¿Para qué arepas, si no hay rellenos? por Armando Martini Pietri
¿Para qué arepas, si no hay rellenos? por Armando Martini Pietri

Arepas

 

Está clarísimo que ni el Presidente ni sus ministros ni el alto mando madurista tienen la menor idea del país en el cual viven, ni de qué es, ni cómo piensa, ni qué espera la ciudadanía de escasos recursos –que llaman “pueblo”- a la cual alardean proteger. Empiezan con el argumento bobo de la guerra económica, que vendría siendo algo así  como si los empresarios, industriales y comerciantes, fueran brutos de toda brutalidad y se empeñaran en no producir ni vender para molestar al Gobierno. 

Maduro se cree de verdad un líder nacional –o al menos eso quiere aparentar-, como de alguna manera lo fue Chávez, y convoca al pueblo a reuniones a las cuales sólo asisten fanáticos y empleados públicos que, o van o los botan, y aún así las concentraciones maduristas en las calles son cada vez menos concurridas. O cuando el Presidente informa, en tono fuerte, que “ordenó”, “he ordenado”, mientras todos saben que sólo le obedecen los que están cobrando dinero y prebendas –obediencia a medias, sólo cuando conviene.

El estado tiene un montón de bolívares gracias a la caída de la economía que ha arrastrado, junto a los disparates contra todo el sistema productivo, comercial, agropecuario e industrial y con ese dinero que se devalúa permanentemente y cada día compran menos, hace proclamas semanales. Pero no tiene dólares suficientes, mucho menos credibilidad y confiabilidad, para inyectar riqueza y guía a la economía y rescatarla porque su ideología desgastada, encima rudimentaria no les ha enseñado cómo hacerlo, pues los comunistas originarios tampoco saben, si alguien quiere más detalles de esta ignorancia basta preguntarle a los hermanos Castro en La Habana. Con inmenso esfuerzo el Gobierno mantiene la prioridad de cancelar la deuda externa, convencidos de que no pagarla sería la caída total. Y muy pocos dólares quedan para ayudar al país cuyo desmoronamiento Maduro, sus hombres y mujeres de confianza empeoraron y han precipitado al despeñadero. 

Y si quieren un ejemplo del mundo vago y equivocó en el cual flota el señor presidente, léanse otra vez la apología ridícula que hizo de la arepa criolla hace pocos días. No tiene timbales para terminar de adueñarse de las empresas Polar, su envidia al éxito de Lorenzo Mendoza y su organización hace que les niegue soluciones, entonces se saca de la manga nuevas harinas hechas a base de caraotas o conchas de cambur para sustituir la que él afirma no es autóctona. Maduro, obviamente, ignora que el maíz es originario de América, hace cerca de 10 mil años lo cultivaban indígenas mexicanos, de allí se expandió al resto del continente y fue llevado a Europa por los españoles.  

Desconoce también, que la masa para la arepa se ha hecho en Venezuela a base del maíz desde tiempos inmemoriales, y pretende que la gente crea que la harina de maíz es sustituible. ¿Y las cachapas? ¿Y las empanadas? ¿Y tantos platos cuyo ingrediente principal es la harina de maíz? Que pueda sacarse harina de otros productos, no significa que las arepas, la masa de las hallacas y demás numerosas aplicaciones de la harina de maíz queden como los venezolanos estamos acostumbrados a consumirlas.

Eso, claro, para no discutir la gran variedad de productos alimenticios que Polar elabora y distribuye hasta el último rincón del país con eficiencia y precisión, ni hablar, tampoco, de la cerveza o la malta. No hay dólares para pastas, salsas, mermeladas, helados, mayonesa, margarina y otros productos, pero sí los hay para otros que sólo producen un pequeño porcentaje de las cervezas –la discreción genera suspicacias-, y que ya se apresuraron a dejar claro, públicamente, que no tienen capacidad, infraestructura, ni organización comercial para -ni de lejos- sustituir a Polar.

