¿Vivimos en la dictadura digital?, por Carlos Dorado
¿Vivimos en la dictadura digital?, por Carlos Dorado

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¡Vivimos en la dictadura de las estadísticas y de las Redes Sociales lideradas por la tecnología! Ya no podemos ver un partido de fútbol en paz, sin que nos digan cuántos pases hicieron, cuántos kilómetros recorrió cada jugador, cuántos pitazos dio el árbitro, o la altura máxima que se elevó la pelota durante el mismo. Ya no podemos ir a un restaurante sin que nos condicionen a ver cuántos “likes”,  y qué comentarios tiene. Ya no podemos ver una película sin que nos digan si nos va a gustar o no. Ya no podemos dar nuestro email, sin que nos bombardeen incesantemente. Ya no podemos comprar en Internet, sin que nos digan a partir de ese momento, todo lo que debemos comprar.

¿Podemos vivir una vida en paz? ¿Y por qué usa la tecnología?, dirían los fanáticos de la misma. ¿Es que acaso por usarla, tenemos que entregar nuestra alma al diablo?, ¿Nació para usarla o para que nos use? ¿Aceptamos ser esclavos de la misma, o tenemos que retirarnos a vivir como ermitaños? ¿Quién le dio el derecho a la tecnología a saber dónde estamos, con quién estamos, qué decimos, o qué pensamos?

La obsesión por las estadísticas, por el escándalo, por dejarnos condicionar por la superficialidad, nos está comenzando a afectar a todos. Pues estamos convirtiendo las cifras, que eran  herramientas de conocimiento hasta hace poco,  en superficialidades para alimentar nuestro ego. Estamos convirtiendo lo privado en público; donde adoramos a la diosa de la superficialidad en detrimento de la profundidad, donde el tiempo pasa a ser inmediato, y donde lo estamos llevando  al colectivo…..y esto pudiese llegar a ser muy  peligroso para la humanidad.

Los jóvenes, y últimamente los no tan jóvenes, ahora se miden por la cantidad de supuestos amigos que logran en Facebook, o los “likes” que obtienen en cada foto que suben en Instagram, o en el número de seguidores que tiene en Twitter; llegando al extremo de comprar seguidores para engañar a los demás, sin darse cuenta que los engañados están siendo ellos mismos. ¡Hasta la amistad la estamos convirtiendo en números!

Las Redes Sociales no buscan la verdad, sino el escándalo. Lo importante es “algo” que se convierta en viral, creándole una sensación bellaca a su autor, a sabiendas de que contribuyó significativamente a que el mundo sea un poco más indecente para vivir, y que no tendrá ninguna consecuencia. Hasta llegar al triste espectáculo donde jóvenes se suicidan al ver sus momentos de intimidad expuestos a millones de personas. ¡Una gran humillación, donde termina muerto el humillado!

El mundo en general debería poner entre sus principales obligaciones, el conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas, la libertad personal, civil e individual de todos los individuos que la componen. ¡La libertad de uno, nunca debe dañar la libertad de los demás, tampoco la libertad de los demás debe terminar dañando la de uno!

En la medida que un hombre tenga la potencia de pensar o de no pensar, de elegir o no elegir, de mover o de no mover según la preferencia o dirección de su propia mente, en esa medida será un hombre libre.

Pero mientras dejemos que nuestra libertad dependa del colectivo, y del uso que éste termina haciendo de la tecnología, y dejemos de depender de nosotros para depender de los demás, estaremos quitándole la libertad al hombre para entregársela al colectivo con la herramienta de la tecnología, y en ese momento viviremos en la más bellaca de las dictaduras.

Carlos Dorado