Jorge Roig: Este gobierno no ha podido con Fedecámaras
Jorge Roig: este gobierno no ha podido con Fedecámaras

JorgeRoig

Foto: Víctor Maldonado

Por: Víctor Maldonado C.

@vjmc

Enviado especial de www.runrun.es

 

Hoy se inicia la 71 Asamblea de Fedecámaras. Barquisimeto será el escenario desde donde se despide Jorge Roig conducido a la Institución en los últimos dos años. Años turbulentos en los que lo económico se entrelazó definitivamente con la política. En ocasión del cierre de su gestión recibió a RunRun.es en el último día que estuvo despachando desde la oficina presidencial. Todavía estaba revisando los detalles del discurso que la noche del 16 de julio dirigirá a los asambleístas y al país, pero no había ambiente de despedida sino de renovación del mismo compromiso: “un cambio de dirección de la economía venezolana para lograr una Venezuela en libertad, con crecimiento, bienestar y calidad de vida”.

 

—¿Fueron 770 días al frente de Fedecámaras?

—Así es. Poco más de dos años. Honestamente creo que ha sido una etapa de las más importantes de mi vida, y si bien es cierto que tengo la más convicción de que en estas instituciones tiene que haber un reemplazo de sus dirigentes y no se puede claudicar en el compromiso de la alternabilidad democrática, también puedo decir que este cargo lo disfruté en la misma medida que me comprometí con sus objetivos. No puedo negar que fueron tiempos difíciles pero tengo muchas más gratificaciones que malos ratos.

Uno de esos momentos irrepetibles ocurrió cuando me conseguí con el Papa Francisco.  Compartimos la preocupación por lo que aquí estaba ocurriendo. Y fue muy alentador especial el poder apreciar que el Sumo Pontífice estaba perfectamente consciente de la situación de Venezuela, que nos enviaba su bendición a todos, y que esa bendición quería significar su especial mensaje de concordia. Esa fue una de las ocasiones en las que, haciendo lo que yo creía que debía hacer, también tuve un inmenso regocijo.

 

—De esa épica de 770 días que has llevado apropiadamente entre el disfrute del deber y el deber del disfrute ¿cuáles han sido los hechos más significativos, aquellos que marcaron la suerte del país en estos dos años?

—Creo que esta pregunta tiene dos vertientes. El saldo es que tenemos una mejor Fedecámaras, hemos crecido y nos hemos fortalecido institucionalmente, pero lamentablemente no tenemos un mejor país. Por el contrario, estamos mucho peor y es evidente que hay una gran frustración. Me hubiera gustado un mayor acompasamiento entre lo que hemos logrado como gremio y lo que hubiésemos querido mejorar del país. Y lo digo con algo de tristeza porque estos resultados ocurrieron a pesar de nuestros denodados esfuerzos.

Uno llega a la presidencia de estas instituciones con una serie de promesas básicas. En mi caso la ausencia de competencia me permitió concentrarme en la presentación de un conjunto de ideas bien elaboradas, producto de un plan estratégico que habíamos trabajado en la presidencia de Jorge Botti. A nuestras instituciones les hace bien la continuidad. Y por lo tanto me empeñé en ser parte de una línea de pensamiento y acción que había comenzado con el que me precedió en el cargo. Lo cierto es que Jorge Botti, Francisco Martinez y yo somos parte de un equipo que ha estado trabajando conjunta y armoniosamente en los últimos cuatro años.  Y en términos de modelaje institucional ofrecemos al país los resultados de un trabajo en equipo, enfocado en el largo plazo y concentrado en resultados buenos para el país.

