El sueño del Vaticano por Mario Guillermo Massone
El sueño del Vaticano por Mario Guillermo Massone

Vaticano

 

Estaba exhausto. El día había sido interminable. No paró de mentir en todo el día. No para de mentir desde que entró a la política, y, mentir, deja a cualquiera exhausto. Diosdado, el hombre y el problema, lo tenía en estado de insomnio desde días atrás. Añoraba tener una mata de acetaminofén y otra de Prozac, para comérselas como Tic Tac. Aturdido por el silencio de sus propios actos, y por el de la Caracas nocturna, en donde solo se escuchan disparos, no logra conciliar el sueño. Destruir un país es una sobrecarga para la conciencia.

La creación de zonas de distención, llamadas zonas de paz, se le va de las manos. La hegemonía comunicacional y su fábrica de ilusiones, ya no se corresponde con átomo alguno de la miserable realidad. La persecución a los políticos de oposición y a la prensa libre, ha elevado su costo aún más que el dólar real, el paralelo: el único que existe.

Con sus ojos cerrados, solo piensa en un evento, a diferencia de las elecciones parlamentarias, con fecha cierta y escrito en la agenda presidencial: visita al Papa Francisco. Y se pregunta a sí mismo: “¿Y ahora? ¿Qué le digo? ¿Me confieso? ¿Me excomulgará si le digo la verdad?”. Se daba vueltas en la cama. No dejaba dormir a Cilia. Un profundo suspiro, y en soliloquio: “¡Dios mío!” Y la imagen de Diosdado irrumpe: “!Tu no Diosdado! ¡Ya no sé qué hacer contigo…! ¡Dios! ¿Qué le digo al Papa? Además, él sabe cómo es todo. ¡Es latinoamericano! Si le miento, ¿De cuál de todas las imaginarias guerras le hablo? ¿A cuáles inocentes culpo de mis propios actos?”. Ya agotado y en estado de inercia, finalmente con-cilia el sueño. Y con el sueño, sueña. Sueña con el Vaticano.

Monseñor Luckert está reunido con el Papa. Conversan sobre Venezuela. Hablan sobre Maduro. Hablan, sobre todo, de qué hacer con Nicolás Maduro. Analizan escenarios. Discuten de casos pasados. Recuerdan las peripecias de Juan Pablo II para la libertad de Polonia y la Europa del Este…” ¡Pa! ¡Pa! ¡Pa! Despierta sobresaltado: “¡C…! ¿Qué fue eso?”, Cilia responde: “Son tiros Nicolás. Como los de todas las noches. ¡Duérmete!”

Ahora, están Monseñor Luckert, el Papa y el jefe de la Guardia Suiza, sentados alrededor de un mapa del Vaticano sobre la mesa. Hablan en suizo alemán y Nicolás no entiende. Eso lo asusta aún más. En paralelo, un patriota cooperante se le acerca al terminar la cadena comunicacional de mentira diaria, y le dice al oído: “Presidente, soy el patriota cooperante vaticanex. No me mandó Diosdado, confíe en mí. Tengo información sobre su viaje al Vaticano. Lo va a recibir el Papa en la entrada, para la foto. Una vez que entre, si se cierra la puerta detrás de usted, todo se acabó.

La Guardia Suiza está preparada. Lo están esperando. Lo van a secuestrar. Lo van a secuestrar, pero no para pedir rescate, como estamos acostumbrados en Venezuela, sino para hacerle un exorcismo. Están convencidos de que a usted se le metió el Diablo. Que junto al Diablo, las cientos de miles de almas asesinadas por su ideología le atormentan y lo poseen. ¡Está todo preparado!

De otro sobresalto, esta vez por el impacto de lo sucedido, despertó para no dormir más esa noche. Las ojeras, indelebles. Cilia le preguntó qué quería desayunar, y le respondió: “¿Será que mejor ayuno hoy?”, y Leolpoldo López, Daniel Ceballos y todos los presos políticos se hacen presentes para torturar su ser. Y se dice a sí mismo: “Me siento como si estuviera en la Tumba del Sebin y me estuvieran torturando…” Y se acuerda del sueño, y se pregunta: “Monseñor Luckert sería capaz de hacerme esto? ¿Y el Papa? ¿Será que estoy poseído? ¿Tendrá Diosdado cómo mandarme un patriota cooperante en sueños para aterrorizarme, y todo esto es un plan para tumbarme…? ¿Y Felipe en Caracas? ¡Ni de broma, yo mejor no voy! ¡Estoy enfermo!”

 

@massone59