A una semana de las “Sanciones Obama” por Thaelman Urgelles
A una semana de las “Sanciones Obama” por Thaelman Urgelles

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Antes de las sanciones unilaterales de Obama contra 7 funcionarios menores del chavismo, el gobierno se había quedado sin política. La acción política del chavismo se reducía a denunciar una «guerra económica» en la que nadie creía, atentados y golpes de Estado de pacotilla, en fin, a remendar costuras que se le abrían en todos los frentes; y la popularidad de Maduro bajaba indetenible hacia zonas cercanas o inferiores al 20%.

Luego que Obama anunciara personalmente las medidas, con declaratoria de Venezuela entera como «amenaza a la seguridad nacional de USA» el gobierno se dotó de una vigorosa política que le permitió:

– Movilizar a su desalentada maquinaria para la recolección de firmas dirigidas a Obama, refrendos que, obligados y todo, serán millones sin duda; ello incluye eventos de recolección en numerosos países del exterior donde la presencia chavista había desaparecido desde hace dos años.

– El tema ofrecido por USA le permitió también desarrollar una activa diplomacia que -por los motivos que se quiera resaltar- le ha granjeado el apoyo de países que en las vísperas lo habían estado cuestionando y presionando por una apertura a las peticiones de la oposición y de respeto a los DDHH. Las alianzas Unasur, Celac, Alba, Grupo de los 77 (son 77 países, el 40% de la ONU) se han sumado a la petición chavista de que se derogue el decreto de Obama.

– Por si fuera poco, el nuevo escenario le sirvió a Maduro para desviar la atención de Venezuela y el mundo de los graves problemas económicos y sociales que vivimos, hacia el de una presunta agresión del imperio norteamericano, igualmente ficticia pero esta vez sustentada en hechos reales que nunca antes se le ofrecieron en bandeja de plata.

– Todo esto ha incidido en una innegable detención de la caída de popularidad de Maduro, con pequeña elevación de la misma incluida y posibilidad de mayor recuperación, según se desarrollen los próximos eventos.

– Por añadidura, el chavismo obtuvo de las sanciones el escenario de polarización USA-Venezuela que siempre soñó su «comandante eterno», su “mini bahía de cochinos”, regalo que en estos 16 años les fue deliberadamente negado por todos los anteriores gobiernos norteamericanos.

– Esta polarización ha dejado por fuera del juego político a la oposición venezolana toda: a la MUD y a todo el archipiélago de sus «haters» de todo origen y condición. Nos hemos quedado  peleando entre nosotros, o haciendo rounds de sombra sobre un ring vacío. La razón es muy sencilla: si ahora el enemigo confeso del gobierno son los Estados Unidos, cuyo presidente sanciona a sus funcionarios y declara al país «amenaza a su seguridad nacional», ningún factor interno de Venezuela tendrá cabida en ese contencioso. La oposición ha quedado colocada en un dilema: o apoyas a Maduro y a la patria o apoyas a Obama y a su imperio.

En fin, hasta ahora las consecuencias de las por muchos celebradas sanciones de Obama a 7 funcionarios menores del chavismo han sido claramente favorables para el gobierno y francamente calamitosas para el esfuerzo democrático por el cambio.

Ante este apabullante cúmulo de consecuencias adversas, específicas y comprobables, los celebrantes y defensores de las sanciones se limitan a tres posturas:

– La primera, relativizar y disminuir el peso de las ventajas que ha obtenido el gobierno de las acciones de USA, para lo cual alegan que ellas son pasajeras, que el fervor nacionalista por ellas creado se diluirá pronto, y que la popularidad de Maduro volverá a seguir cayendo por los problemas económicos (los mismos que han quedado de lado gracias a las sanciones que ellos celebran).

– La segunda, que las organizaciones multilaterales y numerosos países que han entrado a apoyar a Maduro en este asunto son insignificantes en el contexto internacional. Quizás lo sean, pero son mejor que nada. Porque los países que para ellos serían «significantes» mantienen un escandaloso silencio que amplifica las voces de los «insignificantes» apoyadores de Maduro. Si lo ponemos en términos de un score deportivo, el marcador internacional a esta hora es: Maduro 77, Obama 1.

– La tercera y más popular,  a la que se aferran como a un clavo ardiente, es la suposición de que si Obama dio el primer paso de sancionar a unos cuantos corruptos y violadores de los DDHH es porque debe tener un rosario de acusaciones peores muy bien documentadas, que cuando las saque a relucir será la deblacle definitiva del gobierno chavista. Tales supuestos y silogismos lucen muy convincentes y prometedores, salvo que cojean por una de sus patas (o premisas, si a silogismos nos referimos): se tratan de meras suposiciones; sueños, podría decirse, cuando ha transcurrido una semana del decreto y sus consecuencias iniciales.

Porque hasta ahora no se ha visto una sola conducta del gobierno norteamericano que indique el desarrollo contínuo de una política de la que aquel decreto era solo el primer paso. Por el momento, el decreto y la declaración de Obama solo lucen a los analistas más serios como una acción de política interna, una suerte de intercambio de favores con la bancada republicana del Congreso; o un guiño electoral a las derechas de su país, principalmente de la Florida, que clamaban por algún tipo de acciones contra Maduro; o una pragmática, y por ello muy justificada, medida de salvaguarda del sistema financiero de su país.

Como un acto de elemental “fe de sobreviviente”, sigo en espera de una acción, o conjunto de ellas, que demuestre una política coherente de parte del presidente Obama, por quien tengo respeto y fuerte simpatía, hacia la crisis venezolana. Llegado a las chiquitas, no le pediría a al presidente de USA que nos ayude, sino que no nos perjudique a los demócratas con sus acciones.

Si, como algunos suponen o sueñan, Obama me sorprende con una política sencilla y coherente, en el terreno diplomático y multilateral, que al menos obligue a Maduro a liberar presos, mejorar las condiciones y derechos de quienes no sean liberados y abrir el país a la observación efectiva e independiente en Derechos Humanos y elecciones parlamentarias, me daré por satisfecho y con el mayor placer me excusaré públicamente de estas prevenciones.

@TUrgelles