Equilibrio en tiempos de revolución por María Elena Arcia Paschen
Equilibrio en tiempos de revolución por María Elena Arcia Paschen

equilibrio

 

Cada día se me hace más cuesta arriba lidiar con mi obstinado intento de ser equilibrada y procurar una visión objetiva de la dramática situación que vivimos los venezolanos y que nos ha alejado de esa faceta que nos caracterizó por mucho tiempo como personas tolerantes y respetuosas de la diversidad.

Ese nuevo relato de víctimas y victimarios que se desarrolló en los últimos 17 años y que tantos frutos produjo para el sostenimiento del actual régimen, lastimosamente ha permeado incluso las esferas de quienes, por su nivel intelectual, deberían mantener posiciones cónsonas con su alta capacidad de análisis y reflexión.

No hay cosa más difícil en estos días que ser equilibrados, ya que retamos las posiciones extremas de ambos grupos y en el ambiente de hipersensibilidad existente cualquier postura contraria puede ser asimilada con el victimario que tanto nos hace sufrir.

Aquellos que un día fueron víctimas demostraron que son todo menos indefensos, por lo que tenemos que tener mucho cuidado en replicar esta narrativa en la Venezuela que queremos construir. No queremos más modelos utilitarios de salvadores ni ungidos que vengan a rescatarnos; ya probamos el daño que hacen y como nos retroceden a estadios primitivos minando nuestras capacidades personales y restando responsabilidad a nuestros actos y decisiones. Vamos a deslastrarnos de esa miope visión de que el otro es el culpable por cuanto yo soy el indefenso y necesito del súper salvador.  

Esa postura nos empobrece no sólo económicamente sino moral, cultural y éticamente ya que nos impide mirar con ecuanimidad lo que ocurre del otro lado, ya que todo lo que venga del lado de nuestros supuestos victimarios necesariamente será indeseable; con esto nos perdemos la oportunidad de entrar en contacto con posiciones que por distintas a las nuestras, no nos atrevemos a explorar y que nos podrían abrir a nuevas realidades.

Hay muchos ejemplos actuales que pudiéramos utilizar para empezar a trabajar sobre el ejercicio del respeto al otro. Cito uno reciente que quizás traerá cola pero no tenemos miedo de “escandalizar”.

Para empezar debo acotar que apoyo y apoyaré el talento venga de donde venga, sin mezquindades ideológicas.

Recientemente tuve la oportunidad de presenciar, fuera de nuestras fronteras, un concierto de la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolivar dirigida por Gustavo Dudamel, un espectáculo realmente maravilloso y que me llenó de orgullo del talento venezolano y de cómo mis admirados compatriotas dejan en alto la calidad de nuestros músicos. Esa experiencia la compartí con muchos y los comentarios y críticas me llamaron a la reflexión por la extrema hipersensibilidad actual.

No somos capaces de admirar el talento y respetar las posturas ideológicas en la misma persona o grupo. Las artes, la cultura, las letras han necesitado siempre de los apoyos de mecenas, quienes usan el patronazgo algunas veces por placer estético, moral, intelectual o para mejorar su reputación, y esto es absolutamente válido. Eso mismo ha ocurrido con nuestros músicos quienes han conseguido el apoyo de los gobiernos de turno para lograr construir un sistema digno de admiración, lo que creo todos entendemos, compartimos y dudo que hubiéramos actuado en modo distinto de encontrarnos en esa situación. Es muy lamentable entonces cuando somos incapaces de respetar y tolerar las posturas ideológicas en los que admiramos, como si su derecho a expresar su posición política sufriera de una “capitis diminutio” y  aquí entonces empezamos a restar y no a sumar…..

Es indispensable que iniciemos una cruzada para cambiar y deslastrar esa retórica que tanto daño ha hecho no sólo en nuestro país sino en la historia de humanidad y que se ha convertido en una patente de corso para justificar el pasar de víctimas a perseguidores para poner orden a las “injusticias del pasado”.

Quiero y añoro un país de tolerancia, en el cual el respeto mutuo sea la regla y no la excepción, donde tengamos un extremo ciudado en salvaguardar la mayor parte posible de libertad de aquellos con quienes convivimos;  que lo que piense o diga alguno lo respete aún cuando no lo comparta; que nuestro mayor reto sea construir en la diversidad.

En esta tarea tendremos que involucrarnos muchos y con extrema pasión y entereza para sortear las dificultades que nos traerá!

 

@malarcia