Política hormonal, por Francisco Quevedo
Política hormonal, por Francisco Quevedo

Emociones

 

Basta con escuchar las declaraciones y observar las posturas de tantos en la arena política para reconocer que su conducta no es racional sino hormonal, históricamente histérica. Y eso no debe sorprendernos, porque también el voto es una decisión visceral.

Desde que Vern McGinnis escribió su libro «La Venta del Presidente», allá cuando Nixon, quedó claro que las decisiones y actuaciones políticas obedecen más a criterios subjetivos que a los objetivos. El Profesor Daniel Kahneman, de la afamada Universidad de Princeton, en efecto, ganó el Premio Nobel en Economía 2002 al demostrar que «en las decisiones más importantes de la vida» como casarnos, comprar casa, renunciar a un trabajo, o votar por un candidato presidencial, «son las emociones, no la razón, los criterios que privan». Votamos por convicción ideológica, por intuición, por «feeling», y eso lo demostró Chávez, quien convirtió resentimientos ocultos en un gran sentimiento nacional. Su mensaje fue sencillo, «no volverán», el resto fue pan y circo.

El debate sobre la racionalidad del hombre se remonta al menos 2400 años. Aristóteles proponía que «el hombre es un animal racional» mientras que Epícuro de Samos propuso que más bien «vivimos en una enterna búsqueda de placer, y evadiendo el dolor…» El Siglo 20 produjo un cambio de paradigmas. Pasamos de una objetividad racional quizás excesiva a ver las cosas en contexto. «Pienso, ergo existo», dijo René Descartes. Quizás ahora digamos «siento, ergo, existo».

El problema -en efecto- es que somos a veces demasiado racionales, queremos ser más inteligentes que el pueblo, y por ende criticamos esas posturas «irracionales» tipo «con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo» porque no las entendemos. «Si son brutos» dicen algunos. ¡Hermano, «de inteligencia no te vas a morir», ojo, y es porque te sobra! «La gente pensante» está muchas veces desconectada del folklore, del sentimiento popular, y por ello, una y otra vez «no hace click» con el vulgo, no conecta.

Tenemos ahora la inmensa oportunidad de explotar la hidrocortisona que le revuelve las entrañas al pueblo. Esas colas, esos precios, el crimen y las indolentes declaraciones que emanan del oficialismo nos desesperan. Y mientras el gobierno promueva la oxitocina que dispara el miedo, para paralizarnos, nosotros deberíamos ir al contrario, de la desesperación a la acción, trajando la adrenalina. No se trata de programas, se trata de casquillo e inspiración. «¡Ve! ¿Como que te dijo rolitranco?» hace mucho para motivarlo a uno a poner las cosas en orden.

Señores, señoras, no seamos tan inteligentes. Este pueblo es hormonal, como todos, como lo son ellos y como lo somos nosotros.

 

@fjquevedo