Arístides Calvani: Coherencia y rectitud, en el ejercicio de la acción política
Arístides Calvani: Coherencia y rectitud, en el ejercicio de la acción política

Calvani

 

El viernes 19 del mes pasado se cumplieron 100 años del nacimiento de Arístides Calvani quien fuera canciller, senador de la República, abogado, formador de miles de políticos jóvenes y sobre todo hombre dedicado al bien común, al bien de todos.

Para conmemorar su centenario pensé en escribir algo, pero me convencí de que la mejor manera de hacerlo sería entrevistando a mi padre, Pedro José Méndez Mora, quien sirviera junto a don Arístides en Copei y sobre todo en la IFEDEC.

Comparto con ustedes un resumen de esta entrevista y algunas ideas que nos obligan a seguir el ejemplo de este notable venezolano.

 

¿Cuál fue la trascendencia de Arístides Calvani en nuestra historia política reciente?

Calvani fue un testimonio viviente de coherencia y constancia en la busqueda de condiciones extremadamente necesarias para la edificación de sociedades modernas y desarrolladas: el compromiso de un liderazgo ilustrado, en la acción política, como elemento esencial, central en esa construcción; la capacidad para asumir ese compromiso dentro de un cono de aproximación constituido por valores, en su caso, los valores del humanismo cristiano, por una parte y los valores de la racionalidad y de la modernidad, especialmente en lo referente a la racionalidad técnica, por otra, sin que una condición suprimiera a las otras; firme la indestructible coherencia entre el discurso de la predica y la vida personal, en toda circunstancia. 

Ese testimonio lo dejó a lo largo y ancho de la Venezuela que amó con firmeza y lealtad absolutas, y en la América Latina, de la que hizo su segunda patria. Su muerte trágica privó a los venezolanos de una racionalidad, un testimonio, y una inmensa autoridad moral, al inciarse uno de los peores tramos de nuestra historia patria. Nos hizo falta. Sobre todo a la hora de atajar el desbarajuste que un liderazgo desconcertado y asustado fue incapaz de conjurar en Copei. Nos sigue haciendo falta, aunque la multitud, en realidad, no lo sepa.

 

Habiendo compartido tanto con él ¿Cómo definirías a Arístides Calvani?

¡Ejemplar coherencia! Calvani fue, ante todo y por encima de todo, un laico comprometido. Un católico en el mundo de su tiempo. Su interpretación de ese compromiso, claramente tuvo fundamento en sus convicciones personales: fue probablemente en alguna conferencia o algún curso en los que multiplicó por centenares su esfuerzo por difundir los fundamentos de una política humanista, democrática, efectiva y comprometida en el logro del bien común, donde primero escuché citar a Pío XI, Ambrogio Ratti, en una carta a la juventud italiana de su tiempo, con una afirmación que sonaba aproximadamente así: “La acción política es la más excelsa y eficaz forma de la caridad”. Se refería el Papa, al ejercicio del compromiso y de la acción efectiva, en los difíciles trances de la década de los 30, del siglo pasado.

 

¿Y esa coherencia cómo se reflejaba en su acción social y política?

Ese compromiso y esa coherencia los resumía en algunas líneas de acción, a las que consagró su vida: la construcción de una sociedad democrática, la integración de los países latinoamericanos, la instauración, consolidación y defensa de la democracia en toda América Latina, el desarrollo integral como expresión y resumen final de todos los objetivos y valores que vale la pena perseguir, en una política humanista.

Por esa razón, se comprometió como un independiente, en apoyo del Partido Social Cristiano Copei, en los primeros tiempos de esa organización, en calidad de asesor y parlamentario, y apoyó como eximio canciller, las relaciones internacionales de Venezuela, en el primer gobierno de Rafael Caldera, y se inscribió en ese partido apenas hubo certeza de que el candidato demócrata cristiano, Lorenzo Fernández, había perdido las elecciones frente al candidato de Acción Democrática, Carlos Andrés Pérez, en diciembre de 1973.

Calvani perdería la vida, en el empeño de siempre, siendo coherente. Fue en Guatemala, la de Vinicio Cerezo, fajado en el esfuerzo por expandir y consolidar la democracia, convencido de la necesidad de poner en práctica una verdadera justicia social internacional. Un hombre virtuoso, que sembró la libertad y la democracia, en su Patria y mucho más allá de su Patria. Cada día, cada iniciativa, cada decisión, cada minuto de un esfuerzo vital fue un ejercicio de coherencia entre sus principios y su desempeño, su acción. Entre sus principios y la acción que fue la constante de su vida. Entre su vida pública y su desempeño en la vida privada. Como consejero, profesor, maestro, esposo, compañero y amigo. Eso fue lo que vi y observé siempre.

 

¿Por qué se destacó tanto como canciller? ¿Cuál fue su legado en este rol?