La reinstitucionalización del país encontró en nosotros una línea de cooperación. Trabajamos intensamente para mejorar el tejido empresarial. Hemos reincorporado y reactivado 60 cámaras empresariales para llegar a ser 250 entidades que representan el ánimo emprendedor de todo el país. También incorporamos un nuevo sector, el inmobiliario, que rápidamente comenzó a aportar en términos de propuestas y diagnostico del país, porque se integró precisamente en un periodo convulso para el comercio inmobiliario. En medio de la crisis hemos fomentado el vigor institucional con cámaras más fuertes, más operativas, con mejores capacidades de tecnología de información. Francisco tendrá el privilegio de incorporar en el muy corto plazo el Sector de la industria de la tecnología, y con esto congregaremos el grueso de la actividad empresarial que hace vida en Venezuela.

Y por supuesto, no hemos guardado silencio ante lo que ha ocurrido en Venezuela. Una institución como la nuestra no puede darse el lujo de tener un bajo perfil. Hemos cuidado la relevancia y la credibilidad del mensaje empresarial y ofrecimos una vocería mucho más coherente. El país tiene a la disposición de sus más altos intereses una institución cuyo discurso es consistente y empático. Pero además con una gran resonancia. Lo que decimos en Caracas es inmediatamente replicado en todo el país. Esto se logra con organización y alineación. En esos dos aspectos hemos invertido porque el país es uno solo, y nuestro deber es lograr esa cobertura nacional que posibilita al líder empresarial del lugar más recóndito del país el poder ser dirigente y modelo de sus conciudadanos.

En el plano internacional decidimos hacer más visible el caso venezolano. Fedecámaras, a través de mi persona, va a ocupar un puesto en el Consejo de Administración de la OIT. Y por esta vía hemos logrado que esta organización se pronuncie repetidamente sobre lo que está ocurriendo en el país. En el mundo aprecian a Fedecámaras como la institución más seria y más representativa de los empresarios venezolanos. Eso nos ha permitido ejecutar proyectos a favor del país ser oídos con mucha preocupación cada vez que presentamos nuestros alegatos. No es una tarea fácil ni siempre agradable. Pero la asumimos con la entereza de quienes saben que deben encarar de la mejor manera los tiempos que les corresponde vivir.

La OIT es una organización tripartita. Nadie en el mundo puede acusarla de estar ideológicamente a la derecha. Tiene 100 años defendiendo y apuntalando los derechos de los trabajadores. Y sus principales líderes vienen del mundo sindical. Eso le da una inmensa legitimidad de origen cuando demanda y exige respeto para los empresarios venezolanos. Parece bueno recordar que esa organización forma parte de las Naciones Unidas, es una de sus expresiones más conspicuas. Desde esa instancia se ha construido el respeto a la libertad sindical y por lo tanto, si eres dirigente de un sindicato de patronos o de trabajadores, tienes que ser respetado y amparado en tus derechos. Lo segundo es la concertación tripartita como forma de dirimir las diferencias entre empleadores, trabajadores y gobierno.

Las quejas que hemos presentado ante la OIT tienen que ver precisamente con esos dos grandes acuerdos. Primero que no se nos permite ejercer el liderazgo empresarial con libertad. Todo lo contrario. Se nos ataca, se nos intimida, nos amenazan con cárcel y nos meten presos. Segundo, que aquí no hay diálogo social tripartito de ningún tipo. Quiero resaltar que el árbitro mundial en conflictos de ese tipo es precisamente la OIT. Por eso acudimos a esa instancia y por eso invertimos en visibilizar la situación venezolana. Y en la queja que hemos presentado –la 2254- nos ha dado la razón. Lo último que hemos logrado es la constitución de una Comisión de Encuestas sobre el caso venezolano –que para operar no necesita autorización previa del gobierno- y que puede armar el caso sobre lo que aquí ha venido ocurriendo. Contrario a la impunidad que se vive aquí, en esas instituciones se produce justicia, poco a poco, lentamente, pero no tengo dudas que evaluaran apropiadamente y dictaminaran a favor de las libertades y el diálogo social.

En suma, yo no tengo dudas en que ahora somos más fuertes, socialmente más confiables y mejor percibidos.

 

—¿Qué le deja Roig al país como legado?

