Las noticias que hemos visto durante los últimos días dan cuenta de dos cosas relacionadas entre sí: primero, de la profunda degradación moral de una elite corrupta y de sus familias que desde el gobierno nacional se ha adueñado de todos los poderes públicos, arrodillando las instituciones del Estado venezolano y poniéndolas a trabajar no en función de los intereses nacionales, sino en beneficio de sus cuentas bancarias en Andorra, de sus yates y mansiones en República Dominicana, y de sus vidas llenas de lujos y comodidades. Y segundo, de la imperiosa necesidad de un cambio verdadero que le permita a nuestro país recuperarse de todo el daño social, político, económico, pero sobre todo moral que ha sufrido durante estos últimos 16 años.
El cambio se hace vital para Venezuela, y esa frase, con el transcurrir de los días, está cobrando un sentido cada vez más literal.
La carta que el Secretario General de la OEA, Señor Luis Almagro, le envió a la presidenta del Consejo Nacional Electoral hace unos días, es un claro reconocimiento y reivindicación de la lucha que a lo largo de muchos años hemos dado por la libertad de Venezuela, y una prueba fehaciente de que cada vez más personas, fuera y dentro de nuestro país, se están dando cuenta de la naturaleza dictatorial y totalitaria del sistema que impera en Venezuela.
Hoy cuando la escasez de alimentos básicos y de medicinas condena a cada vez más venezolanos a la desnutrición y a la muerte, cuando la inflación galopante impide que nos rinda el dinero y que podamos ahorrar, cuando la inseguridad y la violencia nos aterroriza y enluta día a día, vale la pena preguntarnos: ¿qué nos ha dejado este gobierno? ¿Qué beneficio nos ha traído? ¿Tenemos futuro si seguimos como vamos, tienen futuro nuestros hijos y nietos si sigue mandando la elite que hoy está en el poder? La respuesta a todas estas preguntas es obvia a la luz de la realidad que vivimos: con el chavismo definitivamente no hay futuro y a duras penas hay presente.
Para romper las cadenas que por años nos han atado al caudillismo mesiánico, al autoritarismo, a la dictadura y, en consecuencia, a la pobreza, y que han permitido además que nuestras instituciones sirvan de tapadera para el narcotráfico y el lavado de dinero sucio, es necesario cambiar el sistema que nos gobierna; y para cambiar el sistema es necesario avanzar con decisión sobre distintos objetivos: uno de ellos es sin duda alguna conquistar la mayoría calificada de la Asamblea Nacional.
Ya comenzó oficialmente la campaña electoral rumbo al 6 de diciembre, y hay que decir que esta no es una campaña más, mucho menos es “una fiesta democrática” como quieren hacernos creer los miembros de la elite corrupta y dictatorial que nos gobierna.
Esta es una campaña de resistencia democrática, de coraje y valentía, donde estamos obligados a demostrar, a través de la organización ciudadana, que la voluntad de cambio y la disposición a defender la voluntad de los electores es muchísimo más poderosa que cualquier acción inescrupulosa que la dictadura pueda tomar para defender sus groseros privilegios.
Es por ello que invito a todos a que juntos venzamos el miedo y la desesperanza, y demos un paso al frente el 6 de diciembre con decisión y valentía para construir el camino que nos lleve a La Mejor Venezuela.
