Pido la palabra: Todo es cuestión de tiempo por Antonio José Monagas
Pido la palabra: Todo es cuestión de tiempo por Antonio José Monagas

Tiempo_

 

No sólo la vida es función del tiempo, tal como lo entiende la Matemática para la cual el comportamiento de una variable depende de los valores de otras. También la política es función de condiciones y determinaciones. Sobre todo, cuando hay concomitancia operativa y conceptual entre los factores que dan forma y sentido a las circunstancias en que se sucede el evento. Es ahí precisamente, donde la política se complica en virtud de las implicaciones que sus realidades asoman.

El tiempo, por ejemplo, es profundamente inherente e inmanente a la política. Es por esa razón que casi siempre los problemas que ocurren en su ámbito, terminan ajustándose a las implicaciones que suceden a su alrededor. Más, al reconocerse que en toda eventualidad o situación está siempre presente la política. Particularmente, en medio de contingencias precedidas y presididas por la mediocridad, la mezquindad y la perversidad que caracteriza la cuestionable conducta de personajes vinculados con el poder monopolizado por el ejercicio de la política.

En Venezuela, cada caso que deriva de contextos así de enrarecidos, se convierten en una potencial complicación. Por ejemplo, de cara a las elecciones parlamentarias que deberán celebrarse dentro de escasos días, son múltiples las contrariedades que se vislumbran. No sólo es el silencio que define la reacción del régimen ante los graves traspiés que van acorralándolo hacia condiciones de difícil evasión. También, el solapado comportamiento que ha asumido como producto del temor que ha venido envolviéndolo. O del mismo modo, la insolencia con la cual reacciona ante las acusaciones de toda índole de las cuales es objeto. Incluso, ante la Corte Internacional de justicia, ubicada en la Haya, al noroeste de Holanda. O la petulancia con la cual se refiere al hecho improbable de ganar un mayor número de escaños en la Asamblea Nacional lo cual le permitiría al régimen seguir humillando al pueblo venezolano como hasta ahora ha venido haciéndolo.

No obstante tan perniciosas pretensiones, no han dejado de llamar la atención de todas aquellas instituciones que se precian de identificarse con la democracia, la institucionalidad  y las libertades. Las universidades libres, autónomas y críticas, la Iglesia Católica a través de la Conferencia Episcopal Venezolana, partidos políticos situados en la oposición democrática, las Academias Nacionales, importantes Organizaciones No-Gubernamentales, medios de comunicación de connotación libre y plural, Colegios Profesionales y un sin número  de actores de la economía y de agentes de transformación social, no han dejado de elevar su voz de preocupación ante el caos político nacional.

Los aportes en cuanto a propuestas para salir del atolladero, han sido incontables. Pero asimismo, la testarudez y la intransigencia por parte del régimen, han sido razones para desconocer o esquivar la ayuda ofrecida. No hay forma de hacerle ver que la construcción de la sociedad, tal como lo recita la Constitución, pasa por el tamiz de cada uno de estos factores de la vida pública nacional.

La prepotencia y la terquedad se convirtieron en recursos de gobierno a los que apela el régimen para imponer sus decisiones a costa del sacrificio de todos. Por eso la economía se salió de su cauce. As, la inseguridad y la anarquía se apropiaron de las calles y rincones del país. Pero si en efecto discurren vientos tormentosos que puedan desviar los caminos de la democracia, siempre las esperanzas tendrán en las fortalezas del venezolano su mejor trinchera desde la cual se arreciará la resistencia en aras de recuperar las libertades y los derechos fundamentales. Todo es cuestión de tiempo.

 

“Todo proceso que implique al hombre en su intención de enfrentar la incertidumbre para evitar los desaciertos que le presenta cualquiera de los caminos que decida tomar, no sólo depende de su capacidad, coraje y temeridad. También,

es una cuestión de tiempo”

@ajmonagas