Confusión de cadáveres de dos ancianas en la morgue de Bello Monte provoca cremación por error
Confusión de cadáveres de dos ancianas en la morgue de Bello Monte provoca cremación por error

María Ignacia Torrelles, de 92 años de edad, murió en su casa el pasado sábado 24 de febrero por insuficiencia cardíaca. Como no tenía cédula de identidad ni partida de nacimiento con la que sus familiares pudieran tramitar su certificado de defunción, su cuerpo terminó en la morgue de Bello Monte. Una semana después, cuando culminaron el papeleo, acudieron al lugar para retirar el cadáver y sepultarlo. Pero los restos no estaban allí. Se había entregado por error a otras personas que lo velaron y cremaron el lunes 26.

«Lo que ocurrió es parte del propio sistema porque no hay control», reclamó Natalie Peña, nieta de Torrelles, quien explicó que intentaron entregarle el cuerpo de la otra anciana que debió ser cremada. Señaló que, a pesar de que la dentadura, el largo del cabello y el color de la bata que llevaba eran distintos al de su familiar.

La confusión ocurrió cuando una mujer se equivocó al identificar el cadáver de su madre. Al igual que ella, el cadáver de Torrelles tenía una cicatriz en la ceja derecha y una marca de un moretón (producto de una caída) en el hombro derecho.

«Yo vi que tenía el pelo corto, a pesar de que mi mamá tenía el pelo largo, y que la bata era rosada en lugar de verde. Pero como no conozco el protocolo de la morgue, no le presté atención», explicó la mujer que pidió no ser identificada.

Relató también que el detalle de la dentadura – su madre tenía dientes en la parte de abajo, Torrelles no – lo obvió porque su madre murió con los labios hundidos, tal como estaban los de la otra anciana.

A pesar de que en la medicatura forense se siguió el protocolo establecido para la identificación (se le tomó una foto al familiar que testificó, se le grabó en video y se le hizo firmar un acta), todo falló. Esta misma institución asumió los gastos de la nueva incineración en el Cementerio del Sur.

De acuerdo con una fuente de la morgue, la familiar que confundió los cadáveres firmó una carta en la que exoneró de lo sucedido a la institución pública y al Cementerio del Este, donde se hizo la cremación. Sin embargo, no es la primera vez que en Bello Monte se cometen estos errores. Durante los últimos meses, parientes de fallecidos han denunciado a los medios que les han intentado entregar cuerpos que no pertenecen a sus parientes.

“Lo están haciendo para salir del paso”

En julio pasado, Diana Carolina Ramírez de Arriechi y Edgard Antonio Arriechi Hernández estuvieron a punto de enterrar el cadáver de un niño pensando que se trataba del de su hijo Leswi Omar Arriechi Ramírez. El chico llevaba más de un mes desaparecido y desde el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) les llamaron para avisarles que su cuerpo estaba en la medicatura forense.

Aunque la madre indicó que el niño estaba irreconocible y en avanzado estado de descomposición, confirmó que se trataba de su hijo por una quemadura que tenía en una mejilla. Sin embargo, la mañana del 12 de julio, justo cuando esperaba por la carroza fúnebre, recibió una llamada de un albergue de menores en donde lo tenían desde los primeros días de junio.

En febrero, familiares de un hombre hallado en el río Guaire afirmaron que les querían entregar un cuerpo distinto. En la morgue les habían dicho que, tras hacerle todos los exámenes y la necrodactilia, los resultados habían arrojado que se trataba de su pariente: Winston Alexander López Anza. Pero no era él.

Pese a que entre ambas víctimas había un parecido, los allegados de López Anza sabían que él había muerto por puñaladas y no por arma de fuego, como lo señalaba el certificado que les dieron en la medicatura. No les permitieron reconocer los restos en persona, sino a través de una foto, y los presionaron para que empezaran el papeleo.

Los familiares tuvieron la certeza de que no era Winston porque periodistas les avisaron que a la medicatura llegó un hombre que hallaron en el Guaire con heridas por arma blanca.

«Cuando reclamamos, quisieron hacerse los locos y desaparecieron los papeles que habíamos tramitado. Pero insistimos y ahí sí aparecieron. Querían hacernos repetir el trámite completo», comentó uno de los parientes.

«Yo digo que las personas que trabajan ahí no están haciendo su trabajo o lo están haciendo para salir del paso (…) Dígame, nosotros sin plata. Imagínese cómo hubiésemos hecho de haber enterrado el cadáver equivocado”, cuestionó el familiar de López Anza.

 

@loremelendez