Día de la Resistencia Indígena: las nuevas tribus del chavismo
Día de la Resistencia Indígena: las nuevas tribus del chavismo

LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA DE HUGO CHÁVEZ dio origen, creó y formó algunas variantes o “nuevas tribus” de ciudadanos e individuos que se mueven como manadas y algunas están asociadas a oficios o prácticas ilícitas.

“El hombre nuevo” que nació bajo el socialismo del siglo XXI, los aborígenes de la V República, son los bachaqueros, los pranes, los vendepuestos, los vendedólares, los paramilitares (colectivos), los escoltas, las mafias y los venezolanos desesperados. Aquí presentamos su descripción «antropológica» en ocasión del proclamado Día de la resistencia indígena (que sustituyó desde 2002 al Día de la raza por decreto de Hugo Chávez).

Los «Vendepuesto» en la cola

Las largas colas por alimentos y otros productos básicos han generado una dinámica comercial a su alrededor. Los “vendepuestos” son una de las tribus más fuerte en estos entornos. Se caracterizan por pernoctar en las cercanías de los supermercados con el fin de tomar los primeros puestos en las filas y luego venderlos a quienes llegan cuando ya aclaró el día.

La actividad primaria de este grupo social está penada por la Ley Orgánica de Precios Justos; en su artículo 55 señala que el impedir de forma directa o indirecta la distribución y comercialización de bienes pueden ser sancionados con prisión de diez a doce años, además de una penalización económica.

No existe una estadística formal de cuántas personas han sido apresadas por delitos de esta índole. La detención más reciente data del 1 de septiembre de 2015 e involucró a nueve personas en la ciudad de El Tigre, en el estado Anzoátegui. En esa oportunidad el comandante del Centro de Coordinación Policial (CCP) de la zona, José Gámez, explicó que los integrantes de esta “tribu” “llegan en horas de la noche a los establecimientos para ‘marcar el puesto’ y regresan luego de las 4:00 de la mañana donde amedrentan a los consumidores y les dicen que tienen 10, 20 o 30 personas por delante. Solo logran comprar las personas que les pagan por los puestos”.

Los “vendepuestos” pueden unirse a la “tribu” de los “bachaqueros” si no logran vender su puesto en la fila.

Esta “tribu” también opera en las colas para realizar trámites o gestiones en oficinas gubernamentales.

Los Bachaqueros

«María, vamos enseguida a que los chinos. ¡Ligero!

Antes que los bachaqueros arrasen con la comida.

Leche, harina precocida y el azúcar les llegó.

Arroz, pero pollo, no. ¡Esmollejate, mi vida!»

En diciembre de 2013, «Los gaiteros de Mama» dedicaron una canción a la “tribu” que ese año se consolidó. En Zulia y Táchira, dos de los estados fronterizos con Colombia, las colas en los supermercados eran hechas no sólo por consumidores, sino también por quienes adquirían los productos para revenderlos en Colombia. La práctica del contrabando de combustible, conocida como «bachaqueo», había alcanzado a los alimentos que habían desaparecido de los anaqueles.

El gobierno de Nicolás Maduro reconoció el fenómeno ese mismo año y utilizó el término en una alocución. En julio se refirió a una supuesta lista de «líderes» que manejaba a los «grupos de bachaqueros» y afirmó que la actividad había producido un «sobreconsumo de más de 200%». El peso de la ley, prometió, caería sobre ellos. Pero nada pasó. Al mes siguiente, declaró en un tono más amable a ellos: ofreció entonces a los «venezolanos humildes» que se dedicaban al bachaqueo, que  se unieran a la Misión Saber y Trabajo para ayudarlos a buscar empleo.

Lejos de contraerse, el bachaqueo se extendió a toda Venezuela. Lo empujó la escasez de productos subsidiados por el Ejecutivo y también la necesidad de un rebusque que pudiera responder a la inflación. El bachaquero empezó a hacer las largas colas de los automercados para adquirir los productos al detal y luego revenderlos a precios que superan siete veces su valor. El Gobierno, entonces, respondió con más controles: este año, las ventas de los productos regulados comenzaron a hacerse a través del número de cédula del comprador y en algunos expendios de alimentos se instalaron captahuellas para intentar identificar eficazmente a quienes adquirían la mercancía. Nada funcionó.

De acuerdo con la encuestadora Datanálisis, 60% de las personas que están en las colas de los automercados son revendedores. La rentabilidad del oficio ha hecho que cada día más personas se dediquen a este. Estudiantes de bachillerato, domésticas y hasta educadores han abandonado sus oficios para dedicarse al bachaqueo.

