Entre sueños y pesadillas por Armando Martini Pietri
Entre sueños y pesadillas por Armando Martini Pietri

Patria

 

Hugo Chávez sigue vivo en recuerdos y remembranzas de sus fieles, pero son los errores del madurismo los que hacen recordarlo con melancolía, y hasta la oposición lamenta su ausencia.

¿Qué le diría uno de esos venezolanos sencillos y cándidos a Chávez sobre lo que está pasando?

Imaginemos por un momento que un encuentro así pudiera producirse.

Juvenal –por llamarlo de alguna manera-  hombre de pueblo y perspicaz, después de un arduo y largo día descansa como es su costumbre en su hamaca disfrutando del atardecer y el aire fresco. Dormita cuando de repente y de la nada aparece la figura de Hugo Chávez.

Sorprendido, dudando entre sueño o realidad,  un tanto turulato sólo atina a preguntar: ¿comandante cómo está?

Chávez sonríe ligeramente y contesta: “quiero saber cómo ves las cosas en la patria de Bolívar”. Y agrega: “eso sí, camarada, con sinceridad, la verdad pues”

Juvenal se espabila y responde: “seguro, mi comandante, eche pa´fuera que soy todo oídos”

Chávez se pone serio y pregunta: “¿Juvenal cómo está la cosa?”

El hombre se yergue en el chinchorro, reflexiona, contesta: “con sinceridad, la cosa no esta buena, está candela, muy mal; el que usted nos dejó promete y promete y dice que tenemos patria, pero le voy a decir una cosa y usted lo entiende; es difícil convencer al portugués del abasto con ese discursito para clavarle un fiao, además el portu también anda como caprilito arrecho y pensando en regresarse a Madeira.»

Hugo Chávez mueve el cachete izquierdo con su tic característico, y cambia de tema: “¿cómo está la salud?”

Juvenal pensativo responde: “Bueno camarita, de salud, no soy ningún muchacho pero como toro cansado, resoplo y aguanto. La salud de los demás depende de cada uno, porque los remedios no se consiguen, en las farmacias no hay ni aspirina; mi comadre Coromoto anda de farmacia en farmacia buscando un remedio para el compadre y nada que lo encuentra. Maduro lleva como cuatro ministros de salud y se le pudren, las cosas no mejoran sino que empeoran. Me cuentan camaradas enfermos o con parientes fregados de salud que la atención en los hospitales y dispensarios está de lo peor y parece que desbarataron todo, no hay utensilios ni material médico, el Gobierno compra poquitos y siempre faltan, y los que hay, se los roban.

Con el rostro serio, Chávez insiste: “¿Y Barrio Adentro?”

Juvenal se siente incómodo, no es fácil darle malas noticias a quien se quiere: “Bueno, comandante, los que no están cerrados están igual de mal, siguen curando con pastillitas y buenas intenciones”.

A Chávez se le amarga el gesto pero cambia de tema, “¿y Maduro cómo se está portando?”

A Juvenal le da como pena, duda, ¿cómo decirle sin ofenderlo que se equivocó?, baja la mirada: “no le ha salido ni una cana, se casó con Cilia y está más gordo, la buena vida, habla más que usted y se la pasa viajando con toda la familia. Claro, familia que viaja unida permanece unida y trabaja junta, están por todos los cargos del gobierno. Al único que dejó fue al marido de la hija de usted, algo es algo, ¿no?”

Chávez va a hablar pero Juvenal lo interrumpe: “en lo que sí es bueno es en inventar que todos están contra él y pelea con medio mundo y encima dice y dice que hace lo que usted hubiera hecho, pero si a usted le hacían poco caso, a él ninguno por lo que se ve; además, tampoco lo hace.»

Curioso, Chávez pregunta: “¿Por qué no le dices presidente?”

Juvenal casi murmura “primeramente no es por nada malo que no le digo Presidente, pero es que soy chavista de uña en el rabo; además, Presidente era usted, éste nadie sabe qué es de verdad”.

Chávez sonríe Juvenal se anima y se va por peteneras, “comandante ¡que vaina nos echó con lo RCTV!, no sabe cuánta falta nos hacen las novelas y Radio Rochela, y no hay vaina mas fastidiosa que VTV. Por cierto, ¿usted por un casual no ha visto el programa de Maduro los martes, aparte de que habla y habla todos los días, se la pasa peleando, con el imperio, con los españoles, los oligarcas y pelucones, la Polar y su oso, los empresarios, Fedecámaras, con los colombianos, pero en cambio se está dejando quitar el mar y el petróleo por los negritos de Guyana, pero dice que la culpa de todo es de una cosa que llama la derecha oligarca y de unos pelucones que nadie sabe quiénes son”. Toma aire y amarra la cara “a cada rato amenaza que hará anuncios importantísimos y después no dice nada y estoy muy viejo para que me estén mamando gallo”.