Calvani convirtió su ejercicio como canciller de la República, en un sistemático esfuerzo para consolidar la amistad entre los pueblos de América, apoyar los esfuerzos por la democratización, y la defensa de la democracia allí donde la hubiera; y por dejar sembradas, amistades para Venezuela y los venezolanos, en todos los países del área y en todos los regímenes. No cabe duda de que esa siembra rindió sus frutos, más tarde, en un subcontinente donde triunfa y tiende a consolidarse la democracia.  Un ejemplo que ilustra el valor de esa siembra que siguió protagonizando cuando dejó de ser Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, ocurrió en la Argentina de las dictaduras militares del siglo pasado, en donde supo aprovechar las relaciones construidas en el pasado para apoyar a los movimientos democráticos que luchaban contra la tiranía.

 

¿Alguna anécdota sobre ese período?

¡Claro! Calvani había sido invitado y había contribuido a organizar un taller de entrenamiento, formación y motivación en la Argentina de 1977, en pleno desempeño del segundo lote de dictaduras, pos peronistas. Se trataba de contribuir a la consolidación de una alianza entre diversas fuerzas democráticas empeñadas en presionar la salida de la dictadura, mediante la constitución de un equipo integrado de dirigentes y organizadores. 

El taller estaba en pleno y exitoso desarrollo, el segundo día, cuando el coordinador de la actividad interrumpió la exposición que se desarrollaba en el momento, a cargo, por cierto, del mismo Arístides Calvani. Después de unas breves palabras con el conferencista, pidió a todos los presentes mantenerse en sus puestos y en calma, y el coordinador explicó que se estaba interrumpiendo para arreglar la escena, y borrar toda apariencia de actividad política, en razón de que se había recibido la información de que se acercaba un destacamento militar blindado, por el camino del hotel, y que muy probablemente querían intervenir la conferencia. Rápidamente los carteles y letreros fueron retirados y sustituidos por otros con evidente orientación de negocios, justo a tiempo antes de que los motores diésel de las “tanquetas”, ahora tan de moda en Venezuela, comenzaran a llenar el ambiente circundante. Mientras tanto, Calvani, a quién acompañé hasta un teléfono público ubicado en el pequeño lobby, haciendo uso de una pequeña libreta, buscaba el teléfono del almirante Emilio Massera. Calvani había conocido al almirante Emilio Eduardo Massera, durante sus visitas a Buenos Aires, en funciones de canciller y había cultivado su amistad.

Obviamente yo desconozco el contenido de la conversación, pero Calvani me explicó, momentos antes de que hicieran su aparición los uniformes de camuflaje, que el almirante le había escuchado y había prometido averiguar de qué se trataba el operativo e intervenir en cuanto estuviera en sus manos.

La historia llegó a un final satisfactorio, y el contingente armado se retiró, después de entrar en el aula de la conferencia. Calvani acompañó al oficial a cargo, hasta la puerta del pequeño hotel, una vez que todos los extranjeros presentes mostramos nuestros pasaportes.

Los argentinos presentes, unas 25 o 30 personas, y otros a quienes pudimos ver en Buenos Aires, antes de viajar, hacia otro destino, insistieron en que fue la llamada de “Don Arístides” lo que conmovió a Massera para intervenir y conseguir que el “operativo” fuera desmontado, y que no hubiera consecuencias negativas para los visitantes y tampoco para los argentinos participantes. Parece obvio que se trató de una llamada de mucho peso y de una amistad eficaz.  

 

¿Qué nos diría hoy Arístides Calvani a lo venezolanos? 

Creo que Calvani insistiría, ahora más que nunca, en la unidad. Pero también en que esa unidad fuese un acercamiento y un esfuerzo de coordinación, orgánica y blindada frente a la diabólica y sistemática penetración por parte del enemigo a vencer, tanto en el sentido del manejo de las decisiones y de la acción, como en la captura de información estratégica dentro de las filas de la oposición verdaderamente democrática, por parte del adversario.

Insistiría en la necesidad de que el pueblo se organice en todos los estratos, y en que el liderazgo leal se involucre profundamente en este esfuerzo: maximizar y optimizar la organización de los venezolanos en el exterior, con fines de desarrollar una acción efectiva, discreta pero eficaz, y fomentar la formación y el compromiso político especialmente de los más jóvenes. Insistiría en tener claro dónde está, en última instancia, el control del poder político real y del poder militar sobre los venezolanos, y sobre las decisiones estratégicas; elementos que, bajo las circunstancias, constituyen una sola y misma cosa. Y estoy seguro de que insistiría en la perentoria necesidad de organizar un sistema de inteligencia y contrainteligencia, súper profesional y súper segura, frente a la muy manifiesta penetración del enemigo, en las filas de la oposición. 

@pedro_mendez_d