El Gobierno se alarma por la proliferación de bachaqueros, los trata de delincuentes –que lo son- y amenaza con ponerlos presos, desanima a cualquier emprendimiento empresarial cuando amenaza al empresariado y en especial a Polar, pero no tiene el coraje ni de meter presos a los hampones bachaqueros ni de quedarse con las plantas que su propia incompetencia económica ha llevado a paralizarse. Los trabajadores sí han aplicado aquella pomposa orden de Maduro que dijo y repitió como para asustar: planta cerrada, planta tomada por los trabajadores. 

Los trabajadores de Polar, de todos los niveles, han tomado las diversas plantas que de manera obligada hubo que cerrar por falta de materia prima y de insumos para trabajar, sólo que no las tomaron para operarlas, saben bien que si no están activas es porque no poseen material para fabricar nada, ni para regalárselas al Gobierno de Maduro: las ocuparon para que los oficialistas sindicaleros y colectivos maduristas no pudieran invadirlas y desvalijarlas. 

Muchos venezolanos se ponen nerviosos, se alarman, cada vez que Maduro habla pestes de Mendoza y Polar. Pero no se atreve, el madurismo, que también come atún, sardina, refrigerados, salsa de tomate y otros productos, sabe perfectamente –los ejemplos sobran- que si el Gobierno, los colectivos, los clap y los militares maduristas ocupan empresas Polar, aquí si es verdad que se acabó lo que se daba. El oficialismo es dueño de toda la producción de harina de maíz excepto de Harina PAN, que representa el 40 por ciento de la producción nacional, pero ha sido consistentemente inepto y torpe de cumplir siquiera con su 60 % del mercado. ¿Cuántos productos podrán producir los maduristas, a qué precio con técnicos y gerentes nombrados en base a su lealtad psuvista? Muy pocos, muy malos, muy caros. El pueblo lo sabe, los ciudadanos no son tontos.

 La población está al corriente que a Maduro lo único que le falta es acabar con las arepas, porque con los rellenos hace tiempo arrasó, ya es casi imposible comerse una deliciosa arepa con queso amarillo, telita o guayanés, jamón, caraota o cualquiera de los numerosos y sabrosísimos rellenos habituales incluyendo, claro, mantequilla. Allí está el más lógico argumento para el presidente y su desgobierno: ¿para qué arepas si ya no hay rellenos?

Pero algo están tramando, y se asegura que a pesar del desastre que ha sido PDVSA desde que se adueñaron de ella, catástrofe que pasa por la caída del mercado y precios, regalos a Cuba, derroche de dólares, accidentes frecuentes incluyendo la mortal explosión de Amuay; los maduristas se preparan con secuaces desvergonzados, ávidos de apoderarse de industrias y redes de comercialización que han costado décadas de buena gerencia e inversiones para ponerle las garras a Polar. Les niegan divisas, sin materia prima las plantas no producen, así se busca arruinar la empresa, y tener la excusa para quedarse con ella.

Conservarán a trabajadores y técnicos que no puedan darse el lujo de seguir mucho tiempo con empleos suspendidos, y descabezarán a quienes dirigen la operación –muchos de ellos, los mejores, posiblemente podrían ser absorbidos por las inversiones de Polar en otros países, los demás buscarán empleo en empresas similares principalmente en el extranjero. Experiencia y conocimiento les sobran-. Maduro no se atreve a expropiarla, siente miedo, terror, pánico y culillo, el costo político es demasiado alto, Polar tiene 80% de aceptación y Maduro solo 20%, pero crea las condiciones y asiste a sus leales para que se encarguen del asunto. Luego que las cosas no funcionen como ahora, es cuestión a la cual no alcanzan las previsiones presidenciales, que ni ven para adelante ni para atrás.

Ese plan está en marcha, tiene tiempo a pesar de que lo único constante en la revolución en sus dos etapas, la mala del chavismo y la peor del madurismo: son la incapacidad y el fracaso.

@ArmandoMartini