Culpar a otro y no querer por Alejandro Moreno
Jun 25, 2015 | Actualizado hace 9 años
Culpar a otro y no querer por Alejandro Moreno

bandas2

 

En el dintel de la puerta del infierno de Dante se lee, dice el poeta: “Dejad toda esperanza los que aquí entráis”. Los que ya hemos entrado en este infierno, ¿conservaremos esperanza? Desde todas las gargantas oficiales, desde todas las bocas de los dueños de este averno, se nos da a entender lo mismo: no se ilusionen, desespérense, no los vamos a librar del crimen; no nos sale.

A los malandros se dirige la Primera Lengua con dulzura y decepción: “Yo tendí mi mano hace un año y dije: todo el que se quiera desarmar venga p’acá. Y no fue así”. Fracaso reconocido. De la frustración surge potente la ira ululando en estentórea voz: “Entonces se fueron los pelucones, los fascistas, no voy a decir  nombre aquí (…) los jefes políticos de la derecha que se han ido a buscar jefes de banda y les han pagao con droga, con dólares y les han puesto a matar a gente del pueblo para que se cree un caos y se cree una confusión general”. ¿Creyó alguien que la ira se iba a descargar contra los criminales? No; a esos la mano presidencial tendida y abierta, dispuesta a firmar y entregar. A poner rúbrica en convenios de paz que fabrican zonas “pránicas” de resguardo e impunidad y a entregar abundantes recursos para encubiertos fortalecimientos delincuenciales so capa de actividades culturales y productivas. Nada oculto ni secreto. Hemos visto esa mano y la de sus nombrados viceministros “para asuntos de paz” en cadenas nacionales de televisión estrechando la de criminales, bien conocidos por quien esto escribe, hoy no regenerados sino ya muertos en plena juventud, cosa que tristemente suele acontecer a los de su calaña. Días después, Maduro repite y enfatiza: “Nueva fase del plan Patria Segura (…) desarmar y desmantelar hasta la última banda criminal de este país”. Pero, de nuevo, son “los paracos que fueron pagados para ingresar a Venezuela y cometer asesinatos” los que él enfoca.

Siempre que una boca oficial emite algún ruido sobre un crimen, con la tajante arrogancia de algún ministro o con los balbucientes tartamudeos de un “cualitativo cuantitativo modelo de expresión matemático aritmético” de otro, aparecen los fantasmales culpables contras, fascistas y pelucones financiados y engordados por uribes, rajoys y obamas allá lejos, en los seguros espacios siderales de sus imperios.

Es de ilusos seguir esperando cambios de voluntad y de intenciones. ¿Qué nos queda? Producir desde nuestros arrinconados espacios, prácticas de vida, de comunidad y de amor, contra toda violencia, para que al fin pueda brotar nueva esperanza.