Punto de información: Jugar a pobre por Antonio José Monagas
Punto de información: Jugar a pobre por Antonio José Monagas

CCS-

 

Las políticas económicas del gobierno venezolano, reflejan la contrariedad de una realidad desencajada de los problemas que azotan las precarias capacidades de la población. Y también, las frágiles e inseguras condiciones que detenta las finanzas públicas luego del derroche y grado de  corrupción alcanzado a fuerza de impunidad, lo que explica el carácter de un Estado “rendido”. A pesar de exhortar el criterio según el cual el país saldría de históricos atolladeros al poner en práctica aquella sentencia que refería “la siembra del petróleo”, se ha observado -con apesadumbrada recurrencia-  que en Venezuela había menos hambre antes que después que las explotaciones petroleras comenzaran a dominar el espectro de la economía nacional. Pero lo peor es que dicho comportamiento ha venido pronunciándose. Todo ello ha estado ocurriendo, a desdén de los ingresos que la correspondiente renta ha generado al país.

En medio de tan embrollada situación, es necesario examinar el absurdo juego que ha pretendido llevar adelante el gobierno recurriendo al manido y tramposo populismo con el trastornado propósito de ganar el espacio político que la cacareada revolución bolivariana pretende en nombre del mal llamado socialismo del siglo XXI.

En la medida que estos procesos de cambio social, dieron cuenta del retroceso que sus contenidos económicos experimentaban, asimismo el país entraba en agudas contracciones cuyas correcciones no terminaron de conciliarse con las reales posibilidades de encaminar el país hacia derroteros de desarrollo económico y social. Los lineamientos abordados desde los distintos planes nacionales, fueron incapaces de dar con los entuertos que cada vez se confundían con las propuestas enunciadas por la chabacanería propia de discursos políticos que sólo buscaban hacer proselitismo de mala calaña.

Ni siquiera la cuantía de dólares que recibió la administración pública (844 mil millones US$) durante los lustros bajo el poder de la declarada revolución bolivariana, fue suficiente para haber evitado la brecha entre sectores de la sociedad económicamente diferenciados. Ni siquiera hubo la previsión para impedir la ruidosa caída de las reservas internacionales con que contaba la República para casos de apremiantes contingencias. Ahora, la población de menores ingresos, es mayor que la que se tenía para 1998. Fue el deplorable resultado de una gigantesca destrucción de riqueza que la ubicó dentro de las  diez economías de mayor inflación del mundo. Aunque hoy, escaló al primer puesto por encima de economías de países históricamente depauperados.

De manera que ante el desequilibrio que esta fase de agudo colapso de la economía ha provocado en el venezolano, lleva al gobierno central a acentuar su engañosa táctica mediante la cual seguirá empeñado en crear una ilusión de abundancia. Para ello, continuará recurriendo a la estrategia de apostar a ilusorias riquezas apoyándose en el chantaje de un discurso cargado de inconsistentes promesas. O incluso, de amenazas que plantean la expropiación de patrimonios privados. No le queda otra vía. Ni siquiera el efecto de un acto de magia que pudiera revitalizar el mercado petrolero. Ante tan negada presunción, le habría asegurado al gobierno la factibilidad de una recuperación de la economía. Y por lo tanto, la posibilidad de reconquistar el terreno político perdido como resultado de seguidos desafueros y mantenidos disparates logrados a consecuencia de tanta improvisación, ineptitud y obstinación de los actuales gobernantes. Pero frente a tan reiterados fracasos que inclusive podrían presagiar la muerte del proyecto político-ideológico gubernamental, al gobierno venezolano no va a encontrar salida más demagógica, propia de su estilo, que la de  jugar a pobre.

 

 

@AJMonagas

“Cuando un proyecto político recurre a una ideología obsoleta históricamente para asentir sus propuestas y objetivos de gestión, es seguro que sus resultados reflejarán no sólo lo vetusto de las ideas seguidas. Lo peor, ocurrirá cuando las reacciones adviertan la descomposición que tan obstinada pretensión sea capaz de concretar. Claro, en perjuicio de la realidad en su conjunto”