—Yo soy un creyente de las instituciones. Y no tengo dudas de que Fedecámaras es una institución importante. Me parece que el haber contribuido a su fortalecimiento es suficiente legado. Un país como el nuestro necesita que las organizaciones representativas de su sociedad civil tengan todo el vigor posible. El país necesita esa resiliencia que se expresa en negarnos a desaparecer y asumir todo lo contrario, el compromiso de ser mejores y más útiles a pesar del entorno adverso. Este gobierno ha acabado con muchas instituciones pero no ha podido ni con la iglesia ni con Fedecámaras. Ese es mi legado.

 

—Jorge Roig ha sido el único presidente de Fedecámaras desde el año 2004 que ha podido encontrarse en una reunión cumbre con el presidente de la república. Pero a pesar de haber protagonizado un momento culminante del cara a cara entre la empresa privada y el alto gobierno, en los últimos  tiempos has dicho que todos esos esfuerzos no fueron todo lo fructíferos que pudieron haber sido. ¿Qué pasó?

—Hay dos formas de provocar un diálogo. O lo haces por convicción o por estricta necesidad. Yo creo que el diálogo por convicción es mucho más estable en sus procesos y resultados. Pero el gobierno acudió al diálogo obligado por  las circunstancias. En ese momento el presidente Maduro estaba al frente de un país incendiado por los cuatro costados y sofocado por una crisis institucional y las protestas ciudadanas. Por eso buscaron la fórmula del diálogo para salvar las circunstancias pero sin creer en sus capacidades transformadoras. Por eso mismo se perdió la oportunidad y solo fue una mala fotografía porque la verdad es que no hubo nunca una voluntad consistente para escucharnos, no hubo disposición para aceptar los argumentos del otro y tampoco esa predisposición para llegar a acuerdos y cumplirlos. Por eso en mis cuatro minutos de discurso yo le dije al presidente que esa fotografía tenía que transformarse en un hábito, debía transformarse en encuentros periódicos para sumar acuerdos y acumular resultados. Lamentablemente esa nunca fue la intención del gobierno.

 

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Jorge Roig con su sucesor en la presidenta de Fedecámaras, Francisco Martinez (Foto: Víctor Maldonado)

 

—¿Cuál va a ser la esencia de tu mensaje de despedida?

—Yo comencé esta gestión pidiendo diálogo. Y terminaré mi gestión con un discurso pidiendo diálogo. Me vine y me iré con la certeza de que el diálogo es esencial para el reencuentro que el país necesita.

Es difícil no comunicar y compartir la delicada situación que vive el país. Mi mensaje va a tener ese contenido político que aborda los grandes problemas que tiene Venezuela sobre todo en relación con la violación de las libertades y de los derechos de propiedad. Pero quiero terminar con el foco puesto en la esperanza. Podemos salir adelante y podemos despertar de esta pesadilla. Y debemos hacerlo cuanto antes.

En los próximos dos años la economía podría tener alguna mejoría si le aplicamos racionalidad y voluntad política. Pero nos va a costar mucho más tiempo el construir el ambiente apropiado para el reencuentro social. Va a ser más difícil salir de las tensiones y las polarizaciones en las que hemos vivido ya por demasiado tiempo. Por eso mismo me temo tendremos que sortear una temporada de turbulencia e ingobernabilidad, independientemente de los resultados de las próximas elecciones. Todos estamos apostando de buena fe a la participación electoral. Yo creo que todos deben manifestar su voluntad y apoyar sus opciones preferenciales. El camino de la paz tiene como premisa la participación en las elecciones. Pero más allá de cualquier resultado creo que va a ser necesario construir acuerdos para la gobernabilidad y debemos estar prestos a participar en su diseño y acompañar su implementación.

 

—Los acuerdos deben tener contenido y deben ser organizados por prioridades. Hay que hacer una hoja de ruta. ¿Cuáles serían esos acuerdos y por donde deberíamos comenzar?

