¿“Diálogo” o mamadera de gallo?, por Cipriano Heredia S
¿“Diálogo” o mamadera de gallo?, por Cipriano Heredia S

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Si alguien tenía alguna duda sobre la verdadera postura del Régimen respecto al supuesto “diálogo”, ésta ha quedado totalmente despejada con las últimas declaraciones de voceros oficialistas como Rodríguez, Bernal o Cabello, así como la cadena del propio Maduro el jueves pasado. Todos han rechazado la posibilidad de un cambio de Gobierno próximo por vía electoral, y éste último fue más lejos aún y proclamó que “ni por las buenas ni por las malas, ni con votos ni con balas, la oposición llegará a Miraflores”. Es decir, el Gobierno no piensa ni acepta medirse en nada que pueda comprometer su permanencia en el Poder.

En ese sentido, desde esta columna y por otras vías hemos sostenido que, desde que se interrumpió arbitrariamente el proceso Revocatorio, en Venezuela hay una suspensión del derecho al sufragio hasta nuevo aviso, además de una nueva violación a la Constitución. Los politólogos lo describen como el paso de un modelo “autoritario competitivo”, a uno “autoritario” simple, cuyo elemento “competitivo” (que hace elecciones) desaparece. Dicho en criollo, hemos entrado en una etapa dictatorial más abierta, aunque a algunos no les guste llamarla así, dizque porque artículos como éste o la posibilidad de opinar en algunos medios serían prueba de lo contrario. Quienes así piensan no asimilan que ya no hay libertades públicas reales, que las dictaduras evolucionan -y las nuevas mantienen algunos rasgos de democracia para exhibirlos como fachada-, y que quienes nos atrevemos a opinar libremente estamos expuestos a consecuencias de todo tipo, así como los medios que nos dan cabida.

Pero retomemos el tema central con esta pregunta: ¿Si la oposición ha puesto sobre la “Mesa de Diálogo” con tanto énfasis la exigencia de retomar el Revocatorio, o en su defecto la realización de elecciones presidenciales adelantadas como producto de otro mecanismo; y el Régimen por su parte está tan claramente negado a ello, entonces por qué éste insiste tanto en mantener el “diálogo”, y hasta acepta la mediación de la Iglesia? La respuesta es dura pero cierta: porque así se lavan la cara como supuestos dialogantes y porque además ganan tiempo. Su principal objetivo es llegar al 10 de enero de 2017 sin que haya habido Revocatorio y sin que Maduro haya renunciado forzado por las circunstancias. En otras palabras, el Régimen se dispone a vacilarse a la Unidad, al Papa y al mundo entero, y de esto hay precedentes.

Recordemos que en 2014 los factores de la MUD que decidieron sentarse con el Gobierno a un supuesto diálogo, celebraron ruidosamente el debate televisado que tuvo lugar en abril de ese año frente a varios cancilleres, porque efectivamente ese intercambio fue claramente ganado por la oposición de cara a la opinión pública. No obstante, ese fue el único encuentro. El Régimen percibió que no le convenía otro round, y mucho menos de forma pública. Pero logró sacarle un doble provecho al episodio que a la postre le sería muy beneficioso: por un lado, se lavó la cara frente a la Comunidad Internacional presentándose como amplio, tolerante y abierto a “dialogar” y, por el otro, logró enfriar bastante la protesta que había en todo el país. De hecho, al mes de ese encuentro, ya no había diálogo ni protesta, con lo cual el Régimen se salió con la suya.

Dados estos precedentes, sumados a la postura oficialista ya referida y la circunstancia inequívoca de que el Régimen nos apunta con una pistola a la cabeza mientras habla de diálogo (en una misma semana truncó el RR y asaltó a la AN), Voluntad Popular ha considerado que no hay condiciones ni buena fe del Gobierno en esta propuesta, para constituir una verdadera “Mesa de “Diálogo”. Por ello ha manifestado su desacuerdo con la suspensión del juicio político que se desarrollaba en la AN y con la desconvocatoria a la marcha pautada para el 03/11, así como por supuesto rechaza formar parte de la referida mesa. Todo ello sin romper con la Unidad, lo cual hubiese contentado mucho al Régimen.

Ahora, si bien es cierto que fungió como razón principal para que la mayoría del llamado G4 tomara tales decisiones, el hecho real de que fue el propio Papa a través de sus enviados, quien solicitó la suspensión de la marcha a Miraflores y algo de tiempo para poder avanzar en puntos elementales (lo cual era difícil negar porque la propia MUD buscó su mediación); también lo es que las circunstancias obligan a que en la próxima reunión pautada para el viernes 11/11 haya avances concretos en la única dirección aceptable para la oposición: respeto a la Constitución y determinación de un mecanismo con cronograma establecido que conduzca a unas elecciones presidenciales en corto plazo, previa designación de un nuevo CNE (al menos de las dos rectorías con período vencido) que sea reconocido y respetado por el oficialismo.

Todos los demás temas son importantes pero colaterales a lo medular. Venezuela no saldrá de la profunda crisis que vive porque tal vez se elijan nuevos gobernadores y alcaldes el próximo año. Es indispensable que haya un cambio de gobierno para que se tomen las medidas necesarias y cambie el marco conceptual e ideológico errado que nos ha traído hasta este desastre nacional. Ciertamente la gente no dejará de comer basura al día siguiente que salgamos del Régimen, tomará su tiempo enderezar tan grave entuerto, pero mientras se mantengan quienes nos gobiernan en el Poder, no habrá la más mínima posibilidad de superar el colapso en que estamos como Nación. Por el contrario, todo seguirá empeorando.

Por ello, no es chantaje ni temeridad exigir que, si no se define este viernes una ruta electoral clara, cierta y próxima que permita un cambio democrático de gobierno con el aval del Vaticano, se retome de inmediato, por un lado, el debate en la AN para determinar las enormes responsabilidades políticas que tiene Nicolás Maduro en la destrucción del país y, por el otro, se reorganice la lucha de calle de manera firme y sistemática. Lo contrario sería hacerle el juego al gobierno en su propósito de ganar tiempo a cambio de nada sustancial, y cada día que el gobierno gana, es un día que Venezuela pierde para recuperarse.

Entendamos todos que sólo la presión política y social efectiva nos conducirá a un cambio de gobierno. Hasta un eventual futuro Diálogo verdadero para canalizar una transición depende de eso.

 

@CiprianoHeredia

cipriano.heredia@gmail.com

*Diputado al Consejo Legislativo de Miranda, miembro de VP y profesor UCV