Cómo son los procesos militares en contra de civiles detenidos en las protestas contra el gobierno de Venezuela
Cómo son los procesos militares en contra de civiles detenidos en las protestas contra el gobierno de Venezuela

ManifestacionesVzla2017AFP

FOTO: AFP

 

Cristina, Laura y Ana ya no pueden protestar. Si acuden a una marcha de la oposición contra el gobierno de Venezuela, serán detenidas.

Sopesan ir el fin de semana a la playa en una «operación encubierta», porque tampoco pueden salir del estado Carabobo. Y eso significa que baño en el mar también podría llevarlas a la cárcel.

Las tres jóvenes -cuya identidades reales prefieren proteger por temor a represalias- apenas superan los 20 años.

Pero el 15 de mayo fueron detenidas en Valencia, a unas dos horas en auto desde Caracas.

Su delito: participar en una de las miles de protestas contra el gobierno que desde hace más de dos meses se suceden en Venezuela.

Son apenas tres de las más de 200 personas que han sido detenidas y puestas a disposición de la justicia militar en el estado Carabobo.

Este fue el primero en aumentar el nivel del Plan Zamora, con el que el gobierno quiere contener las manifestaciones.En hechos vinculados con la actual ola de protestas se registraron ya más de 60 muertes.

En hechos vinculados con la actual ola de protestas se registraron ya más de 60 muertes.

Y el Plan Zamora -que el presidente Nicolás Maduro activó el 18 de abril, y que pasó a segunda fase en Carabobo y luego en Táchira y Barinas, entre otros estados- se ha plasmado en que civiles han debido responder ante tribunales militares.

La oposición, ONGs, organismos internacionales, la fiscal general, Luisa Ortega, y el defensor del pueblo, Tarek William Saab, han criticado estos procedimientos.

«Nosotros creemos que es contrario a los mandatos y principios emanados de la Constitución», dijo el 24 de mayo la fiscal, la voz más crítica desde el Estado contra el gobierno en este momento.

«Viola el principio del juez natural. Así como también los instrumentos suscritos y ratificados por la República en materia de derechos humanos», aseguró Ortega.

Con el testimonio en Valencia de Cristina, Laura y Ana reconstruimos cómo es el polémico proceso.

1. La detención

Como era costumbre, Cristina salió con un amigo el lunes 15 de mayo para participar en el plantón de protesta contra el gobierno.

Lo hizo con su capucha y con el guante con el que recoge bombas lacrimógenas que lanza de vuelta a la Guardia Nacional

El gobierno cataloga como violentas la mayor parte de las protestas. La oposición, a su vez, critica la fuerte represión.

«Cien motos en hilera con dos guardias en cada una arrancaron. Me quedé paralizada, rodeada por la policía. Corrí hacia un comercio», recuerda Cristina.

«Entré y al poco lo hizo un guardia. ‘Se me sale todo el mundo de aquí’, gritó. Y lanzó una bomba lacrimógena en el interior», relata la joven, quien afirma que agarró el artefacto humeante y lo expulsó a la calle.

«Por el celular pude avisar a mi novio. Le dije: ‘Me están llevando presa. Me agarraron, no sé dónde me llevan», cuenta.

En el comercio se refugiaron siete manifestantes. Entre ellos también Ana y Laura, que acudieron juntas a la protesta. Todos fueron subidos en un camión.

2. «Bienvenidos a su nueva casa»

Al sur de Valencia se encuentra Ciudad Chávez, una urbanización planificada con unos 4.000 nuevos apartamentos que fueron entregados desde julio de 2005 a familias en condición de pobreza extrema o situación de riesgo, según las autoridades.

«Ciudad Chávez es un sueño de nuestro líder eterno, Hugo Chávez», dijo entonces el gobernador del estado Carabobo, Francisco Ameliach, un exmilitar cercano al comandante que dirigió Venezuela de 1999 hasta su muerte en 2013.

Cuando uno pasa la verja de entrada al complejo, lo primero que encuentra a la derecha es un destacamento de la Guardia Nacional, la policía militarizada.

«En este comando Chávez vive», se lee en un gran cartel a la entrada.

«Bienvenidos a su nueva casa, bienvenidos a Ciudad Chávez», dice Cristina que fue el mensaje de uno de los guardias al llegar a ese destacamento.

«Nos tomaron los datos, nos metieron en la celda a 19 personas juntas», cuenta.

«Había guardias buenos y malos. Uno me dijo: ‘Tú no vas a salir y si sales, te agarramos y te volvemos a meter'», recuerda Laura, mientras rememora el suceso ya con una tranquilidad que le faltó entonces.

Ana recuerda cómo la insultaron en el camión y cómo durante el trayecto a uno de sus compañeros le pasaban continuamente por la cara y el cuello un guante con gas pimienta, que provoca un gran escozor.

Las 19 personas estuvieron dos días y medio en el destacamento. En ese tiempo, sus familiares, apostados en la verja, preocupados, les suministraban la comida, que no siempre llegó a sus manos.

No hubo aseo y en ese tiempo durmieron en el piso.

«Los guardias preguntaban: ‘¿Quién se ofrece a limpiar el baño?’ Agarraban a una persona y le hacían limpiar el baño. A las mujeres nos tratan mejor que a los hombres», constata Laura.

«No nos tratan mal, pero tampoco la pasamos bien», acota Ana.