—El primero es un pacto de gobernabilidad política para garantizarnos unos años de sosiego y tranquilidad que nos permita hacer los grandes cambios que se requieren.

Creo que hay que provocar un clima de libertades políticas de la que todos se sientan beneficiarios. Este nuevo clima debe comenzar con una amnistía general, el cese de las persecuciones a los que piensan diferente y la liberación de todos los presos políticos. Hay que demostrar que todos apostamos a la paz y al entendimiento, sin ganadores y perdedores definitivos.

En segundo lugar hay que inyectarle al país racionalidad económica. Debemos exigir y apoyar disciplina fiscal y autonomía institucional del Banco Central de Venezuela. Hay que lograr la estabilización monetaria y garantizar que no siga ocurriendo esta devaluación por desconfianza y por desconcierto. Tenemos que incrementar la transparencia en el manejo de las políticas macroeconómicas y es imprescindible potenciar el aparato productivo nacional.

En tercer lugar hay que enfrentar la corrupción y apostar a la decencia pública.

En cuarto lugar hay que combatir la delincuencia desbordada. Todo pierde sentido si el estado venezolano no es capaz de garantizar el derecho a la vida y a la propiedad. Estos son los acuerdos esenciales para avanzar en la transición deseable.

 

—Los lectores deberían comprender que asumir la presidencia de una organización como Fedecámaras es un gran acto de filantropía. Es un cargo sin remuneración, y además los gastos personales van por cuenta de su titular. Algunas propagandas presentan a la institución como una entidad poderosa y con un presupuesto holgado. No es así, y por eso mismo dos años son un inmenso aporte de parte de quien se dedica a estas lides. Es intensa la dedicación y tiene sus aristas peligrosas. Concluye tu mandato y me imagino que vas a sentir el vacío. ¿Y ahora qué vas a hacer con tanto tiempo libre?

—Yo tengo 59 años y dos hijos de más de 30 años. Ahora podre dedicarme a cosas que he descuidado. Mis deportes de montaña, mis afectos, mis valores, mis hijos y mis negocios van a volver a ser el centro de mi vida. Pero además seguiré en la OIT, dos meses al año estaré en Ginebra representando los intereses de Venezuela. Yo he tenido muchos hobbies, amigos y afectos. Nunca me he aburrido. Y no creo que ahora me vaya a aburrir.

 

—Si te consigues con el presidente Maduro en un ascensor ¿qué le dirías?

—En un minuto le diría “Presidente, escuche a otras voces diferentes a las que hasta ahora ha escuchado. Sálgase de esa trampa ideológica en la que lo están metiendo. Usted no es el culpable absoluto de todos los males del país. Pero si es responsable de estar preso en esa trampa ideológica donde se ha confinado. Escuche otras voces diferentes a las que tiene alrededor”.

Y se lo diría con sinceridad y sin cinismos. Recuerdo que Botti, cuando me cedió la conducción de Fedecámaras, me dijo que a mí me iba a tocar restablecer los canales de comunicación con el gobierno. Y lo dijo porque creíamos sinceramente que el diálogo es el camino de la prosperidad. Ya sabemos que eso no fue posible. Pero el encargo que me hizo Botti es el que ahora yo le encomiendo a mi sucesor. Yo deseo que Francisco Martinez tenga la oportunidad de abrir surcos para el diálogo y que por esta vía contribuyamos todos a realizar en la práctica el país que todos soñamos. El mensaje está dado.

 

Jorge Roig es un viejo amigo. No siempre hemos estado de acuerdo, pero a pesar de las diferencias, siempre ha mediado el respeto y la tolerancia que impiden esos silencios que suelen ser definitivos. En su gestión demostró coraje moral, claridad de ideas, orientación al logro y mucha resiliencia. Lo hizo con independencia de criterios y demostrando siempre que la firmeza no es irreconciliable con la capacidad de escuchar y reconocer a los demás. Todo lo demás corresponde a esa dimensión de lo humano, donde el éxito no es ser perfectos sino intentar el ser amables.