Juvenal se saca un pañuelo, se seca el sudor, se ve que tiene algo más atravesado y suelta: “le amelló la hojilla a Mario Silva pero le dio un garrote al camarada Cabello, ¿usted se lo imagina hablando por televisión?, no lo va a creer, pero tiene un programa con el mazo dando, y se pelea con el mundo, los marcianos y no hay escuálido que se salve, y ahora está demandando a periódicos y páginas de internet y los tiene engrinchados, ¿usted no cree que ésa es una pendejera?”

El comandante se pone circunspecto y lanza otra rabo’e cochino: “¿y la economía, cómo anda?”

En un arranque de sinceridad Juvenal intenta explicar: “no entiendo mucho de eso, lo que sí sé, es que dólares no hay y bolívares más bien pocos; que si PIB, si los bonos, o de porcentajes y deuda interna y externa, el mercado libre, el comunismo y el capitalismo,  pero los mismos de siempre estamos peor que nunca, los economistas hablan mucho,  salen en los periódicos y no resuelven nada ni Maduro les hace caso, pero lo que sí me consta es que con él se gana menos, hay que hacer cola para todo y nada se consigue, Nicolás promete cosas, ofrece millones, y nada hace pero si amenaza a todo el mundo de ponerlo preso, ¡hasta al oso de la Polar está en la lista! Por acabar está acabando con todo, con la Harina Pan, con la caña barata y hasta con el PSUV, ha botado a un gentío y los que no, se han ido del partido empezando con el viejito aquél de apellido italiano que nunca hablaba pero cuando hablaba cerraban compañías y había más desempleados, ¿se acuerda?”.

Aclarado eso continua Juvenal: “Maduro habla de cosas como la derecha apátrida, dólar tudéi, la oligarquía, pelucones y que los empresarios privados lo quieren tumbar, tienen una guerra económica sin cuartel porque no quieren al gobierno bolivariano, uno anda asustado”.

Juvenal reflexiona un momento, se pone de pie, y sigue: “La vaina esta fea, comandante, para serle franco. No hay pañales ni leche y parece que tampoco lo que llaman modess se lo digo -total yo no uso de eso-, pero mi nieta Adelina si, un sinvergüenza me la preñó y no consigue nada y he tenido que comprárselos al doble y mas del precio a unos carajos que llaman bachaqueros. Maduro dice que son infiltrados de la derecha, pero son los únicos que ganan centavos ahora porque hasta la derecha les paga para bachaquear, ¡no me extrañaría nada!”

Mira a Chávez directamente: “Esas colas, comandante, son grandísimas para comprar la comida, todos los días y en todas partes, en los supermercados y en los que usted abrió, y encima uno sólo puede comprar por el número de la cédula menos los bachaqueros que sí compran todos los días porque son familias enteras haya sol o haya lluvia… la gente suda mucho, pero con todo y colas lo cierto es que no se encuentra ni carne ni pollos ni jabón , ni papel tualé; tampoco hay desodorante aunque eso no me afecta –uso bicarbonato, cuando lo consigo, y si no talco, aunque se consigue menos- la harina pan no hay pero fíjese si ese oso es maluco, hay en Colombia y ahora parece que en Texas también, esa parte de gringolandia donde vive  Bush, aquel que olía a azufre, ¿se acuerda de él?”.

Juvenal está embalado y sigue: “Los reales no alcanzan para nada y mi mujer se la pasa pidiendo plata todo el día. Pero usted sabe, comandante, las mujeres son exageradas y gastivas la mía más que ninguna, yo le dije que se metiera a bachaquera y creo que lo está pensando”. Y se extiende: “Maduro dice que es que los comerciantes son unos especuladores y abusadores, que el gobierno les da los verdes a 6,30 y los venden y que a 400 y más, a lo mejor es verdad, también amenaza con dar nombres pero sólo habla de la Polar, pero yo lo que sé es que verdes no tengo y bolívares es como si no los tuviera”. Se detiene un momento, toma aire de nuevo y concluye: “Lo que te puedo decir, comandante eterno, es que esto desde que te fuiste, lo volvieron guate esto es un guatero por todos lados”.

Chávez se nota molesto y con el ceño fruncido pregunta “¿y cómo está la política social?

Juvenal siente en la voz del Jefe la contrariedad y busca aliviarlo: “no todo es tan malo como parece, los PDVAL, pdevalitos, bicentenarios, funcionan, en todos hay sus colas y gente molesta cédula en mano porque ahí están pero tampoco se consigue mucho”.

