¡Querer a Venezuela! por Carlos Dorado
Carlos Dorado Ago 28, 2016 | Actualizado hace 8 años
¡Querer a Venezuela! por Carlos Dorado

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Decía mi madre, que quien quiere de verdad quiere en silencio, con hechos, nunca con palabras; ya que el amor es el motor que mueve la vida, y la vida no es vida sin amor, sino un mero simulacro. Sin embargo, a menudo resulta tan difícil encontrar el verdadero amor; llámese a éste pareja, país, profesión. ¡El verdadero amor, casi siempre es sacrificio, pero un sacrificio que termina siendo una pasión!

¡Amor y pasión!, eso precisamente fue lo que me transmitió Rodolfo Gerstl cuando un  buen día, vino a mostrarme las fotografías que realizó desde que tenía 28 años, fecha en que hizo su primer salto desde el Tepuy Kukenán, y al fondo de la Sima Mayor del Sarisariñama, hasta el Roraima; en el nacimiento mismo del Salto Angel. Después desde un helicóptero, y hasta el día de hoy, con sus 64 años no ha parado de saltar, y de sacar fotos.

Dicen que  la belleza de una mujer no le pertenece sólo a ella. Es parte de la riqueza que trae consigo al mundo, y su deber es compartirla; y eso es lo que ha hecho Rodolfo; compartir paisajes nuestros, que son de una belleza subliminal, que permanecerá incluso cuando no haya ni un solo corazón que se desagarre por ella.

Me quedé viendo las fotos, y las bellezas que observé fueron algo indescriptible, que excitaba inevitablemente el alma, hasta hacer derramar lágrimas. La belleza es una de las pocas cosas que no dan lugar a duda; no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla. Nuestros paisajes, reflejados en esas magistrales fotos, son de una gran belleza sin ningún tipo de lujo. ¡Pero es que cuando lo sencillo es bello, el lujo sobra!

Los hombres, por desgracia, gastamos mucho tiempo pensando cómo se puede disfrutar de la vida, sin embargo los animales no piensan en esto; las disfrutan. ¿Quién es el animal? Rodolfo a pesar de ser economista y tener un MBA en Northrop University (California –USA-),  no lo pensó ni un momento, decidió disfrutarla, descubriéndola, saltando, llevando turistas a conocerlas, haciéndole fotografías.

Rodolfo cumple con la gratitud del peregrino, al no olvidar nunca la fuente que apagó su sed, la palmera que le brindó frescor y sombra, y el dulce oasis donde vio abrirse un horizonte a su esperanza. Siente gratitud  al poder disfrutar de nuestras bellezas, de nuestra Venezuela, y no  enseñarlas sería como envolver un regalo, y no darlo. Por eso vino a verme, y me dijo que quería hacer un libro con todas esas fotos, por si yo lo podía ayudar. ¿Cómo decirle que no?

Pienso en la gente que trabaja de sol a sol, en los barrenderos, en las madres que salen de su casa de madrugada y regresan tarde en la noche, y que no tienen un fin de semana libre, en los que trabajan en la construcción, en tantos héroes anónimos. ¡Esa gente quizá tenga algún motivo serio para quejarse! Rodolfo no, está enamorado y tiene pasión por nuestro país. Y ahora, tiene la posibilidad de hacer realidad un bello propósito: plasmar en un libro las fotos más bellas que pueda tener país alguno.

Le pregunté a Rodolfo: ¿Qué título le vamos a poner al libro? Carlos, qué te parece éste: “Ángel, un salto a la vida”. Honrar a la patria es una manera de pelear por ella, y sin duda alguna que Rodolfo, con estas fotos en un libro que verá la luz en los próximos meses, no ha podido encontrar una mejor forma de honrarla y de quererla.

Hasta ahora la quiso en silencio, y después de tantos años, va  a dar un gran salto, expresando esto a gritos: ¡Venezuela te quiero!

 

cdoradof@hotmail.com