Imagínese que Ud. es el Gobierno por Francisco J. Quevedo
Imagínese que Ud. es el Gobierno por Francisco J. Quevedo

economíavenezolana8

 

Explicar economía sin palabras altisonantes, sin jerga, ni cifras, para muchos economistas, es difícil, y para el resto, entenderlos, es peor aún. Pero, quizás, comprender esta crisis se haría más fácil, si nos ponemos en el lugar de Venezuela y tratamos de visualizar cómo sería nuestra propia vida, si nos portáramos como se ha comportado el gobierno. Juguemos con la metáfora.

Veamos, si Ud. se comportara como el gobierno venezolano, paradójicamente, sería comunista y rico, gastaría más de lo que gana, manteniendo una vida de lujos, regalaría real a diestra y siniestra para comprar amigos, sin pararle a aquello del ratón y el queso, quedándose quizás con alguito de lo que entra a diario en un negocio que no es suyo, porque usted solo es el encargado, vale decir, sin dar factura, para que ni el dueño, ni las autoridades se den cuenta. De esta manera, mantiene a varios vecinos que se lo chulean descaradamente. Para colmo, sería de los que llega tarde al trabajo y falta sin pedir permiso, para darse viajecitos a Cuba, y sería un pésimo administrador, además de sordo y testarudo, pero no mudo.

No siendo suyo el negocio, aún pondría a sus hijos a trabajar con usted, y cada uno metería la mano en el pote, y Ud., o no se da cuenta o se hace el paisa, pero sobre los trabajadores ejercería un control férreo, no solo de asistencia y de lo que cobran, sino que les revisaría los bultos al salir del trabajo para verificar que no lo roben. Su administración sería una maraña de números que no entiende y de papelitos que se le pierden, un sistema de ocultamientos, fanfarronerías, mentiras y medias verdades imposibles de auditar. Y así comienza la historia, con un déficit fiscal, producto de una mezcla de ineptitud, demagogia y corrupción que lo van quebrando progresivamente.

Como los reales no le alcanzan, tiene una imprenta en el sótano de su casa con la cual imprime dinero y cubre la brecha cada semana. No contento con eso, habiéndose comido los ahorros, pide prestado para comprarse una casota en el “Country”, un yate, y varias camionetas y carros de lujo. Cuando va al mercado, le paga al portugués con dinero chimbo, normalmente en billetes de alta denominación que los saca en fajos para hacerle ver a todos que está forrado de real, pero como el “portu” no es zoquete, si bien no lo confronta, lo clava con los precios y después se ríe a sus espaldas. Día a día, se le hace cada vez más cuesta arriba mantener la despensa llena, porque mientras más imprime, más gasta y más le cuestan las cosas. Así se desatan la híper-inflación y la escasez juntas, y nos vamos haciendo el hazmerreir del barrio.

Como nadie le querría prestar, y cuando le prestaran, le cobrarían una tajada sobre las tasas de interés que disfrutan los mejores pagadores, cuando se viera apurado, empeñaría las joyas, aunque hasta en eso tiene problemas, porque sus acreedores le truncarían la iniciativa con medidas cautelares que bloquean sus intentos de vender particularmente sus activos en “el imperio” porque tiene más demandas en su contra que una aseguradora pirata. Así se va endeudando la Nación y disparando el riesgo país.

Cuando le tocara pagar, tendría que juntar cuatro lochas para hacer un real, y como no le alcanzan, llamaría al “chino”, un amigo revolucionario que anda buscando tontos a quienes prestar el dinero que le sobra, a buenas tasas. Pero como “el chino” no es pendejo, le pediría los inventarios del negocio, que no es suyo, como garantía. Y así se va hipotecando el futuro petrolero de Venezuela. 

Lo peor del caso es cuando el vecino, uno de los mantenidos, se ponga a excavar un pozo justo en esa parte del terreno entre sus casas que mantienen en disputa. Y Ud. creía que como le fiaba, el le cedería el terrenito. ¡Si, Luís! Y así vamos haciendo el papel de tontos por el hemisferio, comprando votos pero no voluntades.

Si Ud. fuera el Gobierno, podría vivir una vida de pretensiones y de embustes, pelando y raspando la olla calladito, sin que suene mucho, para que los vecinos no se den cuenta de lo mal que está, debiéndole a cada santo una vela con la frente en alto pero la despensa vacía, corriendo la arruga hasta que la tela aguante…

@qppasociados