El mito militar, por Virginia Contreras
Jul 26, 2016 | Actualizado hace 8 años
El mito militar, por Virginia Contreras

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El tema militar siempre ha estado presente en la historia política venezolana. No solamente porque el último dictador oficial que tuvo el país fue un militar, ni por el hecho de que Hugo Chávez lo haya sido. Durante todo el régimen democrático, los militares siempre han ocupado un importante lugar en la política del país. Tanto así, que era común ver a los presidentes de entonces participando en eventos públicos teniendo a sus espaldas la figura del Alto Mando militar, o de algunos otros militares. Esto, sin excluir la mar de veces que en las crónicas sociales podía observarse a los políticos de turno en fiestas y saraos con miembros de la institución castrense. En aquella época en Venezuela, el político que no tenía un amigo militar era poco menos que nadie.

Esta estrecha relación que existía entre los miembros de la institución armada y el mundo político venezolano, siempre mantuvo latente la idea de que en algunas circunstancias se hablara de la posibilidad de alguna intentona golpista.  Los alzamientos militares del “Carupanazo” y el “Porteñazo” (1962), junto con los sucesos de 1992 son ejemplos de esto.

Por ende, que cuando en el país se producen situaciones políticas de difícil solución para sus líderes, resulte obvio pensar en la posibilidad de que las Fuerzas Armadas sean capaces de intervenir.

Para nadie es un secreto que la crisis política venezolana ha llegado a un nivel tal, que se le ha ido prácticamente de las manos tanto al Gobierno nacional, como a los líderes políticos en general. Diecisiete años de gobierno revolucionario, sin que haya habido posibilidad alguna ni de enmendar la política del Gobierno, ni de sustituir a esta por parte de la oposición así lo demuestran.

De allí que el tema militar este de moda nuevamente en Venezuela, y lo está en cabeza del actual ministro de la defensa, General en Jefe Vladimir Padrino López, quien ha sido designado por el Presidente Nicolás Maduro para dirigir la “Gran Misión Abastecimiento Soberano”, a cuyo cargo estará el control de la producción, importación y distribución de alimentos y medicinas del país bolivariano.

De Padrino se ha creado una leyenda urbana de innumerables vertientes. Durante las pasadas elecciones parlamentarias, en donde la oposición gano la mayoría de los curules, mientras la directiva del organismo electoral hacia todo lo posible por demorar los resultados, el general Padrino apareció ante los medios de comunicación ratificando el apego de la institución militar a la Constitución Nacional. Esta actitud dio pie para que se crearan toda serie de rumores en donde se le atribuía un enfrentamiento con el para entonces Presidente de la Asamblea Nacional, militar retirado, Diosdado Cabello. En ese momento se escucharon innumerables opiniones favorables sobre dicho general, endilgándosele toda serie de habilidades y méritos que lo hacían ver casi como a un súper héroe. No habían terminado de  enfriarse los comentarios a favor del Oficial, cuando unas declaraciones suyas criticando a la oposición venezolana lo hicieron ver como un traidor, o un oportunista.

Hoy en día, a raíz de su designación como conductor de esta nueva misión política, el general Padrino es visto como el poder detrás del trono. Hay quien dice que este es el verdadero presidente de la Republica, o que en todo caso llegaría a serlo oficialmente si el Presidente Maduro fuere revocado.

En el caso del general Padrino este no es ni un súper héroe, ni el villano de la película.  Tampoco es el presidente bajo las sombras, ni necesariamente vaya a ser el verdadero presidente de la Republica en sustitución de Maduro, si eventualmente se produjera en Venezuela un referéndum revocatorio.

Padrino es simplemente Padrino, un ser humano de carne y hueso que indistintamente de sus habilidades, logros y /o desaciertos ha entendido lo que muchos parecen olvidar en Venezuela, y es que el esquema político del país, desde prácticamente los inicios de la primera presidencia de Hugo Chávez, es un sistema político en donde la  tradicional hegemonía civil por encima del poder militar -como sucede en todos los gobiernos democráticos del mundo- ha sido invertida, dando paso a este último.  Así, el poder militar ha ido abarcando no solo la mayoría de las posiciones políticas del Estado, sino ejecutando actividades atribuidas constitucionalmente al sector civil, supeditando de tal forma el poder civil al militar hasta borrar del mapa el obligatorio y fundamental control de gestión de la administración pública por parte de las instituciones del Estado.

