Ejercicio de dignidad, por Antonio José Monagas
Ejercicio de dignidad, por Antonio José Monagas

Revocatorio

 

La derrota política, es una situación que la vive cualquier actor político. No necesariamente, porque vea reducida estimaciones de apoyo ante alguna impugnación recibida por adversarios cuya radicalidad sea expresión de un cuestionamiento ostensible y confeso. La derrota política puede afectar al factor político mejor posicionado en el ruedo social o económico. Aunque debe decirse que su derrota tampoco está determinada sólo por el azar o el infortunio.

Venezuela, quizás, constituye el ejemplo más fehaciente que mejor puede explicar cómo se enquista un problema causado por las razones que definen una “derrota política”. Así se tiene que en el marco del autoritarismo prevaleciente, la disposición del país político para enfrentar y resistirse a los embates que el régimen ha acordado al conjuro del asedio emprendido en perjuicio de la institucionalización de la democracia, ha venido manifestando el arrojo necesario para expresar su indignación mediante actos de protesta y rechazo a la gestión gubernamental encabezada por el presidente de la República.

Nunca un gobierno venezolano había estado peor en términos de su andamiaje político. Pero tampoco, el acoso en materia de libertades, garantías y medios de comunicación, había estado tan crítico para las fuerzas de oposición. Y si a tan abatida situación se suma la precaria situación económica, producto de la ruina del aparato productivo que maneja el régimen, el descenso de los precios del petróleo y la consiguiente escasez de divisas para las importaciones, resulta incomprensible que el mismo régimen se empeñe en forjar un absurdo ventajismo para usurpar funciones propias de otros poderes públicos. Esto no representa otra cosa distinta que un insólito e indebido abuso de poder del Ejecutivo Nacional.

Ante tan agobiante despotismo, la oposición ha venido planteándose posibles salidas del régimen. Todas, a instancia de la legalidad establecida por la Constitución Nacional. Bajo esa motivación, se dio la jornada de recolección de firmas como parte del procedimiento político mediante el cual podrá formalizarse la convocatoria de un referendo para revocar el mandato del presidente de la República (Véase artículo 72). La misma, cumplió su objetivo exitosamente. Incluso, en demasía para satisfacción de una Venezuela convencida de las bondades de la democracia como sistema político. No obstante los problemas que confronta, la sociedad nacional sigue comportándose un tanto escindida. Ello se convierte en una amenaza capaz de restarle oportunidades a las escasas vías institucionales y legítimas que la Constitución provee para recuperar las libertades sociales, políticas y económicas. Libertades y derechos éstos arrebatados al país por ejecutorias elaboradas con el más pérfido odio con el cual el régimen ha buscado instaurar su proyecto ideológico de gobierno.

Aunque es de notar el oscuro panorama político que sigue reivindicando el alto gobierno, dada la obstinación que comporta por la voracidad de poder que padece, la situación nacional ha devenido en una anomia bajo la cual se ha incitado una profunda intolerancia que ha hecho del país una estructura política y social profundamente desarticulada. Sólo en momentos de crisis o de necesidades fundamentales ante un llamado de atención o de concienciación política, la sociedad democrática ha podido aglutinarse. Pero ello no es suficiente en términos de las respuestas que demanda el sentido de unidad y ante la magnitud de la crisis en expansión que actualmente se vive.

Sin bien los problemas de escasez de alimentos y medicamentos, de servicios públicos, tanto como de precaria productividad y falta de capacidad gubernamental para ordenar la economía, han sido reconocidos por casi la totalidad de los venezolanos, también se ha advertido que el tiempo está cercando cada vez más las posibilidades del régimen para evitar males mayores. Pareciera que la intención del oficialismo es disfrazar la historia con mentiras. Aunque lejos de tan repugnante intención, lo único que ha ganado el alto gobierno ha sido un contundente rechazo.

A pesar de las fracturas que ponen en ascuas la integración sociopolítica como fundamento para salir de quienes desquiciaron al país, es indudable que poner en práctica opciones como el revocatorio, la renuncia o la enmienda, requiere una concentración formidable de fuerzas que, por ratos, luce desperdigada. Sin embargo, ello no es óbice para aupar la esperanza hacia un cambio político que la mayoría de los venezolanos exigen. Tanto así, que la recolección de firmas, aunque fue un primer paso para recuperar la solidez económica y las libertades sociales, realmente constituyó un acto fundamental de democracia. Una honrosa protesta. Un clamor de libertad. Un grito de rabia. Una exaltación a la legitimidad de la política. Es decir, un apoteósico ejercicio de dignidad.

@ajmonagas