Tomarle el pulso a los violentos por Mauricio Rubio - Runrun
Tomarle el pulso a los violentos por Mauricio Rubio

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En una entrevista reciente, alias Popeye relató el incidente en el que murió Mario Henao, cuñado de Pablo Escobar.

Estando de rumba con unas basquetbolistas  “llegaron los helicópteros artillados de la Policía y empezaron a disparar. El patrón, siempre tranquilo, dijo calmadamente: “Nos vamos”. Pero Mario dijo: “Yo quiero correr fresco, me voy a echar un duchazo”. Se metió en la ducha y el techo era de zinc y lo acribillaron desde arriba”.

El agite, el nerviosismo y la taquicardia definitivamente no caracterizaban a Escobar ni a sus hombres. El pulso o ritmo cardíaco, un signo vital tan conocido como fácil de medir, es uno de los mejores predictores de los comportamientos agresivos.  Los matones y los violentos tienen menor pulso en reposo y, sobre todo, en situaciones estresantes.  Como cuando la parranda termina en balacera.

Algo tan simple ayuda a explicar, sin recurrir a la educación, las diferencias de género en la violencia. El ritmo cardíaco es inferior -entre 5 y 15 pulsaciones por minuto- en los hombres que en las mujeres. Esta diferencia se manifiesta desde la infancia. A los tres años, los niños tienen en promedio 6.1 menos que las niñas.

Los varones -niños, adolescentes o adultos- con menor ritmo cardíaco son más antisociales que sus pares. Lo mismo ocurre entre las mujeres. Estudios prospectivos longitudinales han logrado asociar un bajo ritmo cardíaco durante la infancia con conductas violentas en la edad adulta. El seguimiento de gemelos monocigóticos ha mostrado que esta característica se hereda. Podría ser uno de los mecanismos a través de los cuales se transmiten los comportamientos agresivos de una generación a otra.

En los conejos, cuando la dominación se manipula experimentalmente, se encuentra que a menor ritmo cardiaco es mayor la tendencia a dominar. La misma relación se observa en muchas especies, desde los macacos hasta los ratones.

David Farrington, un criminólogo mundialmente reconocido de la Universidad de Cambridge, buscó aislar los mejores predictores tempranos de las condenas judiciales. De cuarenta y ocho indicadores –familiares, sociales, escolares y de personalidad- encontró que sólo dos estaban relacionados con la violencia de manera independiente de todos los demás: el bajo ritmo cardíaco y la mala capacidad de concentración. Estos resultados lo llevaron a concluír que el pulso “puede ser uno de los más importantes factores explicativos de la violencia”.

Aunque el ejercicio ex post de comprobar la asociación entre menor ritmo cardíaco y violencia es interesante, la pregunta del millón es bajo qué circuntancias vale la pena detectar matones tomándoles el pulso.

Fuente: El Espectador