¡Mi hermano no tiene celular, ni computadora! por Carlos Dorado
¡Mi hermano no tiene celular, ni computadora! por Carlos Dorado

sininternet22

 

Los grandes hombres discuten ideas, los normales sucesos, y los mediocres acerca de las personas”, reza un proverbio hindú. Leyéndolo, viene a mi mente el recuerdo de mi madre, quien solía decirme: “Si quieres ser feliz, no escuches todo lo que dicen, no creas todo lo que ves, y no digas todo lo que sabes”.

Hoy en día, con el desarrollo de la tecnología, y el auge de las redes sociales, la mayoría de las personas escuchan demasiado, creen mucho de lo que escuchan o leen, y repiten lo que no saben; logrando como sociedad, que  la reputación de una persona pueda depender de un clic, y su privacidad de un teléfono, o del reinado que ejercen las redes sociales como por ejemplo Facebook, Instagram, Twitter…

La privacidad de las personas, está pasando por el momento más alto de su prostitución y degeneración a manos de los gobiernos, la tecnología y los chantajistas. Y hasta tanto no se valide la identidad de cada una de las personas que gravita en el mundo cibernético, no se establezcan leyes que castiguen el chantaje, la extorsión y la mentira; y no se les saque a los gobiernos su capacidad de hurgar en lo más íntimo de nuestras vidas, basándose en un supuesto deseo de protegernos; estaremos sacrificando tecnología por libertad, prestigio por chisme, y seguridad por inseguridad.

La superficialidad con la que se hace un tweet, el poco tiempo que se le dedica a elaborar una noticia, la escasa investigación que se destina a un artículo; acaban impactando negativamente en la capacidad de tener criterios veraces en la gran mayoría de los destinatarios de ese tweet, de esa noticia, o de ese artículo. ¡Más grave, cuando los medios de comunicación se hacen cómplices!

Estamos viviendo momentos peligrosos a nivel social, corriendo el riesgo de exterminar lo más sagrado de una sociedad: El individuo y su derecho a la privacidad. Llegando al colmo de que si algo sale del computador, o del teléfono; ya deja de ser privado, (a veces, hasta sin salir). Estamos sometidos a un mundo que nos espía día y noche, y que sabe qué hacemos, dónde vamos, qué decimos, e inclusive nuestros gustos; y sometidos a inescrupulosos que escondidos en el anonimato y en las sombras de las redes sociales, buscan su prestigio desprestigiando, y su forma de vida extorsionando; a sabiendas de las pocas consecuencias de sus actos inmorales.

¡No puede ser que el costo a pagar por usar la tecnología, y las redes sociales sea sacrificando dosis de nuestra privacidad! La privacidad la estamos matando a manos de gobiernos que quieren controlar todo, y de una sociedad donde cada día hay mayor superficialidad y chantaje.

A veces pienso, que la única privacidad que nos queda, es aquella que poseemos en nuestra mente, y hasta quizás ésta corra peligro en el futuro con el desarrollo de la inteligencia artificial.

La civilización debería estar en la búsqueda de una sociedad donde prevalezca la privacidad, la libertad y el respeto por el individuo; y donde se evite el control del hombre sobre el hombre, y no al contrario.

Estoy seguro de que mi hermano, que vive en el campo cuidando sus ovejas, y que no tiene ni celular, ni computadora, ni Twitter, ni Facebook, es un poco más anónimo que la gran mayoría. Pese a ello, no le gustó que el Gobierno de Galicia le haya puesto a cada una de sus ovejas, un chip en la oreja.

“¿Será que a través de mis ovejas me quieren controlar, Carlos?”, me dijo la última vez. ¡No supe qué responderle!

 

cdoradof@hotmail.com