sobre los temas sensibles.

Todo esto ocurre bajo la mirada pasiva de una parte de la población, en su mayoría jóvenes, a quienes el sistema no ha sido capaz de entusiasmar y animarlos a su defensa, para ellos la política es tan sucia que no merece ni su preocupación, por eso dejan las grandes decisiones a otras segmentos del país, que no dudarán en dejarlos atrapados en su concepción retrógrada del poder.

Aquí sabemos en lo que desembocan estos procesos, gente que buscando vengarse de la clase política termina haciéndolo de sí misma. Esperemos que dieciocho años después hayamos aprendido la lección, esa que nos deja claro que siempre es mejor una democracia imperfecta a un autoritarismo perpetuo.

 

@Brianfincheltub

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