«Nosotros lo que hemos demostrado es que el bachaquero invierte, en cinco  horas de cola, 400 bolívares (…) y vende el producto de esa compra en 6 mil bolívares. Si lo hace una vez por semana, obtiene 22 mil bolívares al mes. Pero, si además, bachaqueas en familia tres veces a la semana, entre todos hacen 60 mil bolívares al mes, que es 10 veces el salario mínimo», declaró Luis Vicente León, presidente de la encuestadora, en una entrevista al canal Globovisión en julio de este año. «Si yo tuviera que escoger la actividad del año que marca la pauta en Venezuela: el bachaqueo”, remató.

Los “Vendedólares”

Como lo han afirmado una y otra vez los economistas: a más controles, más corrupción.

El 5 de febrero de 2003 se instauró en Venezuela el control de cambio y nació la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi). Una radiografía de la economía nacional comprueba que haber sostenido el control de cambio durante más de 12 años, ocasionó distorsiones y hoy es el epicentro de la crisis económica.

Precisamente desde la instalación del control de cambio surgió una nuevo oficio que resulta bastante rentable: el de los vendedólares o permuteros.

Así comenzaron los “chanchullos” para conseguir dólares a tasa oficial y venderlos en el mercado negro, a un precio hasta cien veces mayor.

Desde todas las instituciones creadas por el Gobierno para regular la entrega de dólares, brotó la corrupción, y la asignación de divisas se utilizó de forma discrecional.

Los permuteros tuvieron su máximo esplendor entre los años 2006 y 2010, cuando operaban cambiando dólares a través de casa de bolsa, y se hacían con inmensas cantidades de dinero por la diferencia de las tasas en el precio de las divisas. Así, cientos de jóvenes, hicieron fortunas de la noche a la mañana, como el resultado de transacciones cambiarias.

La ex ministra de Comercio y ex presidenta del BCV, Edmée Betancourt, dijo en marzo de 2013 que sólo en 2012 se habían fugado a “empresas de maletín” entre 15 mil y 20 mil millones de dólares. Poco después, y siendo ministro de Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, aseguró que 40% de las empresas que recibieron dólares de Cadivi podían ser fantasmas. “Es una fuga masiva de dólares, es un desastre para la economía, indudablemente”, declaró.

En paralelo, y también asociado al control cambiario, surgió la “tribu” de los “raspacupos”. Especie que se encuentra en extinción, luego de reducción de los cupos de viajero y la limitación del uso de estos dólares solo con tarjetas de bancos del Estado.

Los Paramilitares (colectivos)

Lo que la Real Academia Española define como algo «relativo a una agrupación de individuos» o aquello «que tiene la virtud de recoger o reunir», en Venezuela se entiende de manera completamente distinta. Un colectivo es, oficialmente, una formación civil pro gobierno que actúa con el apoyo del mismo. Los colectivos organizan jornadas sociales, culturales y deportivas en las comunidades en donde operan. Sus voceros son difusores de las peroratas del socialismo del Siglo XII y hacen abierta campaña electoral cuando la “revolución” lo necesita. Pero esta es sólo la versión “bonita” y casi teórica.  

La realidad es que la mayoría de los colectivos se dedican a controlar a sus propios vecinos por medio de la intimidación y las armas. Su acción se asocia más a las prácticas de los grupos paramilitares. Extorsionan, venden droga, invaden propiedades y en ocasiones se han visto involucrados en homicidios. Todos estos delitos quedan impunes, porque los colectivos cuentan con el apoyo y hasta financiamiento de diversos sectores del Gobierno.

Una investigación del Observatorio de Conflictividad Social sitúa el nacimiento de los colectivos en los años ochenta, cuando surgieron como grupos culturales y universitarios identificados con la izquierda. Pero su fortalecimiento y multiplicación se atribuye al gobierno de Hugo Chávez.

Su momento protagónico se ha asociado también con el golpe de Estado de Pedro Carmona Estanga a Hugo Chávez, momento en el que tuvieron su génesis colectivos como Alexis Vive Carajo, conformado para defender al gobierno de cualquier acción que intentara removerlo. Comenzaron a actuar como grupos de choque. Se mueven en manadas motorizadas, armados y encapuchados.

