La Guerra Psicológica, por José Toro Hardy
La Guerra Psicológica, por José Toro Hardy

Cerebro

 

La guerra psicológica es el empleo planificado de la propaganda y de la acción psicológica orientadas a direccionar conductas en la búsqueda de objetivos de control social, político, o militar. Como en la guerra militar, el  plan de una guerra psicológica está orientado a aniquilar, controlar o asimilar al enemigo. El fin de la guerra psicológica es destruir la moral.

El actual gobierno venezolano, que no piensa sino en términos militares, sabe perfectamente que está derrotado en todos los frentes. Sabe que su famoso “Socialismo del Siglo XXI” ya no es viable. Ese modelo vivió días de gloria con motivo del aumento simultáneo de todas las materias prima. Gracias a los ingresos extraordinarios que obtuvieron, algunos líderes políticos marcadamente izquierdistas pudieron imponer en buena parte de Latinoamérica gobiernos de corte populista y en mayor o menor grado autoritarios.

Ahora bien, dada la notoria incapacidad de esos líderes para aprovechar esos ingresos de carácter extraordinario para crear economías autosustentables, utilizaron la bonanza para montar una suerte de experimento basado en el engaño de los pueblos. Hicieron creer a los ciudadanos que ellos eran capaces de crear una verdadera y profunda transformación social, cuando en verdad lo que estaban haciendo no era otra cosa escenificar un modelo de reparto, basado en dádivas que no era posible sostener si caían los precios de las materias primas.

Fueron genios en el arte de la destrucción, pero absolutamente incapaces de construir. Sólo una escenografía inútil y empobrecedora que está llevando al pueblo venezolano a lo que sin duda es la peor crisis de nuestra historia republicana. En el proceso destruyeron las instituciones y demolieron las bases en las cuales se basa el funcionamiento de la democracia. Pues bien, ya la obra llegó a su final y el público está decepcionado y frustrado.

Incapaces de reconocer su derrota recurren a lo único en lo que verdaderamente son buenos: al arte de la propaganda. Tratan de convencer a la población más humilde de que culpable de las tremendas privaciones a que está sometido el país es la “guerra económica”.

Vano intento del gobierno. El pueblo humilde no se está tragando el cuento.  Lo que sí me preocupa es que en quienes deberían constituir el sector más pensante de la población, el gobierno parece estar teniendo cierto éxito. Ha sido capaz de sembrar  una incomprensible desesperanza.

Recordemos: En las elecciones del 6D el oficialismo sufrió una aplastante derrota. La MUD obtuvo las 2/3 partes de los miembros de la Asamblea y, aunque mediante medidas apartadas de la Ley la Constitución el gobernante intenta desconocer esa victoria, lo único que logra es acaparar la atención de la comunidad internacional que por primera vez está consciente de lo que está ocurriendo en Venezuela.

El gobierno trata de convencernos de que el Referendo Revocatorio no va. ¡Nada de eso! Depende enteramente de la actitud de los ciudadano -ahora con el decidido apoyo de la comunidad internacional-  que ese mecanismo se lleve a cabo dentro del presente año. Si los ciudadanos se movilizan, no hay fuerzas en el gobierno capaces de impedirlos. Cada acción irracional del gobierno tiene un costo político elevadísimo para el oficialismo, que los coloca al borde del concepto de estado forajido.

Tengamos también presente: El pesimismo que logran sembrar en la población no guarda ninguna relación con la desesperanza y el temor que existen en el bando del gobierno. Aunque algunos de ellos piensan que no tienen a donde correr y optarían por morir con las botas puestas, la realidad es que la inmensa mayoría del bando oficialista quiere una salida civilizada.

Las filas del oficialismo están erosionadas por el temor y también por divisiones internas de todo orden. Tienen la convicción de que un grupo relativamente pequeño ha incurrido en monstruosos crímenes de DDHH, corrupción y tráfico de drogas y no están dispuestos a atar su propio destino a la suerte de esos delincuentes.

Observan lo que viene ocurriendo en la América Latina. Saben que el “Populismo del Siglo XXI” está expirando. No cuentan con Chávez ni con Lula, ni con Kirshner que fueron los máximos exponentes del modelo. Cristina fue vencida y Dilma fue sacada en un impeachment. El modelo está ahora en manos de segundones. Evo Morales fue derrotado y por tanto va de salida y, Correa en Ecuador, optó por no concurrir a las próximas elecciones. En Nicaragua, Ortega está contra las cuerdas. El modelo está haciendo agua por los cuatro costados y su derrota final habrá de producirse en Venezuela que fue donde nació.

No nos hagamos eco del derrotismo que tratan de sembrar en nosotros a través de una guerra psicológica. ¡Vamos a vencer! ¡Todas las condiciones están dadas! ¡Adelante sin miedo!

 

@josetorohardy

petoha@gmail.com