El poder militar ha llegado a tales niveles, que la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional, hoy en día con el calificativo de “Bolivariana“ (LOFANB), modificada mediante Ley Habilitante por el presidente Hugo Chávez, le otorgó al Presidente de la Republica el grado militar de Comandante en Jefe, atribuyéndole el mando operacional en forma directa, o a través del Oficial activo que este designe, para la conducción de operaciones o empleo de la Fuerza Armada Nacional. Esto quiere decir que no es el ministro de la defensa, sino Nicolás Maduro  quien posee el mando operativo de la FANB, teniendo este la facultad  de dirigir el desarrollo de las operaciones militares, definir y activar las zonas de conflicto, teatros de operaciones y regiones de defensa integral, entre otras atribuciones (Arts. 19 y 20 LOFANB).

En el caso particular de la Misión Abastecimiento Soberano, ni el general Padrino, ni la intervención Divina podrán hacer algo por abastecer al país de alimentos y medicinas, simple y llanamente porque si bien la crisis económica ha llegado a niveles extraordinarios,  la causa del problema no es un asunto económico, sino político. La raíz de esta situación no es otra que la implantación de un régimen socialista, que de acuerdo a expresas palabras del ex gobernante Fidel Castro, gran mentor de la revolución bolivariana, corresponde a un verdadero régimen comunista cuyo fundamento es la colectivización de la propiedad de los medios de producción.  Esto explica el por qué el Gobierno bolivariano  ha venido destruyendo la propiedad privada y la producción nacional, para sustituirla por una controlada exclusivamente por el Estado, creando por ende dependencia casi absoluta de la sociedad hacia este.

Esto explica igualmente el porqué, a raíz del establecimiento de esta ideología, el Gobierno ha venido influyendo para la modificación de las necesidades básicas a las cuales estaban acostumbrados los venezolanos, haciéndolas ver como superfluas y sinónimo de capitalismo.  Existen infinidad de ejemplos al respecto. Pensemos en algunos sencillos, como cuando el Presidente Chávez sugería la necesidad a los venezolanos de bañarse solamente durante dos minutos, o cómo uno de sus altos directivos hacía mención a título de una concesión especial,  sobre la posibilidad de facilitar productos de maquillaje para “la belleza de las mujeres venezolanas”. No digamos entonces del intento de modificación del yo interno de los venezolanos a cambio del llamado “Hombre Nuevo”, sugerido por el régimen revolucionario. Mucho menos mencionemos la modificación de la historia patria, sus símbolos, la imagen física del Libertador Simón Bolívar, y hasta el pensum de estudios para la educación de los niños y adolescentes en el país.

Esto asimismo explica por qué en Venezuela derechos inherentes a la persona humana, como el de expresarse libremente, el de participar en manifestaciones públicas, el derecho a la propiedad, a ejercer dignamente el trabajo que cualquiera desee, y hasta el de la vida misma, han sido conculcados; y es que es entendible que ninguna persona en su sano juicio aceptaría pacíficamente que su casa fuera invadida, su empresa o finca expropiada, o su medio de comunicación silenciado. Mucho menos aceptaría tranquilamente ver morir a sus seres queridos, simplemente por manifestar públicamente.

De allí que las declaraciones emitidas el pasado jueves 21 de julio por el conocido Oficial, en donde señalara que “en el socialismo se produce para satisfacer las necesidades y para eso vamos a empezar a trabajar rompiendo todas las cadenas de las dependencias y formulando un nuevo modelo productivo y distributivo…” (Sic), sean totalmente ciertas. Lo que no dice Padrino es que esas necesidades a las que hace mención, no son las que el pueblo requiere, sino aquellas que el Gobierno decide.

Lo preocupante no es el general Padrino, sino el curso de la crisis que a pasos agigantados crece en el país sin que exista la más mínima idea de cómo frenarla. Si Padrino lograse resolver los problemas a su cargo, entonces no deberá ser considerado General sino Dios.

 

 

*Abogada, especialista en seguridad y defensa, ex embajadora de Venezuela ante la Organización de los Estados Americanos

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