Con el tiempo, el número de colectivos ha crecido y también se ha organizado mejor. La mayor cantidad se ubica en la región capital del país, sobre todo en la zona oeste, donde -de acuerdo con una investigación del Observatorio- están asentados 79% de estos. A través de instancias de coordinación que reciben apoyo directo de altos funcionarios  se han unido. Organizaciones como el Bloque Popular Revolucionario, el Secretariado Revolucionario de Venezuela y el Colectivo 5 de Marzo han agrupado cientos de estas agrupaciones.

Las motos, las franelas rojas, las gorras de la “revolución” y las armas, largas y cortas, se han convertido en los elementos que los identifican. Con estas amedrentan a la población en los centros de votación -que rondan durante las jornadas electorales para ahuyentar a quienes adversan al chavismo- y en las protestas contra el gobierno, en las cuales no han vacilado al momento de disparar contra algunos manifestantes. El año pasado, por ejemplo, se presentaron en más de 430 movilizaciones de calle de la oposición. Ocho personas resultaron heridas de bala luego de su visita.

Los Motorizados

Los altísimos costos de los carros, el repunte de la delincuencia y las fuertes trancas, dieron paso al auge de las motos en Venezuela, que comenzó en la primera década del siglo XXI, y se convirtió en un símbolo del período chavista.

El número de usuarios de motos se ha quintuplicado en los últimos ocho años. Estas “tribus” de motociclistas se han dedicado a romper todas las normas de tránsito y a circular por las calles bajo sus propias reglas.

Circular por las aceras, estacionarse en cualquier hueco o paso peatonal, transitar entre los canales de automóviles, comerse la luz roja del semáforo, parar el tráfico por alguna ocasión especial, asaltar a los conductores de los carros o trancar un canal en los puentes para resguardarse de la lluvia, son algunas de sus especialidades, aunque hay algunas excepciones.

Además las motos se han convertido en el vehículo preferido por los criminales, ya que les permite una rápida huida. El subdirector nacional del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, Douglas Rico, declaró en 2014 que en 80% de los robos, secuestros y homicidios ocurridos en el país, hay una moto involucrada.

Naturalmente, el crecimiento del parque de motorizados ha ocasionado también, un repunte en los accidentes fatales. «Desde 2012 hasta los cuatro primeros meses de este año hemos contabilizado unos 5.350 fallecidos por accidentes en motos», dijo a Efe el presidente de la Asociación Venezolana para la Prevención de Accidentes y Enfermedades (Avepae), Kenett Agar.

Los Escoltas

Pretenden pasar encubiertos, pero son más evidentes que cono de tránsito. Aunque su oficio no es ilícito, les obliga andar con sigilo, adoptan algunas características discordantes que revelan a gritos su condición, como si de una “tribu” se tratara. Se distinguen por los lentes oscuros que usan hasta en la noche, pantalones de pinza y camisa manga larga en plena playa -mientras el jefe en chancleta toma sol-, bolsito negro cruzado y motos de alta cilindrada, muchas veces sin placas. También, por la permanente tensión en el cuello del que siempre está alerta.

Su número ha crecido a la par de la inseguridad en Venezuela, pero sobre todo por la multiplicación de funcionarios y del gasto discrecional del Gobierno en lo que a seguridad personal – la de ellos- respecta.

Pero también esta “tribu” corre el riesgo de la extinción: hasta junio de 2015, 21 escoltas fueron asesinados en el país con la segunda mayor tasas de homicidios del mundo,  según un informe de las Naciones Unidas. De acuerdo a una investigación de Runrun.es, 52 guardespaldas han perdido la vida de manera violenta desde 2010.

Los boliburgueses, bolichicos y demás enchufados

Son traficantes de oportunidades, como otras especies derivadas de las distorsiones económicas que ha propiciado el chavismo. Son la nueva clase social en ascenso formada por nuevos ricos que firman contratos con el Estado, militares y funcionarios “revolucionarios” que le encontraron el gusto a los negocios, los empresarios de siempre que se amoldaron discretamente a las nuevas reglas de juego y “niños bien” que quisieron probar otros caminos más expresos para capitalizarse en la Venezuela del barril de petrólero a 100 dólares y el control de cambio.

Los que traspasan la raya de la legalidad, equivalen a los “ladrones de cuello blanco” de la llamada Cuarta república. No tienen compromisos ideológicos, morales o éticos sino con su bolsillos. Por eso es que la hora de votar y otros deberes ciudadanos, no les importa irse de viaje al exterior donde tienen propiedades y disfrutan de la vida de placeres y seguridad que no tiene la mayoría de los venezolanos.

