Negocios Chin Chin por Eccio León R. - Runrun

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En los años recientes ciertamente hemos escuchado la voz de las personas, en su forma más espectacular. Pero al mismo tiempo la voz de personas que han sido enmudecidos en lugares donde el orden político y social se ha corrompido. ¿Cómo interpretar estas tendencias en los asuntos actuales del mundo? Después de mucho tiempo estudiando y escribiendo sobre mercados foráneos sigo sin entender una pregunta básica: ¿qué papel juega la democracia en el desarrollo de una economía? Me parece que algunos políticos piensan que un país puede desarrollarse no sólo en medio de la autocracia, sino en regímenes absolutistas o hasta tiránicos que aseguren la implementación de medidas duras, aunque impopulares.

En mi opinión, no hay desarrollo sin democracia y sin fraguar previamente un Estado de derecho. Forjarlo es un proceso que no se da de la noche a la mañana y, típicamente, es el resultado de una serie de negociaciones sociales que se dan a cuentagotas; se avanza dos pasos y se retrocede uno. En los análisis de quienes quieren ver a China como líder de la economía mundial no se incluyen elementos como la corrupción, la ausencia de un Estado de derecho, la falta de democracia, y un gobierno represor y tiránico. Ahora, las grandes ofertas públicas las están realizando empresas chinas con gobiernos corporativos cuestionables, en un país con un modelo de desarrollo que no sólo es discutible en el entorno actual, sino que puede resultar extremadamente peligroso para el resto del mundo.

La oferta pública más grande a nivel mundial la hará el ICBC (Banco Industrial y Comercial de China), que ofreció más de $19 mil millones de acciones en su oferta inicial en el mercado. Previamente, la Corporación Estatal China de Construcción e Ingeniería levantó 7.300 millones de dólares de capital fresco. El apetito por acciones chinas parece inagotable, y eso lleva a que se pase por alto detalles como el hecho de que las utilidades de la Corporación Estatal de Construcción cayeran en 44% cuando el mercado inmobiliario mostró sus puntos débiles. Ahora estamos lejos de esa cruda realidad.

El Estado decidió, dentro de su programa de estímulo económico, las siguientes medidas. Redujo las tasas de interés cinco veces. Redujo los requerimientos de enganche para la contratación de hipotecas. Redujo el costo de las hipotecas mismas. Redujo el costo de realizar transacciones inmobiliarias. Ante tan impresionante medidas en el mercado inmobiliario, las ventas de propiedades aumentaron 45% en los primeros cinco meses de este año. Lo que parece ignorarse es que ha habido otro estímulo.

El gobierno chino ha inyectado créditos por montos que exceden del Producto Interno Bruto que la economía china ha generado en ese mismo período. La pregunta a resolver es a dónde ha ido a parar tan colosal inyección de recursos y, de paso, si será eventualmente posible cobrar lo que se está prestando mediante el poco democrático y plagado de corrupción proceso de los otorgamientos de créditos de los bancos estatales. El gobierno chino se asustó del enorme crecimiento en el desempleo que fue producido por la caída en el consumo estadounidense. La única fuente de legitimidad del gobierno chino es el crecimiento económico. Sin éste, surgen muchas preguntas incómodas de responder. Claramente, el Gobierno ha optado por un estímulo colosal y decidido; ha preferido cantidad sobre calidad de crecimiento. Montaron toda la carne en la parrilla y cruzaron los dedos esperando que cuando el efecto del estímulo se diluya, los consumidores estadounidenses y europeos habrán recobrado sus fuerzas y en resumen eso no pasará.

Fuente: El Universal