Juvenal siente que es un chavista presentando un informe serio a su comandante en jefe-eterno: “las misiones parece que funcionan más o menos. Aquí en casa usamos varias y a mi nieta Adelina le ando buscando una, pero los camaradas son lentos. La Misión Vivienda es una esperanza, pero con el detallito que dejaron meterse a malandros junto con gente decente que tiene que vivir encerrada en los apartamentos, igualito que en los barrios pues”.

Chávez suspira y mira con cierta esperanza a Juvenal: “compai ¿no tienes cafecito colado?” Juvenal pone cara triste: “que pena comandante eterno, si me hubiera avisado que venía hubiera zarandeado y bachaqueado un poquito pa’ conseguite, tengo tiempo que no cuelo café, ya casi ni me acuerdo a qué sabe”.

Chávez se resigna “bueno, pues nada, no importa y ¿cómo está el PSUV, la MUD y en general la política venezolana?».

Juvenal que ya paso el trago amargo de no tener café que brindar al propio comandante supremo, se toma en serio la cuestión y comienza: “al PSUV lo tiene Diosdado como una hojilla, afilado y aceitadito. Y la combinación con Ameliach y Jorgito como organizador y jefe de campaña no hay pa’ nadie, son unos verdugos”.

A Juvenal, como buen militante, le gusta hablar del partido, y siente que está enterado y quiere dar un informe completo al fundador. “Volviendo al tema del PSUV, muy bien, Diosdado montó las primarias en todos los circuitos menos en los puestos que son para los camaradas más importantes en las listas, igualito que la oposición, esos se repartieron casi todos los puestos y pusieron a pelear a unos bolsas en 33 circuitos y además les cobraron unos reales, ¡qué barbaridad, Dios mío! Por cierto, mi eterno, los escuálidos sacaron y que 600 mil votos y los compatriotas rojitos llegamos a 3 millones y pico de votos. Aunque pa’ serle sincero me dicen que no son todos los que están”.

Juvenal chasquea la boca y sigue: “en general el partido y la MUD están bien, hacen más o menos lo mismo con ciertas diferencias que casi no se ven y los dos dicen que son progresistas y socialistas, los de la MUD quieren hacernos creer que son el mismo mono con un cachimbo mejor, creyendo que somos pendejos;  Hugo Rafael me quito el sombrero, eres un fenómeno, hiciste al PSUV y la MUD a tu semejanza y conveniencia”.

Juvenal no toma pausa, sigue con su informe general. “Pero ¿sabe qué me preocupa? Que los ni-ni son más del 50%. El pueblo lo que está pendiente es de la inseguridad, la escasez, la comida, los remedios, la subida de precios -por cierto, pa’ que lo sepa, ¡hasta en los mercados populares están abusando y especulando con los precios, si puede métale el ojo a eso urgente que se le puede formar una lavativa!. Y el PSUV y la MUD sólo pendientes de que sus amigos y afectos salgan de diputados”.

“¿Cómo es eso que todo el mundo se quiere ir para otro país?”, preguntó Chávez que ahora ya no sonreía.

“Sí, mi súper eterno, se quieren ir para otro país y hay uno que es muy solicitado, el Carajo. Todo el mundo dice que se va para el carajo, a veces hasta me provoca conocerlo. Cada vez que se lee, se ve y oye la noticia de que alguien fue asaltado, robado, secuestrado o asesinado el grito es: ¡me voy pal’ carajo, no aguanto más esta vaina! Pero tú sabes cómo es, son los medios traidores de la oligarquía que hacen que uno tenga la sensación de inseguridad; se lo digo porque yo no la tenía, hasta que me robaron y de vaina no me matan”.

Chávez se ve nervioso, “¿qué crees que hay que hacer?”

Entonces se aparece con un poquito de café aguado Matildita, la mujer de Juvenal y habla con firmeza: “hay que hacer lo que dijo Tibisay y más nada: que se vayan todos y dejen esto en manos de las mujeres, que sí le sacamos el jugo a la platica y sabemos cómo poner orden!”

Juvenal se empina en la hamaca sobresaltado, Chávez ya no está “¿Dónde está comandante? ¿Se fue de repente? ¿Algo lo molestó?” Agarra el pocillito con café y acusa a la mujer: “carajo me lo espantaste, mujer”. Se da cuenta que en el piso hay varias bolsas plásticas llenas de harina pan, mazeite y toallas femeninas. Entonces, justo en ese momento, se fue la luz.

 

@ArmandoMartini