Quiero paz, por Carlos Nieto Palma
Carlos Nieto Palma Sep 23, 2016 | Actualizado hace 8 años
Quiero paz, por Carlos Nieto Palma

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Hablar de la celebración del Día Internacional de la Paz en un país tan convulsionado como Venezuela podría resultar irrespetuoso a mis lectores que viven, al igual que yo, los graves problemas que nos acompañan en nuestro día a día, desligar el tener paz a la inseguridad que vivimos, la falta de alimentos y medicinas, los altísimos niveles de inflación, las terribles condiciones de nuestras cárceles y la grave polarización que vivimos, nos dice claramente que la paz en Venezuela está algo lejana y que debemos de trabajar en su construcción.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, el 7 de septiembre de 2001 en la Resolución 55/2821 “decide que, con efecto a partir del quincuagésimo séptimo período de sesiones de la Asamblea General, se observe el Día Internacional de la Paz el 21 de septiembre de cada año, fecha que se señalará a la atención de todos los pueblos para la celebración y observancia de la paz”.

La Organización de Naciones Unidas en su Declaración Sobre una Cultura de Paz aprobada por su asamblea general el 06 de octubre de 1999 en su artículo 1º nos dice: “Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo; g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz”.

En el preámbulo de esta misma declaración se establece “Que la paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos”. Lamentablemente pareciera que en Venezuela estamos muy lejos de este ansiado diálogo que eventualmente podría devolvernos la paz a los venezolanos.

La crisis que vivimos en Venezuela no es nueva, pero con el transcurrir de los años se ha tornado insoportable. Hemos perdido nuestro derecho a tener paz en todos los sentidos. Ya en la Declaración de Caracas sobre el Derecho Humano a la Paz firmada por muchos constructores de paz venezolanos el 18 de noviembre de 2010, se decía: “Habida cuenta de que la sociedad venezolana está inmersa en una profunda crisis política y social, caracterizada por una preocupante polarización social y política, lo que genera una creciente inseguridad ciudadana; por lo que es necesario reafirmar las vías pacíficas de solución de los conflictos que nos aquejan,  que se deben construir sobre la base de la erradicación de la violencia política de todo signo, el respeto a los principios democráticos, el diálogo y la tolerancia entre todas las personas, así como la defensa de los derechos humanos de todas las personas, puesto que son universales, indivisibles, interdependientes e inalienables”.

Estas palabras del Director General de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, en 1997 nos deberían guiar en nuestra búsqueda del derecho a la paz, “No basta con la denuncia. Es tiempo de acción. No basta con conocer, escandalizados, el número de niños explotados sexual o laboralmente, el número de refugiados o de hambrientos. Se trata de reaccionar, cada uno en la medida de sus posibilidades. No hay que contemplar solamente lo que hace el gobierno. Tenemos que desprendernos de una parte de «lo nuestro». Hay que dar. Hay que darse. No imponer más modelos de desarrollo ni de vida. El derecho a la paz, a vivir en paz, implica cesar en la creencia de que unos son los virtuosos y acertados, y otros los errados; unos los generosos en todo y otros los menesterosos en todo”.

En estos momentos nos toca a todos los venezolanos convertirnos en constructores de paz y crear dentro de los espacios en que acostumbramos a frecuentar, mecanismos para el dialogo, la cooperación y el entendimiento, hay que apoyar las acciones que se propongan como vías para construir la paz y dejar de ser simples observadores de lo que pasa, tenemos que volver a inventar un país, yo quiero paz.

 

 

@cnietopalma

El Nacional