Desnudo frente a tus hijos por Darío Ramírez
Desnudo frente a tus hijos por Darío Ramírez

AntonietayLilian

 

Escuchar de la voz de Lilian y Antonieta, las vejaciones sufridas frente a sus hijos y nietos, respectivamente, no puede hacer más que generarnos un profundo sentimiento de decepción, de asco, de tristeza y lamentablemente -porque sería absurdo negarlo- de odio y resentimiento. Saber que un hombre (si es que se le puede decir así…) como Viloria se regocijó en hacer lo que hizo, nos hace ver lejana la posibilidad de reconciliación. Y esa es justamente la meta que persiguen con sus miserables acciones, que nos odiemos, que nos desesperancemos.

Humillar ha sido la columna vertebral de este régimen que busca pisotear cada vez más al ciudadano. Humillaron a Lilian y a Antonieta como lo hacen con las miles de mujeres en cada penal del país. Las desnudaron como nos desnuda la inseguridad, física y moralmente, como se llevaron 28mil vidas el año pasado, desnudando la calle que pasó a ser un terreno baldío sin otra ley que la de aquel que con una metralleta en la mano y vacío en la cabeza se vuelve dueño de todo, como se siente Viloria en ese cuartico, su miserable espacio de “poder”.

Frente a sus hijos, quienes aún pueden soñar, buscando quitarles justo eso: su inocencia, sus esperanzas. Así como cientos de miles de madres sostienen a sus hijos en una cola que parece interminable por horas para conseguir un trozo de jabón para limpiarnos esa sensación de que nada se puede lograr, o un pollo para alimentar la Fe en que vamos a cambiar. Esos niños que hoy crecen en colas de supermercados, en colas de carros esperando conseguir una batería, en colas de humillación. Crecen sintiendo que así se debe vivir: esperando que alguien más solucione.

Pareciera increíble que luego de una derrota popular que dijo alto y claro ¡BASTA YA! una cúpula ínfima de narcocomunistas, aún se esfuerce en humillarnos, en hacernos creer que no importa la voluntad popular. Decían que no íbamos a poder, que no habrían elecciones, y se consiguió la fecha. Dijeron que no íbamos a llegar a ese día, y llegamos. Dijeron que no íbamos a ganar, y ganamos. Dijeron que incendiarían las calles si perdían y no pasó. Dijeron que la Asamblea no se instalaría y no solo se instaló, sino que el pueblo ahora sabe lo que es autonomía de un poder, y se ve protagonista de ella.

Buscaron humillarnos una y otra vez, y con la cara contra el piso, con la bota sobre la cabeza, no nos dejamos. Nos desnudaron la moral y volvimos a vestirnos con esperanza, la que pensaron nos habían quitado, con fuerza levantamos el rostro, los miramos a los ojos y vimos justo allí que no son nadie, que no lo logran. Que el Bravo Pueblo de Venezuela es mucho más que esta miserable circunstancia que nos quieren imponer como condición. No nos quitan la fe, ni la fuerza, ni las ganas de seguir. Así como Lilian y Antonieta, con lágrimas en los ojos denunciaron la vejación que sufrieron por parte de este régimen con cara de Viloria, así mismo las mujeres venezolanas, día tras día, toman su jabón o su pollo luego de horas; así la madre entierra a su hijo asesinado por la indiferencia, levanta el rostro ve a los ojos y le dice a esa pequeña cúpula: “¡No podrás eliminarnos, no podrás humillarnos, no importa cuanto me desnudes, siempre me vestirá de nuevo la gloria de este bravo pueblo, con LIBERTAD!”.

@darioramirez

Concejal del Municipio Sucre, Estado Miranda

Exiliado político