Resignados, sometidos y traicionados, por Antonio José Monagas
Resignados, sometidos y traicionados, por Antonio José Monagas

mas-colas

Las contradicciones en las que ha incurrido el gobierno central a propósito de la ofensiva que, ante la posibilidad real y constitucional de verse defenestrado o destituido de sus funciones administrativas asumidas por delegación del pueblo bien puede ocurrir, son groseramente desproporcionadas. El profundo miedo que padece de acometerse el mandato establecido por la Constitución en su artículo 72 respecto al Referendo Revocatorio, lo ha llevado a actuar equivocadamente. Más aún, con la premeditación, alevosía y ventaja que ha significado el manejo del asunto público mediante mecanismos revanchistas, ilegales y sectarios. Algunos dirían que estos gobernantes han conducido al país en medio de una jugarreta política impulsada por la impúdica determinación de blindar la “cloaca de la corrupción” para entonces seguir saboreando las mieles del poder.

 

Pero esto no habrá sucedido en vano. Ni tampoco ha resultado ser tan fortuito como muchos buscan tildar dichos acontecimientos. Resistirse a ser objeto de una consulta popular demostrativa de la ineptitud y de la indolencia, ha tenido un guión dirigido no sólo a sobrellevar la indignación del venezolano molesto ante el estado de cosas que desdibujó a Venezuela del mapa del desarrollo económico y social. También fue resultado de un libreto encaminado a desgarrar al país en tantas partes como lo ha permitido la malintencionada profundización de la crisis institucional, reivindicación ésta de la denominada “revolución bolivariana” confabulada con el obtuso “socialismo del siglo XXI”.

 

En medio de tan oscura desgracia, manejada como problema político, la incertidumbre inducida y perversamente aplicada como mecanismo de represión, ha sabido golpear la población. Esta situación ha devenido en angustia la cual ha causado graves frustraciones que a su vez han incitado desesperanza y resignación. Sólo que como arriba se explicaba, estas realidades han sido puestas en práctica por el régimen con la intención de quebrantar voluntades y alentar la desesperación. Dicho de otra forma, el régimen ha buscado inculcar el mayor miedo con el fin de someter a la sociedad venezolana valiéndose de procedimientos que la mantengan confundida y en constante conflicto. Pareciera que el régimen ha conseguido así la mejor manera de desactivar al país político pues al tener el espacio de acción despejado de resistencias y protestas, puede entonces maquinar sus planes de libertinaje y hecatombe con el menor contratiempo posible.

 

Las consecuencias han sido terribles. No sólo al considerar el desaliento que tan perversa situación, animada por la insidia gubernamental, ha causado a la movilidad política, económica y social del país. Asimismo, al tomarse en cuenta que tanta conmoción hizo que la población venezolana se despedazara en virtud de las desencontradas emociones y contrariados sentimientos que los referidos problemas han derivado. Desde esta perspectiva, podría hablarse de tres categorías de venezolanos. Al menos en principio, pues no cabría duda de que en el fragor de tan caótica realidad se haría posible categorizar otros sectores más en función de los efectos que dicha crisis ha generado como, por ejemplo: indiferentes, entretenidos, dormidos y salpicados.

 

Así se tiene a los resignados, sometidos y traicionados. Resignados, condición política ésta que ha convertido a numerosos venezolanos en personas arrinconadas dado el conformismo que los abate a consecuencia de haberse desconectado de los apremios que ha obligado la represión dominante. Sometidos, otra condición política inculcada por las precariedades que brinda el régimen bajo anuncios de “victoria” frente a cualquier estamento de la vida política o económica que se atreva a impugnar las (falseadas) razones que emplea para mantener opacada, adormitada y engañada a quienes por ilusos caen en las trampas del populismo demagógico. Y por otra parte, están los traicionados quienes desde tal condición política, prefirieron reducirse en términos de las acciones emprendidas toda vez que adoptaron un comportamiento que deja ver la indignación que padecen luego de verse burlados por un régimen que, de antemano, había declarado su capacidad de traicionar a cuantos ilusos o románticos de la política, pudiera.

 

Lo que si debe reconocerse es que a pesar de que el régimen ha encajonado buena parte de la población que sigue viviendo esperanzadamente el retorno de una democracia firme y decidida, los males que el militarismo exacerbado y equivocado ha provocado no serán en vano. Sobre todo, al recuperarse las libertades conculcadas por la represión que el régimen ha aventado con el auxilio de una violencia política, militarizada y confabulada. Situación ésta que ha favorecido la inseguridad que hoy campea por los cuatro costados del territorio nacional. Cabe pues expresar que tanta desidia, sumada a la ineptitud y a la desvergonzada voracidad gubernamental, consiguió fracturarse el país en tantos pedazos como desaforadas decisiones achicaron al país hasta su máxima potencia. Por supuesto, objetivos propios de la rancia dictadura que viene resaltándose. Que además, desmembró la sociedad al extremo de rajarla para ver cómo quedaba a su interior Pero lo que se vio, fue una Venezuela con escasos cupos para resignados, sometidos y traicionados.

@ajmonagas