Muchos han protagonizado escándalos de corrupción en los últimos años como el negocio eléctrico de Derwick Associated, las notas estructuradas, las cuentas secretas en Andorra, el Fondo Chino, el caso del Sucre en Ecuador. Son muestra curiosa de cómo puede el proyecto socialista venezolano genera especies del más puro capitalismo salvaje

Los Venezolanos desesperados

Muy lejos del arquetipo del venezolano alegre, optimista y relajado, a la nueva especie de los desesperados se les identifica por su queja permanente, su angustia y desesperanza. Están físicamente en Venezuela pero con ganas de escapar a alguna parte, a cualquier parte, lejos de la inseguridad, el caos, la impunidad, la falta de oportunidades, el desempleo, la escasez de alimentos, medicinas, pañales, champú, repuestos. Estas agobiadas criaturas, cuyo número se ha disparado especialmente en el último año, se encuentran en la correa de tránsito indefinida mientras buscan otros destinos. No terminan de irse, pero tampoco de quedarse.

También está surgiendo otra subespecie,  la de los chavistas hartos de tanta “revolución”, la misma que ayudaron a incrustar desde 1998. Se les distingue por ser más discretos: agarran sus maletas y huyen sin registrar la foto de rigor sobre el mosaico de Cruz Diez del aeropuerto de Maiquetía. Se cuidan de colocar imágenes en Facebook que muestren su nueva vida en otras tierras.

Son la prueba viva del cambio de Venezuela como país receptor a exportador de migración. La existencia esta tribu dependerá de la decisión definitiva de partir o quedarse. Según la última encuesta de Datanálisis, 31,5% de los venezolanos tiene intención de emigrar (agosto 2015). Los jóvenes entre 18 y 23 años son los más dispuestos a cambiar de país: 4 de cada 10 perciben que en Venezuela se le achicaron las oportunidades.

Los Pranes o principales

El pran es el cacique de la “tribu” penitenciaria. Es el preso que manda en cada cárcel, el líder “negativo” de los centros de reclusión en Venezuela. Él controla el negocio de la droga, las extorsiones y cualquier actividad ilícita o comercial que se genere dentro de las prisiones.

El pran, que rejas adentro se le conoce como “principal”, cobra a los otros reclusos “la causa”, una especie de vacuna por el “privilegio” de permanecer en el recinto carcelario a salvo.

Wilmer Brizuela, mejor conocido por el apodo de “Wilmito”, fue el primer preso identificado como pran en una cárcel venezolana. Desde Vista Hermosa, en el estado Bolívar, controlaba casi todos los penales del país. Decidía quién entraba y quién salía de ese centro de reclusión y quienes lo conocen aseguran que mandaba más que el director del penal. Cumple condena por secuestro y con el tiempo ha perdido poder.

Luego se conocieron otros pranes, como Yorvis Valentín López, alias  “Oriente”, quien lideró el motín que llevó al conflicto carcelario más prolongado en la historia penitencia en Venezuela. Por más de 27 días mantuvo a las autoridades en tensión con la crisis del Rodeo II, en 2011, y forzó a los líderes del chavismo a negociar con él.

Héctor “Niño” Guerrero es hoy el pran más “popular” en el mundo penitenciario. Desde su bunker en la cárcel de Tocorón -donde levantó una estructura de lujo- controla todas las operaciones de una organización delictiva conocida como el Tren de Aragua.

De la Penitenciaría General  de Venezuela (Guárico)  también han surgido pranes que fuera de prisión han dado origen a otras estructuras tribales, como las megabandas de El Picure y El Juvenal, que preservan en modelo jerárquico del “pranato”, con un principal, tres lugartenientes y una decena de luceros.

Los pranes están al frente de un modelo “financiero” que mueve grandes cantidades de dinero proveniente de la actividad criminal. Tienen control territorial y sus acciones trascienden los barrotes. El origen de esta figura es posterior a 2005.

Las Mafias

El contrabando, la extorsión o vacuna, el robo y hurto de vehículos, el secuestro, el sicariato y el tráfico de drogas son delitos que surgieron o se fortalecieron en estos 16 años de revolución chavistas. Tienen detrás grandes estructuras de crimen organizado que los sustentan y que operan como mafias.

Aunque algunas de estas “tribus” o mafias de delincuencia organizada ya existían, lo novedoso es que a ellas se han incorporado masivamente funcionarios gubernamentales, policías y militares. Incluso hay casos en que estos últimos son los “caciques”.